Todos sabemos que existe la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), pero no me consta que exista la PAA (Plataforma de Afectados por el Alquiler). Personalmente, me parece un poco extraño que los inquilinos que viven de alquiler no cuenten con una asociación que defienda sus intereses. A fin de cuentas, hablamos de personas más necesitadas que las que componen la PAH, formada por gente a la que le ha pasado por la cabeza la posibilidad de adquirir una vivienda, o por excéntricos, como es mi caso, que no creen en la compra porque consideran que están en este mundo de paso y se han hecho a la idea de pagar cada mes por el simple hecho de vivir bajo techo hasta que la diñen (podríamos decir que la compra de un piso es una muestra de optimismo y fe en el futuro, mientras que el alquiler solo lo es de cierto fatalismo basado en la evidencia de que, cuando la palmes, no te podrás llevar nada contigo al otro barrio).

Pero dejémonos de filosofías de estar por casa (nunca mejor dicho). Los alquileres en Barcelona no paran de subir mientras los salarios no paran de bajar. Según las últimas noticias al respecto, el alquiler de un apartamento en nuestra querida ciudad supera, por término medio, los mil euros mensuales (para ser exactos, se pone en los 1066). No es de extrañar, pues, que cada vez más gente huya de la ciudad para refugiarse en un pueblo… Donde la situación tampoco es como para echar cohetes, precisamente, ya que los últimos datos al respecto informan de que el precio medio del alquiler está en los 805 euros. Y, evidentemente, los sueldos no crecen a la velocidad debida para poder seguir el ritmo frenético de los alquileres: vivir en la propia ciudad se ha convertido en un lujo para los barceloneses, pero no parece que semejante asunto constituya una de las principales preocupaciones de nuestros gobernantes locales y autonómicos.

Imagen de archivo de pisos de alquiler en Barcelona / ARCHIVO

Imagen de archivo de pisos de alquiler en Barcelona / ARCHIVO

Barcelona sigue así el camino de ciudades como París, Londres o Nueva York, ciudades que expulsan a sus habitantes para sustituirlos por gente adinerada, ya sea para ocupar casas y apartamentos o para especular con ellos. Si al precio del alquiler sumamos el incremento de la cesta de la compra, totalmente desatado desde hace un tiempo, más lo parco de una gran mayoría de los sueldos, tendremos que cada vez hay más gente que no puede permitirse el lujo de vivir en la millor botiga del món. Y aunque ya sé que estas cosas no se pueden solucionar por decreto, tampoco veo grandes iniciativas de nuestro ayuntamiento para ponerles coto. Sí, vivimos en una sociedad capitalista en la que impera la ley de la oferta y la demanda. No tiene que ser fácil convencer a grandes tenedores, fondos buitre y ciudadanos particulares de que le aflojen un poco las riendas al ciudadano para que pueda vivir decentemente. Pero no me resigno a aceptar que lo único que podemos hacer es reconocer que así son las cosas, que así está el patio y que al que no le guste la situación, que se largue.

EL DESTINO DE BARCELONA

En los años 70, Nueva York era una ciudad en quiebra, sucia y peligrosa, pero acogía a una comunidad artística muy variopinta que agradecía los alquileres baratos y que dio lustre a la comunidad en diferentes campos creativos, de la pintura al rock, pasando por el cine. Actualmente, es una comunidad de ricachones internacionales en la que el creador más cercano hay que buscarlo en Nueva Jersey o Pensilvania, pues no se puede permitir alquilar un apartamento en Manhattan ni en Brooklyn. Resultado: una ciudad culturalmente empobrecida y destinada a albergar a gente con mucha pasta. ¿Es ése el destino de Barcelona? Lo parece cuando ves promociones como la del bloque de apartamentos de Diagonal con Paseo de Gracia, en el que el ático de vistas suntuosas se ofrecía por algo más de veinte millones de euros. Pero Barcelona, pese a los deseos del candidato Vosseler a la alcaldía, no es la Nueva York del mediterráneo, sino una pequeña ciudad europea que tiene su gracia, pero no puede competir con Londres o París, una pequeña ciudad con más pretensiones que realidades que debería preocuparse por lo fundamental y no lo hace.

Construcción de un bloque de pisos contenedor en Barcelona / AYUNTAMIENTO DE BARCELONA

Construcción de un bloque de pisos contenedor en Barcelona / AYUNTAMIENTO DE BARCELONA

Con sueldos que a veces no llegan ni a mileuristas, ¿quién puede permitirse pagar más de mil euros al mes por un apartamento de alquiler? Yo diría que cada vez menos gente. Y eso que se supone que tenemos a la izquierda humanitaria en el poder, cuyas promesas de obra pública asequible y razonable casi nunca se convierten en realidad. Es imposible hacer frente a un alquiler que supera tu sueldo, o que se lleva más de la mitad de éste. Estamos ante una situación de emergencia habitacional y nadie parece saber cómo solucionarla. ¿Hay algún candidato a las próximas municipales que haya dicho algo al respecto? Si así ha sido, yo no me he enterado.