Colau ya nos dice como es. Se borra de todos aquellos foros, jornadas o debates que no le bailan el agua o no tienen otro objetivo que engrandar su figura. Debatir, y por tanto tratar de convencer, no figura en su decálogo. No trata de contraponer posturas con espíritu crítico, prefiere el aplauso fácil y el seguidismo. Es decir, el sectarismo.

Desperta BCN! ha sido un foro de referencia esta semana pasada en la capital catalana. Instituciones, empresas y entidades han puesto negro sobre blanco sus posiciones en temas variados, que van desde la cultura al aeropuerto, pasando por la economía, la colaboración público-privada, el transporte o la vivienda. Todo lo susceptible de ser tema de debate estaba sobre la mesa. Los partidos también se mojaban. Menos los comunes. El partido morado ha mostrado un silencio ensordecedor, el mismo que le ha acompañado durante estos ocho años, donde el debate y el consenso siempre han brillado, por su ausencia claro.

Enrocarse en los maximalismos nunca es una buena estrategia en política porque, emulando a Junqueras, no amplías la base sino que te refugias solo en tus partidarios. Y solo con tus partidarios no se ganan unas elecciones. Colau está haciendo caso omiso a las encuestas que apuntan, en su totalidad, a la pérdida de fuelle de los comunes. Y perder fuelle en unas elecciones tan competidas significa perder los comicios.

Colau afronta este último mes en tercera posición. Por delante Collboni que, poco a poco, se distancia y tiene todavía una autopista por recorrer en ese 20% de indecisos que apuntan las encuestas. Y también por delante Xavier Trias, que si bien experimenta un cierto cansancio sigue manteniendo el tipo aunque trata de quitarse el apoyo de Laura Borràs. Colau también es un daño colateral de la trifulca entre Yolanda Díaz y Podemos. Colau, Mónica García y Compromís muestran el desgaste demoscópico que provoca la bronca entre ambos proyectos. Yolanda Díaz y Pablo Iglesias, conscientes del desgaste, parece que han enterrado el hacha de guerra hasta después del 28-M. Incluso hay quien dice en los mentideros madrileños que en Podemos un tortazo electoral de Colau sería bien recibido para criticar a Yolanda Díaz.

Mientras todo esto sucede, Colau se ha encerrado bajo cuatro llaves y elude los debates. Seguramente porque la alcaldesa que lleva ocho años en el cargo no domina los temas en exceso, y delega siempre en Janet Sanz o Jordi Martí. Llegará un momento que no los podrá eludir y tendrá que debatir, sobre Barcelona y no sobre el sexo de los ángeles, en los cuadriláteros electorales con Collboni, Trias, Maragall -que cuenta los días que le quedan para irse a su casa-, Parera y Sirera. Entonces sabremos quién conoce Barcelona, qué proyecto de ciudad tiene, y cuáles son sus soluciones. Sabremos quién tiene los números suficientes para ser el futuro alcalde o alcaldesa de la ciudad. Hasta ahora, Colau prefiere hablar de cualquier cosa menos de Barcelona, prefiere entrevistas masaje y elude foros de debate como Desperta BCN!. Sin duda, Barcelona está despierta. El tejido asociativo funciona a pesar de que la alcaldesa está dormida.