Metro de la línea L9 de Barcelona / EFE

Metro de la línea L9 de Barcelona / EFE

Movilidad

El metro avanza hacía el barrio de La Marina

El pleno da luz verde al convenio firmado por el Ayuntamiento y la Generalitat para financiar la construcción de la L10

30 enero, 2017 13:03

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Décadas después de múltiples reivindicaciones vecinales, el metro está más cerca de hacer parada en el barrio de La Marina. El pasado viernes el pleno del Ayuntamiento aprobó el convenio firmado entre las instituciones que flanquean la plaça de Sant Jaume. Un visto bueno prácticamente unánime, que solo contó con la abstención del PP y que permite que al Ayuntamiento de Barcelona financiar las obras del suburbano mediante la compra de edificios a la Generalitat.

La responsabilidad de construir la red de metro es de la Generalitat, pero en la práctica será el Consistorio quien ponga los 40 millones sobre la mesa para que los convoys lleguen a La Marina. Una operación en la que, a cambio, la Casa Gran ha conseguido las escrituras del Borsí (antigua Llotja de Ciutat Vella), parte de las antiguas Cotxeres de Borbó de Vilapicina y dos naves ubicadas en el recinto de Can Batlló. Además, también pasarán a manos del Ayuntamiento cinco solares ubicados en la Gran Via.

Antes las discrepancias que ha suscitado el intercambio de cromos y obligaciones financieras para tirar adelante el metro, el regidor de patrimonio, Daniel Mòdol, ha defendido la necesidad que el Ayuntamiento asuma responsabilidades que no le pertocan para poder hacer llegar el servicio a los vecinos. De todas formas, Mòdol ha querido reafirmar que el consistorio continuará presionando a la Generalitat “para que cumpla con sus obligaciones y que ejecute la totalidad de esta infraestructura”.

EL BANCO DE LA GENERALITAT Y LA “DEMAGOGIA”

El hecho que el Ayuntamiento vuelva a convertirse en la metafórica entidad financiera de la Generalitat ha servido a CiU para quitarse los puñales que le lanzaba la izquierda antes que gobernara la ciudad. La consejera de la coalición nacionalista, Sònia Recasens, ha recordado al equipo de BeC cómo antes de ganar las elecciones hacía “demagogia” con la acusación a Xavier Trias de servir de banco a la Generalitat.

A la recriminación, Recasens ha sumado la posible falta de transparencia del convenio y ha apuntado que este se ha terminado firmando para ocultar 40 de los 100 millones de euros de superávit que iba a tener el Ayuntamiento.

El retraso que acumulan las obras tampoco ha quedado en un segundo plano y, desde Ciutadans, Santiago Alonso no ha tardado en criticar este aspecto: “Las obras se tendrían que haber acabado hace 10 años, cuando gobernaba CiU”, ha destacado. Sobre el pacto entre administraciones, Alonso ha destacado la “habilidad” que ha tenido BeC para cerrar el acuerdo, “pero no engañan a nadie, ha sido una aportación del Ayuntamiento a la Generalitat, cuando es esta última la que tiene la obligación de pagar las obras”.

El encontronazo más evidente del punto del plenario tuvo lugar cuando Alfred Bosch, d'ERC, echó en cara a Mòdol que al principio del mandato considerara el acuerdo de “impracticable” e incluso “frívolo”, cuando su partido todavía no formaba parte del ejecutivo. Motivo por el cuál invitó al regidor socialista a plantearse “qué papel hace en éste Gobierno”. Por último, Bosch quiso reservar las posibles celebraciones a cuando “los primeros vecinos de La Marina pongan sus pies en los primeros vagones del metro”.

LA “MINA DE ORO”

Desde la bancada popular, Alberto Fernández Díaz criticó la herramienta utilizada porque provoca que la Generalitat “no cumpla con sus obligaciones” y calificó la L9 de “mina de oro” para las empresas constructoras. Del primer presupuesto de 2.500 milones de euros, el proyecto ha ido multiplicando su coste hasta los 16.000 millones. Además, el edil popular ha recordado en el plenario que las constructoras perciben un canon de 400.000 euros por estaciones “que ni siquiera han entrado en funcionamiento”. De hecho, solo se pondrán en marcha dos de las ocho estaciones previstas.

Al otro extremo, el concejal Josep Garganté de la CUP – Capgirem Barcelona ha celebrado que el metro pueda llegar finalmente al barrio de La Marina, aunque ha “lamentado” que “durante 30 años todas las instituciones se hayan olvidado de estos vecinos”. “No entendemos como no se ha hecho hasta ahora”, intentaba razonar Garganté, quien ha cuestioando como el metro había llegado antes a la feria de Barcelona para satisfacer al Mobile World Congress en lugar de los barrios donde residen más de 30.000 vecinos.