Uno de los toxicómanos pinchándose en el solar de La Mina / CEDIDA

Uno de los toxicómanos pinchándose en el solar de La Mina / CEDIDA

Gran Barcelona

IMÁGENES: Un solar de La Mina se convierte en un campamento de toxicómanos

El terreno, abandonado, alberga en su interior a adictos que, después de consumir, arrojan las jeringas

8 junio, 2022 00:00

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Mercè Rodoreda, Anne Frank, Ramon Llull y Ernest Lluch. Entre estas cuatro calles del barrio de La Mina de Sant Adrià de Besòs se encuentra un solar privado destinado a la construcción de futuros pisos. Cuatro hombres se hallan en el recinto, apenas delimitado por una valla sin puerta, acomodados en colchones o en sillas abandonadas. Se inyectan droga con jeringuillas que luego arrojan, haciendo del terreno un auténtico campo de minas.

Gomas, plásticos, pañuelos y todo tipo de basura se acumula en el lugar. Las jeringas usadas y restos de sangre se amontonan en la superficie, abiertamente accesible a cualquier vecino o vecina del barrio. Un campamento de toxicómanos al aire libre.

Toxicómanos consumen droga en el solar abandonado de La Mina / CEDIDA

Toxicómanos consumen droga en el solar abandonado de La Mina / CEDIDA

Los toxicómanos pinchándose en el solar abandonado de La Mina / CEDIDA

Los toxicómanos pinchándose en el solar abandonado de La Mina / CEDIDA

Acceso al solar de La Mina donde los toxicómanos consumen / CEDIDA

Acceso al solar de La Mina donde los toxicómanos consumen / CEDIDA

Restos de jeringuillas y basura en el solar abandonado de La Mina / ÁNGELA VÁZQUEZ

Restos de jeringuillas y basura en el solar abandonado de La Mina / ÁNGELA VÁZQUEZ

Restos de jeringuillas y basura en el solar abandonado de La Mina / ÁNGELA VÁZQUEZ

Restos de jeringuillas y basura en el solar abandonado de La Mina / ÁNGELA VÁZQUEZ

Restos de basura en el solar abandonado de La Mina / CEDIDA

Restos de basura en el solar abandonado de La Mina / CEDIDA

EN EL INTERIOR DE UNA COMUNIDAD

La estampa comienza a volverse habitual en La Mina, a pesar de los esfuerzos de su vecindario por derribar el estigma que pesa permanentemente en sus calles. A pocos metros de distancia, en la misma calle de Mercè Rodoreda, Metrópoli se hacía eco de otro asentamiento de toxicómanos, esta vez dentro de una comunidad.

Los adictos hacían, y continúan haciendo, la vida imposible a los vecinos. El mayor temor de estos residentes era que, con la llegada del buen tiempo, los conflictos se intensificasen. "El olor será insoportable y las ratas también", explicaban en una ocasión anterior. Ahora, se reafirman: "Si quieren dejarlos aquí encasillados, que les pongan una ducha o un lavabo portátil. Al menos así, cuando defequen u orinen, habrá algo más de higiene", ironizan.

Desde la comunidad de vecinos, dicen que el motivo que las administraciones alegan para no trasladar a los toxicómanos es que están en un sitio público: "Pero, en realidad no lo es. Es el patio, pero han quitado las verjas y se han metido".

Asentamiento de drogadictos en un patio interior de La Mina / CEDIDA

Asentamiento de drogadictos en un patio interior de La Mina / CEDIDA

EXCREMENTOS Y PINCHAZOS

Hace meses que tienen que convivir con fuertes olores e imágenes grotescas a diario. El grupo de personas, "unas 5 o 6", se fue formando poco a poco y terminó acampando.

"Se pinchan y hacen sus necesidades, dejan los excrementos ahí. Las paredes huelen y salen muchas ratas", denuncia un vecino, que asegura que la situación empeorará en verano "si nadie hace nada".

Los drogadictos, pinchándose en el patio interior donde acampan, en La Mina / CEDIDA

Los drogadictos, pinchándose en el patio interior donde acampan, en La Mina / CEDIDA

LA SALA DE VENOPUNCIÓN

La "narcosala" que se encuentra en la misma zona lleva años dando servicio a los toxicómanos del barrio y de Barcelona. Se les reparte metadona y se les provee de jeringas nuevas, toallitas y botellas vacías, entre otras cosas.

Hay una parte del vecindario de La Mina que cree que gracias a la Sala de Venopunción, se encuentran muchas menos jeringuillas por la calle. Hay otra parte que achaca el aumento del consumo de drogas en la vía pública a la existencia de la "narcosala", que atrae a gente de fuera de Sant Adrià.