La calle de Concepció Arenal, en el barrio de Sant Andreu de Barcelona / GOOGLE MAPS

La calle de Concepció Arenal, en el barrio de Sant Andreu de Barcelona / GOOGLE MAPS

Sant Andreu

El terror de Mónica, una vecina de Sant Andreu a la que asaltaron su casa con ella dentro

El número de robos en domicilios y locales en Barcelona ha aumentado casi un 30% en el último año

2 junio, 2023 00:00

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El hogar es un lugar sagrado. Las cuatro paredes entre las que viven las personas son, además de un refugio, recuerdos, anécdotas, una zona de confort a la que volver cada día y en la que disfrutar de la intimidad y privacidad. De ahí que los crímenes en domicilios adquieran una dimensión diferente, pues se asalta tanto un lugar en el que se puede bajar por completo la guardia como la idea de tranquilidad y seguridad.

Esto mismo le ha ocurrido recientemente a una familia del barrio de Sant Andreu de Barcelona. Sucedió el pasado sábado, en la calle de Concepció Arenal: un grupo de ladrones se coló en el domicilio y lo desvalijó en pocos minutos. Fue un golpe relámpago que cogió dentro a Mónica, una inquilina que tuvo que escuchar, primero confusa y luego atemorizada, como saqueaban su hogar mientras ella permanecía en el baño. 

Eran las ocho de la tarde, Mónica se encontraba en casa mientras que sus hijos estaban fuera. Érika (20) se encontraba en casa de su pareja. Nathan (15), acababa de salir a la calle. Mónica aprovechó para ducharse y dejó la ventana de la cocina abierta para ventilar la casa. Por ahí se colaron los ladrones, un grupo de dos o tres individuos jóvenes, según pudo atestiguar una vecina del edificio que los vio salir.

CONFUSIÓN

Mientras estaba en la ducha, comenzó a escuchar fuertes ruidos que venían de dentro de la casa. Al principio pensó que era su hijo, que había vuelto, por lo que comenzó a llamarle. "¡Nathan!, Nathan, ¿Qué pasa?", pero nadie contestaba. La confusión se convirtió en miedo cuando, sin recibir esa respuesta, vio como el pomo de la puerta del lavabo comenzó a girar. Tenía el pestillo echado, pero alguien intentaba entrar.

Los ruidos comenzaron a extenderse por todas las habitaciones de la casa. En menos de 15 minutos el golpe estaba dado y salieron por la entrada del piso. Fue todo tan rápido que no pudieron llevarse todo lo de valor. Mónica, al salir del baño, se encontró con cajones y armarios abiertos, cosas revueltas y tiradas por el suelo y las luces de la casa encendidas. "En cuanto vi que giraban el pomo, me apresuré a salir. Nathan se había ido hacía unos minutos y necesitaba comprobar que no hubiera vuelto, le hubieran seguido y le estuvieran haciendo algo. Ni siquiera tuve tiempo para pensar en mi", comenta Mónica a este digital. "Doy gracias a que era yo la que estaba en casa y no mis hijos", añade.

Los delincuentes se llevaron un patinete eléctrico, un portátil escolar, una tablet, una Nintendo Switch, una Play Station 4 con mando y videojuegos, varios anillos, cadenas y pendientes de oro, unos auriculares y la cartera del menor, entre otros. El terror, no obstante, no vino por lo que se habían llevado, sino por lo que habían dejado. Uno de los cuchillos de cocina del piso apareció en el recibidor con la punta doblada, embotada. Sospechan que fue la herramienta que utilizaron para intentar forzar el pestillo y entrar en el baño. "No tengo claro si al escucharme quisieron entrar para hacerme algo o si solo giraron el pomo para hacerme saber que había alguien, para que mantuviera la boca cerrada y les diera tiempo a escapar", comenta.

El cuchillo que utilizaron los ladrones para intentar forzar pestillos / CEDIDA

El cuchillo que utilizaron los ladrones para intentar forzar pestillos / CEDIDA

SECUELAS

"Cada vez que oigo un golpe en casa se me pone el corazón a mil", comenta Érika a este digital, y añade que la pérdida de objetos de valor no es lo importante, pero algunas de las joyas eran recuerdos de familiares que ya han fallecido, por lo que tienen un gran valor sentimental. La peor parte, sin embargo, es la violación de un entorno íntimo y privado como es un domicilio. "Alguien ha entrado en mi casa con mi madre dentro y nos ha robado", reflexiona. Si Mónica no se hubiera encerrado en el baño, si hubieran podido forzar el pestillo o si hubieran estado todos en casa "quien sabe qué podría haber pasado". 

