Los vecinos del Carmel avisan: "Si la Urbana no para las fiestas lo haremos nosotros"

Continúa la fiesta en los búnkeres. Varios vídeos han comenzado a circular en redes sociales para avisar de que cada domingo, sobre las 18:30 horas de la tarde, seguirán congregándose jóvenes en las antiguas baterías antiaéreas ubicadas en el Turó de la Rovira para celebrar fiestas con grandes altavoces y equipos de sonido y hasta con DJ. Los vecinos llevan denunciando la situación desde hace meses, pues las celebraciones se alargan hasta bien entrada la noche y les impide dormir.

Tras declararse en pie de guerra y movilizarse contra una situación de constante degradación de la zona, que afecta a las calles de Gran Vista, Muhlberg, Dr Bové y Marià Lavèrnia, entre otras, los vecinos han conseguido llamar la atención del Ayuntamiento de Barcelona, que ha decidido reforzar con más presencia policial una zona que, por sus características, es el caldo de cultivo perfecto para que jóvenes locales y turistas se reúnan en grandes botellones.

A pesar del compromiso del consistorio y que se han comenzado a movilizar más efectivos policiales para incrementar la vigilancia sobre el tráfico y la ingesta de alcohol, quienes convocan estas fiestas continúan promocionándolas impunemente. Tan es así que para este próximo domingo ya hay otra convocada. Resulta lógico que haya esta fijación por la zona. Las vistas a la capital catalana son privilegiadas y, al tratarse de una zona turística que incluso aparece en las guías de Barcelona, está constantemente llena de jóvenes. No obstante, el ruido y las molestias ha impedido el descanso de quienes viven en las calles aledañas durante meses.

En conversación con Metrópoli, los vecinos avisan: o se encarga la Guardia Urbana de impedir los botellones y las fiestas "o lo haremos nosotros". Hasta ahora, los habitantes del barrio han mantenido una actitud cívica a la hora de protestar por su situación, delegando siempre la capacidad de acción en los cuerpos policiales. No obstante, tras las asambleas celebradas en las últimas semanas, explican que están decididos a no permitir que la situación siga sucediendo.

RUIDO Y PELEAS

Y es que no es raro que, además del ruido, los malos olores, producto de que la gente orina en la calle, la suciedad de los restos de botellas y latas e incluso las peleas, formen parte del pan de cada día. Incluso, relatan, durante el pasado verano se dieron casos de agresiones a vecinos y anécdotas como que, a altas horas de la madrugada, jóvenes picaban a las puertas de los domicilios para pedir alcohol, hielo o preservativos.

Botellón en un espacio público de Barcelona: los búnkeres del Carmel / MA - JORDI SUBIRANA

Por el momento, cuentan con el compromiso del Ayuntamiento para gestionar la situación y disuadir a los jóvenes para que celebren la fiesta programada para este fin de semana. De no hacerlo, aseguran, no se quedarán de brazos cruzados y tomarán cartas en el asunto.