Ada Colau es el máximo exponente del declive que ha sufrido la política española, catalana y barcelonesa en los últimos años. Así, en lugar de obedecer al principio de servicio público y gestión eficiente de lo común, Colau ha convertido la administración de la ciudad en un medio para el poder. La intención es clara: implantar una agenda ideológica en contra del interés de los barceloneses.

Como es habitual en Colau, experta en gastar el dinero de los ciudadanos para su propio beneficio (casi 40 millones de euros en publicidad, según nuestros cálculos), ahora se centra en promocionar uno de sus proyectos más impopulares. A este respecto, lo último de la alcaldesa ha sido la organización de una fiesta de precampaña a pocas semanas de las elecciones municipales en una superilla del Eixample.

No solo nos encontramos ante un ostensible acto de propaganda con dinero público, sino que, además, se celebra en un espacio que se ha convertido en un auténtico suplicio para los vecinos y comerciantes de la zona. La superilla es un proyecto que no ha pedido nadie, que genera problemas de movilidad y que, además, ha costado 53 millones de euros a los contribuyentes. Es también la excusa perfecta para poner en práctica aquello que más les gusta a los comunes: prohibir y regular.

Además, no es casualidad que este despropósito tenga lugar ahora, justo cuando queda poco tiempo para las elecciones municipales. La alcaldesa sabe que su proyecto de las superillas no tiene el respaldo de la mayoría de los ciudadanos, por lo que necesita hacer propaganda para promocionarse a sí misma y a su proyecto. En realidad, la mayoría de sus políticas no tienen el respaldo de los ciudadanos, y ella sabe que su popularidad está cayendo en picado.

Cada día que pasa Colau en el Ayuntamiento es un día perdido para mejorar la calidad de vida de los barceloneses. Y es que todo el dinero público que ha malgastado y malgastará mientras siga en el cargo en medidas superfluas, que buscan apuntalar su ideología sectaria, son euros que podrían invertirse en otras reformas vitales para la ciudad. Como muestra de ello, únicamente hace falta ver las asignaturas pendientes de esta administración. Mantener las aceras limpias y bien pavimentadas, las calles seguras para que los vecinos puedan pasear sin miedo, la persecución a los criminales y la supresión del vandalismo. Especialmente sangrantes son las mafias de la okupación o de los narcopisos, que plagan Barcelona. Solo Valents denuncia la seriedad de la situación en la que se encuentra la ciudad sin ambages. Solo Valents volverá a reconciliar la disciplina política con su más genuino significado: la búsqueda del bien común, y no del propio.

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Eva Parera, candidata a la alcaldía de Barcelona por Valents