Una ciudad llena de drogas y sexo, una ciudad colapsada, una capital que disuade el negocio, que complica la vida a sus vecinos, una ciudad decadente, sucia, en la que nada funciona. Son aseveraciones que se escuchan en los últimos meses. Y que ha hecho suyas el alcaldable de JxCat Xavier Trias, que va lanzado y con el convencimiento de que puede provocar una gran oleada favorable a su persona. Busca Trias el voto útil para presentar la campaña electoral como un duelo entre él y la candidata de los comunes, Ada Colau. ¿Es una buena estrategia? Porque sucede que a Colau, ¡le encantan los excesos! Los estaba esperando para conseguir entrar en la competición, para estar en la recta de salida con ciertas esperanzas de ganar la carrera.

Por eso los animadores de la candidata, sus equipos de trabajo en el Ayuntamiento, han aplaudido la irrupción de Trias. Por fin se presenta un candidato que quiere competir con ella, de tú a tú, orillando al resto. En ese contexto, los comunes creen que tendrán opciones, porque en Barcelona hay muchos ‘progresistas’ que pueden discrepar de Colau, pero que se cabrean cuando la ‘derecha’ se pasa de rosca. En esos casos y para contrariar a los que atacan con esa severidad el voto puede fluir hacia Colau con cierta facilidad.

Trias ha asumido el riesgo. “No puede ser que nosotros --Barcelona-- seamos la meca de la droga y el sexo fácil”, señaló este lunes, con una critica frontal a la gestión de Ada Colau, a la que niega cualquier avance en la ciudad en los últimos años, como, por ejemplo, que el Mobile World Congress (MWC) haya elegido Barcelona como sede permanente. No es mérito suyo, insiste Trias, porque es un trabajo de la Fira de Barcelona y de los directivos del MWC.

Puede que Trias tenga razón en sus argumentos, pero el modo en el que se rechaza la gestión de Colau puede ser contraproducente. Quien ha tomado un camino distinto, porque sabe cómo se manejan los comunes, es el socialista Jaume Collboni. Se ha distanciado tarde de las superillas y del urbanismo táctico de Colau, criticado con argumentos sólidos por parte de antiguos responsables socialistas, como Ramón García-Bragado o Josep Anton Acebillo, como se demostró en un reciente acto en el Círculo de Economía. Pero Collboni ha mostrado una alternativa: ajardinar los patios de manzanas en el Eixample, en línea con lo que defiende Acebillo. Es un plan que busca lo mismo que muchos barceloneses: lograr más espacios verdes para la ciudad, que se encuentra colapsada con todo tipo de vehículos de transporte.

¿Hay que ejercer una oposición firme ante Colau? Sin duda, si se considera que su gestión es mala para el interés general de la ciudad. Pero los excesos son lo que, precisamente, está esperando Colau para lograr el apoyo de los que dudan. Cuando desde sectores económicos se critica con dureza la gestión de Colau, cuando esas críticas llegan desde la patronal Foment del Treball o del exalcalde Trias, que es el exdirigente --le guste o no-- de una formación condenada por corrupción, (caso del 3% del Palau de la Música), muchos barceloneses se detienen un instante y piensan, y calibran si no sería mejor, precisamente, orientar su voto hacia los comunes.

Tal vez por ello Foment ha tomado un camino distinto en los últimos meses, con iniciativas como Rethink Barcelona, que ofrecen debates y alternativas sobre el modelo de ciudad y el área metropolitana de Barcelona.

Trias necesita comenzar con contundencia. La “meca de la droga y el sexo fácil”, señalada sin inmutarse. Perfecto. Esa es su estrategia. Pero a Colau ‘le encantan’ esos excesos.