Interior de la Bodega Cal Pep de Gràcia / BODEGA CAL PEP

Interior de la Bodega Cal Pep de Gràcia / BODEGA CAL PEP

Gràcia

Una bodega centenaria de Gràcia, en riesgo de cierre por 'estrangulamiento' municipal

La regente del local se enfrenta a unas obras de 11.000 euros y con la restricción por aforo reducida a la mitad

3 marzo, 2023 20:33

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Hay negocios que, por su calidad, su producto o su longevidad, terminan convirtiéndose en parte del alma de los barrios. Estos negocios forman parte de la identidad de los vecinos, establecen su particular clientela de habituales o 'parroquianos' y que, cuando cierran, resulta especialmente doloroso por la candidad de recuerdos que se pierden cuando se baja por última vez la persiana.

Esto es lo que está ocurriendo con la Bodega Cal Pep, situada en Gràcia. Se trata de un bar que cuenta con 113 años de historia y que no solo ha alimentado, sino que ha servido de abrevadero para muchos vecinos de la zona. Ahora está en riesgo de cierre por varias cuestiones administrativas y la falta de voluntad política por parte del Ayuntamiento para remediar la situación.

La situación es la siguiente: Griselda López, la actual propietaria, lleva siete meses al cargo del negocio ubicado en la calle de Verdi, un local que todavía está en manos de su padre. Además de bebidas y copas, en su local servía tapas y bocadillos fríos. Durante la pandemia, para subsistir, comenzó a preparar platos calientes a domicilio, lo que le valió una denuncia por parte de una vecina que se quejaba de los olores.

Y ahí comenzó la catástrofe. Cuando los inspectores se presentaron en el local, descubrieron que la mitad interior del local estaba legalmente contemplada como un almacén. La cuestión es que el bar llevaba décadas funcionando con esa circunstancia sin estar en regla. El Ayuntamiento no le ha dado opción, nadie puede ocupar ese espacio, lo que le obliga a tener un aforo máximo de 18 personas. A Griselda las cuentas no le salen, por lo que ha comenzado a plantearse cerrar.

AHOGAMIENTO

A todo esto se suma que el expediente por la denuncia de la vecina le obliga a insonorizar el local, una inversión que asciende a los 11.000 euros y que, desde el consistorio, le aseguran que no van a dejar que amplíe la licencia para poder legalizar la zona afectada que, insiste, siempre ha estado así.

Con una gran inversión por delante, un aforo cada vez más limitado y la mitad del local cogiendo polvo, la regente del establecimiento ve su continuidad con mucha incertidumbre, pese a que, lo único que quiere "es que un negocio centenario salga adelante".