El gobierno de Ada Colau ha abandonado la ronda de Sant Antoni. Vecinos y comerciantes hace cuatro años que esperan una reforma definitiva de la calle que no llega. En 2018 el proyecto estaba hecho y se paralizó. Mientras, el incivismo, el mercado de la miseria, las peleas y el trapicheo de droga se han apoderado de la ronda. ¿La razón? El Ayuntamiento no ha quitado la losa de hormigón que ocuparon las carpas provisionales de los comerciantes mientras se remodelaba el mercado histórico. Hartos, los afectados han montado la Plataforma d'Afectats per la Llosa de Sant Antoni. Sus demandas son claras: abrir la ronda a la circulación y ejecutar cuanto antes la remodelación definitiva de la arteria. Pero tienen para años. Colau tiene otras prioridades.

La alcaldesa ejecutará en menos de un año las obras de la llamada superilla Barcelona. Cuatro calles del Eixample se convertirán en ejes verdes: Consell de Cent, Girona, Rocafort y Comte de Borrell. Y en cuatro esquinas, las de la calle del Consell de Cent con Rocafort, Comte de Borrell, Enric Granados y Girona, se habilitarán cuatro grandes plazas. Las obras empezarán en junio y estarán acabadas el primer trimestre de 2023, justo antes de las elecciones. La remodelación costará la friolera cantidad de 52,7 millones de euros. Y por el camino, el Ayuntamiento prepara una exposición de las superilles que se licita por unos 70.000 euros.

El gobierno de Colau tiene claras sus prioridades, y muchas de ellas son ideológicas. Para algunos proyectos se tira la casa por la ventana; para otros no hay un duro. Comparto con el Ayuntamiento que hay que reducir la contaminación y combatir la emergencia climática, pero poner en marcha una superilla en el distrito con mayor movilidad de Barcelona sin adecentar Rodalies y poner los necesarios park & rides en los accesos a Barcelona es una temeridad. El RACC ha alertado de más ruido y contaminación en otros puntos de la ciudad. Es cierto que es parte interesada, pero los coches son los que son y no desaparecerán porque Colau haga una superilla. Colau parece que ha empezado la casa por el tejado. 

En la ronda de Sant Antoni, vecinos y comerciantes se miran la lluvia de millones con sorpresa, indignación y críticas moderadas: 52,7 millones para la superilla, 32,9 millones para pacificar vía Laietana (que espera una reforma desde hace 13 años), un tranvía que costará entre Glòries y Francesc Macià unos 175 millones entre Generalitat y Ayuntamiento. Solo en subvenciones, el gobierno de Colau alcanzó en 2020 la friolera cantidad de 76,9 millones de euros, 12,9 de ellos en ayudas nominativas. Pero en cuatro años, el ejecutivo de la ciudad no ha sido capaz de encontrar el dinero para arreglar la ronda de Sant Antoni o hacer un nuevo proyecto, y ha dejado que se convierta en un basurero, una vergüenza y un escándalo en mayúsculas. En la plataforma de vecinos y comerciantes no gritarán más de la cuenta -son muy educados-, pero ya estamos nosotros aquí para darles voz.

Ahora, y después de que hayan empezado a movilizase y a plantar cara, el Ayuntamiento ha escuchado a vecinos y comerciantes de Sant Antoni. Pero que no esperen milagros. De momento, más allá de tener Guardia Urbana las 24 horas del día, que ya es mucho, el distrito solo tiene buenas palabras para ellos. La redacción del proyecto definitivo podría estar listo, en el mejor de los casos la primavera de 2023 -veremos si esta vez cumplen-, lo que sitúa una futura remodelación a tres o cuatro años vista. Sí han logrado, parece, parar las obras provisionales de la ronda, que costaban más de 700.000 euros, y pasaban por poner camas elásticas y otras áreas de juegos que hubieran hecho las delicias de los incívicos. ¿Se lo imaginan ustedes?

Señora Colau, el problema de la ronda de Sant Antoni tiene fácil solución. Quite la losa de hormigón, abra la ronda otra vez al tráfico y redacte el proyecto de la reforma definitiva de una vez por todas. Vecinos y comerciantes se lo agradecerán. Y a lo mejor, con suerte, gana unos votos.