Autogoles se han marcado muchos, cierto. Por la escuadra, y también a partir de esos rebotes o de cabezazos que intentan despejar el balón y acaban en gol, ante la desesperación del portero. Pero la influencia exterior también ha sido importante. Lo que se juega Barcelona en las elecciones municipales es esencial, también, para el conjunto de España. Y, como en otras ocasiones, la disyuntiva es clara: ¿se desea o no que Barcelona sea la gran co-capital de España? ¿Quién está dispuesto a ello, y quién tratará de impedirlo?

Es interesante releer a Pasqual Maragall, que ha marcado el destino de Barcelona y que es el gran referente de la mayoría de candidatos a la alcaldía, comenzando por su hermano, el ahora republicano Ernest Maragall. El ex alcalde de la ciudad publicó en febrero de 2001 en el diario El País un artículo esencial: Madrid se va. Es curioso, o no tanto, que la misma tesis la defendiera el Círculo de Economía en su nota de octubre de ese mismo año, con Salvador Gabarró como presidente. Lo que se exponía era que la gran ciudad de Madrid quería caminar sola –una especie de independencia de España, mucho antes del proceso soberanista en Catalunya—como gran urbe conectada con Latinoamérica, interesada únicamente en el resto de España en la medida en que pudiera “ir a buscar pequeñas y medianas empresas en venta para mejorar posiciones, sector por sector, antes de dar el salto al otro lado del charco”.

Y aquella percepción de Maragall, corroborada por el Círculo de Economía, algo que irritó sobremanera a JordI Pujol, porque consideraba que había podido parar ese proceso con los acuerdos del Majestic alcanzados con el PP en 1996, se fue haciendo realidad. Hasta el punto de que el mismo Maragall aseguraba, dos años después, que el proceso había culminado: Madrid se ha ido, en julio de 2003.

La defensa de Maragall para reclamar más polos económicos se basaba en el propio mercado. No buscaba un intervencionismo del Estado, sino que el Gobierno central dejara al mercado marcar sus leyes. Y señalaba, con una referencia a uno de los candidatos actuales a la alcaldía: “Los catalanes (excepto el desorientado Pujol, a quien esos temas no han interesado nunca mucho, y el enternecedor Trias, que amenaza al PP con no votarle ¡a partir del 2004!), los catalanes normales y corrientes, de derechas y de izquierdas, preferirían que el mercado decidiera esas cosas y entonces veríamos si es verdad o no que quien decide es la economía y no el Estado (es decir AENA, el amo público de los aeropuertos)"

La paradoja es que fue AENA, el pasado año, el organismo público-privado, quien ofreció una inversión para ampliar el aeropuerto de El Prat que la Generalitat no vio clara. Pero lo que Maragall puso sobre la mesa es la posibilidad de que hubiera, realmente, dos grandes polos económicos en España, sin la preponderancia de Madrid.

Esas cuestiones parece que no se quieren interiorizar de ningún modo por parte de los dirigentes políticos madrileños. La presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, pronunció un discurso hace unas semanas en el Círculo Ecuestre de Barcelona que casi parecía un parte de guerra, señalando que la capital catalana era poco más o menos un erial, desertizado por los independentistas. Y ¡recibió aplausos!, sin voces que, por lo menos, matizaran esa impresión.

Volvamos a la idea del autogol. Ha habido errores graves por parte los dirigentes nacionalistas locales. Pero también hay decisiones que no se pueden obviar. Y Madrid ha sido el proyecto más exitoso de los gobiernos centrales, que consideraron que para competir globalmente sólo se podía hacer a partir de un gran centro, que llega a atraer ya el 70% de la inversión extranjera en España. ¿Es que todas las empresas invierten físicamente en Madrid? No, pero sí aterrizan, nominalmente, esas inversiones, porque allí oficializan sus sedes. Y esa es la realidad.

Aunque todos los gobiernos, de diferente color, han apostado por ese centro, se ha dedicado con más entusiasmo el PP. Y al PP le correspondería romper esa tendencia, si de verdad cree que Barcelona es una gran ciudad española. El candidato Daniel Sirera ha lanzado la idea de que se abra una subsede del Museo del Prado en Barcelona. ¿Es sólo un gancho electoral?

Hay muchas cuestiones en el aire: inversiones que se puedan ejecutar y seguir en el tiempo en Cercanías –ya se están haciendo, pero nadie está seguro de que se mantengan--; apuesta por una vivienda pública en todo el Estado, pero que tenga mayor incidencia en la capital catalana y su área metropolitana. Apuesta por dotar a los ya existentes equipamientos culturales con partidas económicas generosas y, también, sostenibles en el tiempo. La idea, en definitiva, de que Barcelona debe ser co-capital, de verdad, de España.

Eso quería Pasqual Maragall, para rechazar, al minuto siguiente, un proyecto rupturista, como el que se puso en marcha en 2012. Y en las elecciones del 28 de mayo se podría dilucidar esa incógnita: ¿Se podría cerrar definitivamente las puertas al proceso independentista con una apuesta distinta? El PSC de Jaume Collboni pretende que sea así. Pero la fuerza política más decisiva para ello es el PP, que podría estar a punto de gobernar España.