Como medida de protección, instalarán rejas en las ventanas del inmueble. Explica que, si no, "no pueden estar tranquilas". La comunidad de vecinos, por su parte, cambiará el interfono para poner uno con cámara. Y es que el asalto del pasado sábado no es una novedad. En total, han robado a tres de las cuatro familias que viven en todo el edificio. Sospechan, además, que son las mismas personas, pues el modus operandi es muy similar. El último golpe fue hace unas seis semanas, cuando entraron en la casa de una vecina. "No me siento segura en casa", concluye Mónica. "Me he pasado años en lo que lo más importante para mí ha sido darle a mis hijos un lugar donde se sientan protegidos y, de pronto, toda esa seguridad se ha esfumado de un plumazo", detalla.

DESPROTEGIDOS

Cuando Mónica salió del baño llamó a los Mossos d'Esquadra. Estos le preguntaron si los ladrones seguían en el domicilio. Al responder que no lo sabía, le dijeron que enviarían una patrulla lo antes posible. Una hora y media después llegó un único agente que tomó los datos y avisó a la científica. En pocos minutos, Mónica encontró huellas de pie en la alfombra y un pelo rizado de uno de los ladrones, pero la misma científica le dijo que "esas muestras solo se cogían en delitos más graves". El agente le aconsejó que estuviera atenta por Wallapop a ver si encontraba los objetos robados.

El mismo agente le explicó que la policía catalana no da abasto. Que él mismo venía de un robo en domicilio y que, al terminar con ella, iría a otro en la calle de Gran de Sant Andreu. "Entiendo que no es culpa de los agentes, que llegan hasta donde pueden y les dejan (...) pero la sensación con la que yo me quedo es que muy probablemente no se va a recuperar lo que nos robaron ni van a coger a los ladrones. Eso me genera impotencia, me siento desprotegida", reflexiona.

MODUS OPERANDI

Según aclara la joven a este digital, ha habido muchos puntos en común en todos los robos que se han producido en el inmueble. Los criminales se intentan colar picando al interfono y diciendo que son el repartidor de Glovo, esperando que algún vecino les abra. De allí, pasan directos a la zona del ascensor, ubicada en un patio de luces, lo bloquean, salen por arriba y escalan usando grandes tuberías del edificio como apoyo hasta alguna ventana que esté abierta.

Una vez dentro del domicilio, arramblan con todo lo que pueden en pocos minutos y salen por la puerta. En este caso, una vecina vio que tres jóvenes salían por el portal cuando ella entraba. En el primero no se fijó, pero vio como iba en dirección contraria a los otros dos, jóvenes -- en apariencia menores de 25 años--, vestidos de negro, que salieron corriendo con el patinete de Nathan. Los vecinos revisaron y no encontraron marcas en las puertas, por lo que no se explican cómo se han perpetrado varios golpes en el edificio sin que haya habido un contacto directo con los delincuentes.

Pestillo que presuntamente intentaron forzar los ladrones, lleno de marcas / CEDIDA

Pestillo que presuntamente intentaron forzar los ladrones, lleno de marcas / CEDIDA

En anteriores ocasiones, saben que los ladrones se equiparon con una llave maestra. Hay, a veces, un individuo vestido de técnico de ascensores que vigila el rellano, argumentando que ha "venido a reparar el ascensor" que, en realidad, solo está bloqueado por los ladrones durante el asalto a los domicilios.

Comentan que ya tienen cita para denunciar esta misma semana el robo a los Mossos d'Esquadra. De ser los mismos, se les podrían imputar varios delitos solo en ese edificio y hay vecinos que podrían reconocerles las caras. En la misma calle de Concepció Arenal hay, además, una sucursal bancaria con cámaras y varios negocios a los que la policía podría solicitar las grabaciones para identificar a los culpables.

ROBOS EN DOMICILIOS, EN AUMENTO

Barcelona es una ciudad en la que el asalto a domicilios es una práctica habitual, de esas que ha ocurrido toda la vida. Sin embargo, en la capital catalana se está viviendo un aumento de esta clase de crímenes. Según constan en los datos publicados por el Ministerio de Interior en el Balance de Criminalidad, durante 2022 se registraron hasta 6.758 robos con fuerza en domicilios, establecimientos y otras instalaciones. Si bien en 2019 se produjeron 9.372, la cifra dista de los 5.270 que se dieron en 2021. En el último periodo, eesta tipología de delitos se ha inccrementado un 28,2%.

Con todo, esta familia monoparental de Sant Andreu sigue con los nervios a flor de piel. Tal y como comenta Érika, los próximos sueldos se irán en recuperar parte de aquellas cosas que se han perdido, -- como los dispositivos electrónicos -- y en fortalecer la seguridad del piso. Día a día trabajan por reponerse del golpe que ha supuesto la violación de su privacidad e invasión de su intimidad, pero el daño está hecho. El del sábado fue, en definitiva, un suceso que solo el tiempo y la actuación de la Justicia pueden curar.