Tro y Lúa, de la Unidad Canina de Cornellà /  GALA ESPÍN MA

Tro y Lúa, de la Unidad Canina de Cornellà / GALA ESPÍN MA

Gran Barcelona

Olfato canino contra las drogas en Cornellà: Tro y Lúa mantienen a raya el menudeo

Dos pastores belgas Malinois forman la Unidad Canina de la Guardia Urbana

6 febrero, 2023 00:00

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Son dos y pasean juntos por las calles de Cornellà de Llobregat. Vigilan el municipio y velan por la seguridad de sus ciudadanos. Llaman la atención de grandes y pequeños: algunos incluso se acercan a saludarlos. Son policías, pero no humanos. Tro y Lúa forman la Unidad Canina de la Guardia Urbana: dos pastores belgas Malinois casi idénticos, adiestrados para detectar drogas.

A primera vista, es difícil advertir las diferencias entre uno y otra. Ambos cuentan con el mismo pelaje marrón que en algunas partes del cuerpo se torna negro. Sin embargo, cuando saltan de sus transportines y se lanzan fuera de la furgoneta que los ha trasladado a la estación de Cornellà Centre, las dudas se disipan: Tro, como es habitual en los machos, es ligeramente más grande que su compañera y también más tranquilo. Lúa, en cambio, apenas puede contener sus ganas de trabajar. Cada uno se posiciona al lado de los dos cabos del cuerpo policial que realizan ese día el patrullaje, que da comienzo a las 17.30 horas de la tarde. 

Tres agentes de la Guardia Urbana de Cornellà con Tro /  GALA ESPÍN MA

Tres agentes de la Guardia Urbana de Cornellà con Tro /  GALA ESPÍN MA

UN VETERANO Y UNA NOVATA

Los primeros minutos de presentación pasan rápido. Tro espera, obediente, junto a su guía. Se sienta en el suelo y pide caricias con la cabeza. "Es un yonki de las caricias", bromean los agentes, que dan fe del carácter amigable y manso del perro. Tro tiene seis años y accedió al mundo policial con apenas cinco meses. Es el veterano, lo que hace que su fiabilidad sea del 100%.

Lúa, en cambio, es un terremoto. La perra es la novata: con apenas un año y medio, todavía está en fase de aprendizaje, aunque su olfato nunca falla. Antes de comenzar el paseo, llora y se mueve, inquieta, a los pies de su guía. "Tiene muchísima energía", afirman los policías. Lúa pertenecía a un particular que no se vio capaz de manejar su intensidad. Ante el dilema, la cedió a la Guardia Urbana, que se hizo inmediatamente cargo del cuidado y educación de la perra.

Los agentes registran a un hombre tras el aviso de los perros /  GALA ESPÍN MA

Los agentes registran a un hombre tras el aviso de los perros /  GALA ESPÍN MA

PASEO RUTINARIO

La estación de Cornellà Centre donde Metrópoli y la Guardia Urbana se reúnen es un punto caliente. En constante trasiego, miles de personas pasan a diario por la parada, en la que coinciden metro, tren y también ferrocarriles. Por ello, el patrullaje con Tro y Lúa comienza en el lugar.

Se trata de un "paseo rutinario", como la propia unidad lo define. El cabo y el perro encabezan la comitiva y otros cinco agentes los siguen. Un grupo de seis en total. Lo hacen así para trabajar en óptimas condiciones: el agente perruno será el primero en actuar en caso de oler alguna sustancia. Seguidamente, los policías realizarán el cacheo del supuesto portador de sustancias y, si procede, la denuncia pertinente.

Lúa espera después de identificar a un sospechoso /  GALA ESPÍN MA

Lúa espera después de identificar a un sospechoso /  GALA ESPÍN MA

UN LADRIDO AFIRMATIVO

El primer hallazgo se produce a los dos minutos de iniciar el turno. Un joven se cruza en el camino de Lúa. Basta un segundo para que el hocico de la perra se pegue al chico, que intenta caminar más deprisa en dirección a la entrada de la estación. Los agentes le dan el alto y el joven se detiene, mientras Lúa lo olisquea. Unos momentos después, se sienta a su lado y emite un ladrido: la prueba definitiva. 

