El riesgo de exclusión social al que se ven abocados muchos jóvenes que han pasado por situaciones de internamiento o por problemas de pobreza y marginación es una realidad en nuestra sociedad. Son personas que en un momento decisivo de su vida necesitan ayuda para romper una línea vital que amenaza con truncar sus opciones de lograr una plena integración social.

Los que han sufrido condenas en centros de internamiento para jóvenes o aquellos que por diversas circunstancias, familiares o sociales, se han visto abocados a situaciones de riesgo de exclusión social, merecen una nueva oportunidad para alcanzar una integración social que les aleje de la marginalidad, la drogadicción y la pobreza.

Ayudarles a romper ese circulo vicioso, a encontrar una salida que les permita una mayor integración social, es la finalidad del proyecto La Caseta, puesto en marcha por la Associació per a la Promoció Social Cedre, y que cuenta con el apoyo de la Fundación La Caixa.

Este proyecto da acogida a jóvenes procedentes de centros penitenciarios, en la etapa en la que ya cuentan con beneficios como el tercer grado en alguna de sus diferentes formas, o que se encuentran en situación de riesgo de exclusión social, y se trabaja con ellos para ofrecerles una posibilidad de acceso al mundo laboral, un puente de salida de las experiencias negativas que les han llevado a la situación en la que se encuentran.

Para ello, tienen a su disposición una vivienda en la que seis jóvenes, que se encuentran en situaciones parecidas, comparten espacio y experiencias, reciben apoyo de los educadores, aprenden a responsabilizarse de sus acciones y reflexionan sobre las actitudes que deben impulsarles hacia una nueva realidad que les aleje del mundo de marginación, delincuencia y drogradicción.

El proyecto La Caseta abre una puerta a la esperanza a muchos jóvenes / Cedre

Los jóvenes son acogidos en La Caseta, una pequeña vivienda con capacidad para seis personas, cedida por los Caputxins de Sarrià, en el que usuarios, educadores y voluntarios, que les acompañan y asesoran durante todo el proceso, conviven y trabajan para alcanzar los objetivos marcados. Una relación que busca potenciar las habilidades de los jóvenes, generar confianza y autoestima, impulsar su capacidad de superación y abrirles una puerta al mundo laboral. Una puerta a la esperanza de un futuro digno y una vida normalizada.

ATENCIÓN PERSONALIZADA

Cada uno de ellos recibe una atención personalizada, planificada de acuerdo con sus necesidades y sus habilidades. Casi todos los jóvenes que acceden al proyecto han atravesado situaciones familiares de alto riesgo, o se encuentran en una fase de su vida emocional y socialmente inestable, o sufren escasez de recursos y un bajo nivel formativo, por lo que necesitan apoyo para reencontrar un camino que les permita alejarse de las situaciones de riesgo. Entre las condiciones para acceder al proyecto están que no padezcan perturbaciones psíquicas, ni problemas graves de toxicomanías ni adicciones que impidan un trabajo efectivo de reinserción social o que puedan afectar a la convivencia con el resto de los jóvenes instalados en La Caseta.

Además, de cubrir sus necesidades básicas y de fomentar la convivencia entre ellos, el proyecto de La Caseta insta a los jóvenes a adoptar unos hábitos de convivencia necesarios para mejorar su integración, a asumir las responsabilidades que les corresponden, a mejorar aspectos como el diálogo y la comunicación, a aprender a resolver los conflictos de manera responsable, a gestionar de manera adecuada su propia economía.