La que se ha montado con el Primavera Sound. Cartel de Colau dándose el pico con Isabel Díaz Ayuso, nada más y nada menos, y lleno hasta la bandera de jóvenes barceloneses, catalanes y de más allá, incluidos los del más allá, que no han querido perderse ni ripio de lo que podemos llamar, sin temor a equivocarnos, festival de festivales. Ciertamente, hemos tenido bajas que no son para menos con un menú de 300 bandas en dos fines de semana, algunos de ellos reprogramados como The Strokes que hacen las delicias de esta juventud que se quedó para vestir santos después de dos años de pandemia y que ahora quiere quitarse las telarañas.

Todo esto, lo bueno y lo menos bueno, el ruido y las polémicas las echaremos de menos el próximo año. Barcelona se puso estupenda con los promotores del festival y el año que viene perdemos una parte que se irá a Madrid. Podemos ser como los lagartos que pierden la cola para despistar para luego regenerarlo o podemos ser como humanos cabezones que cuando pierdes una extremidad nunca la recuperas y, lo que es peor, con la pérdida pierdes movilidad y capacidad.

Barcelona no ha negociado bien con Primavera Sound. Hemos alegado de todo y hemos esgrimido incluso la palabra chantaje, para cerrar de un portazo la puerta a las negociaciones. Que Colau fuera a la inauguración y que Jordi Martí intentara recomponer la situación, suena a eso de nunca, mal y tarde. En 2023 competiremos con Madrid y las comparaciones, aunque odiosas, serán imposibles de evitar. Para Barcelona será tarde y un problema. Para Madrid, pronto y una oportunidad.

No soy un ducho de festivales. Hace años, como Ramón de España, que me conformo con menos y a los que conciertos a los que asisto son para personal más talludito. Mi última perla, Loquillo en la Costa Brava, que fue, es y será para mi un referente. Con esto ya lo digo todo. La edad no perdona. Sin embargo, me han sorprendido las crónicas que hablan de fracaso. Creo que es mucho hablar. El Primavera Sound ha tenido problemas, todos los festivales los tienen, pero el elenco ha sido estelar, y que el Fòrum esté con lleno hasta la bandera no es equiparable a fracaso. Más bien al contrario. Entre éxito y fracaso, apunto a éxito.

No estamos para perder comba en casi nada. Hemos de aprovechar las nuevas oportunidades sin cerrar puertas. Ni en turismo, ni en restauración, ni en ocio, ni en cultura, ni en infraestructuras, ni en industria. Todo debe ser estudiado con cariño. Con minuciosidad si quieren, pero sin los apriorismos que lo rechazan absolutamente todo. El Primavera Sound se va y si no estamos hábiles se irá para no volver. Se ha cerrado un acuerdo hasta el 2027. Salvados por la campana aunque lo tenemos todo en contra a pesar de este acuerdo. El Primavera Sound ha iniciado un camino que se intuye de no retorno, al menos con este ayuntamiento. Adéu, de momento, Primavera Sound, que tengo el alma en pena.