El guía de Lúa lo confirma: "Cuando ladra, me reafirma que esa persona lleva algo". En efecto, mientras el cabo lo explica a este medio, sus compañeros encuentran una bolsa de estupefacientes en los bolsillos de la chaqueta del ciudadano. 

ABANDONO

El proceso para que los canes luchen contra el menudeo no es costoso. Su "escuela de policía" consiste en unos ocho o nueve meses de entrenamiento: "El trabajo de detección es innato en ellos. Además, esta raza aprende muy rápido, tienen esta tendencia. Son una maravilla", halagan los agentes.

Unas alabanzas que, por desgracia, no todo el mundo sabe apreciar. La protectora SOS Malinois nació como una respuesta al abandono de este tipo de perros, que suele ser frecuente en personas que los adquieren por "moda" o "apariencia" y luego no saben hacerse cargo de ellos. "El 60 u 80% de los Malinois que rescatan y rehabilitan acaban en unidades especializadas de policías", explican los guardias.

Lúa dejándose acariciar por niños en Cornellà /  GALA ESPÍN MA

Lúa dejándose acariciar por niños en Cornellà /  GALA ESPÍN MA

"SON DEPORTISTAS DE ÉLITE"

Ambos agentes perrunos están en buena forma. No es para menos, ya que siguen unas estrictas dietas y rutinas de entrenamiento: "Al fin y al cabo, son como deportistas de élite", describen sus guías. "Se ejercitan a diario y tienen su horario de comida, una marca en concreto... No podemos permitirnos que tengan, por ejemplo, algún corte de digestión".

Los guardias niegan, por otra parte, las "habladurías" que escuchan a diario sobre el entrenamiento de los canes: "No usamos drogas para adiestrarlos. Se utilizan sustancias, pseudos, que no son nocivas ni para nosotros ni para ellos. Les escondemos sus juguetes preferidos". Palos, cintas o correas que los policías llevan consigo incluso en los patrullajes y que los canes buscan con alegría tras realizar su trabajo.

Los agentes cachean a un joven tras el aviso de los perros /  GALA ESPÍN MA

Los agentes cachean a un joven tras el aviso de los perros /  GALA ESPÍN MA

APRENDIZAJE INTERNACIONAL

Uno de los aspectos más bonitos de estas unidades es la colaboración internacional. Desde la Asociación de Guías Caninos Policías Locales de España (AGCPLE) se organizan encuentros con patrullas caninas de toda Catalunya. ¿El objetivo? Entrenar juntos e intercambiar conocimientos.

Una vocación dentro del ámbito policial que también traspasa fronteras. Lo explican a Metrópoli los agentes cornellanenses: "Nos encontramos con la policía de Nueva York. Ellos tienen otra manera de trabajar. De los americanos aprendimos, por ejemplo, la detección en movimiento, que es algo que ellos utilizan para explosivos".

Los dos guías caninos de Lúa y Tro /  GALA ESPÍN MA

Los dos guías caninos de Lúa y Tro /  GALA ESPÍN MA

MILES DE INTERVENCIONES

El Ayuntamiento de Cornellà de Llobregat valora muy positivamente la utilidad de la unidad canina: "Hay muy buen funcionamiento, por lo que se ha doblado y por eso ahora contamos con Lúa además de Tro", explica a este digital la tenienta de alcalde de Presidencia en el consistorio, Emilia Briones. "Es una política muy próxima de seguridad. En el 2022 se realizaron 1.300 intervenciones por temas de sustancias y estupefacientes", detalla la regidora socialista.

Briones asegura que los recursos de los que dispone Cornellà en materia de seguridad, tanto humanos como animales, "son los correctos". "Los resultados son óptimos. La canina se creó hace seis años y gracias a ella hemos hecho intercambios con países de todo el mundo y nos coordinamos con Mossos d'Esquadra y Policía Nacional".