A estas alturas de la película, deberían saber que Cataluña es el área metropolitana de Barcelona y sus alrededores. Parafraseando aquello que decían de la General Motors, si Barcelona estornuda, Cataluña pilla una gripe. Pero, una vez más, contemplamos con estupor la indiferencia y la ineptitud de los gobiernos municipal y autonómico. Ya perdimos la Agencia Europea del Medicamento por hacer el tonto y Volkswagen, después de los feos de nuestras autoridades y la poca confianza que inspiran, se ha largado con su fábrica de baterías a otra parte. De la suerte de Nissan, de la que nos avisaron con suficiente antelación, mejor no hablar. Etc.

La última ha sido el anuncio de las nuevas sedes para la Agencia Espacial Española y la Agencia Española de la Supervisión de la Inteligencia Artificial.

Es cierto que el Ayuntamiento de L’Hospitalet de Llobregat pidió la agencia del espacio, pero no consiguió más apoyo que algunas palmaditas en la espalda. También es cierto que el Ayuntamiento de Barcelona se postuló para que eso de la inteligencia artificial viniera a nuestra ciudad, pero no es menos cierto que el Govern de la Generalitat se hizo el sueco y miró hacia el otro lado, sin mostrar ni el más mínimo interés en este asunto.

Las cosas del espacio han ido a parar finalmente a Sevilla, que tuvo que competir con otras veinte ciudades. Era muy difícil que fuera a parar a otro sitio, pues 14.500 personas trabajan en el sector aeroespacial en Andalucía, que factura más de 2.400 millones de euros al año. Así y todo, se estima que esa agencia generará casi seis mil puestos de trabajo y una inversión de más de 300 millones de euros el primer año.

A Coruña se llevó la agencia de la inteligencia artificial. Aquí sí que Barcelona tenía una buena mano para llevársela, pero nadie se interesó demasiado. Ni siquiera los periódicos. Seguro que alguno de mis lectores se habrá enterado ahora de que tanto Barcelona como L’Hospitalet de Llobregat eran candidatas a albergar una u otra agencia estatal.

No digo que nos hubiéramos llevado alguna de estas agencias, pero podríamos haber mostrado más interés. Seamos realistas y maquiavélicos: el gobierno español está negociando los Presupuestos del Estado con los republicanos catalanes y éstos podrían haber puesto alguna agencia sobre la mesa. Así, con un par. Si hubieran querido, hoy tendríamos una agencia estatal en nuestra área metropolitana, con todo lo que supone en inversiones, infraestructuras y puestos de trabajo de calidad.

Pero no, aquí el menda negocia qué hay de lo mío. No hablaré de la derogación del delito de sedición que se nos viene encima, porque hablaría sin saber, que no entiendo de leyes. Sólo diré que los responsables de lo sucedido en septiembre de 2017 y demás no pueden salir de rositas. No. Podríamos tragarnos los indultos como necesarios, como quien traga un sapo, pero nos gustaría que la otra parte, la que quebrantó la ley y tanto daño ha hecho, también cediera algo de su parte, que bien sufrimos todos su estupidez.

Es que me pongo de mal humor. No piden que venga una agencia estatal a nuestra ciudad, pero piden que les perdonemos lo de meter la mano en la caja pública, eso que llaman malversación de fondos. Que tenemos 'una llarga tradició nostrada', que llevamos a Pujol en el corazón, compréndanlo.

Lamentable, triste y además, un grave error.

Si uno mete mano en la caja pública para hacerse con unos dinerillos para el chalé… La carne es débil y la tentación, muy fuerte. Por eso legislamos contra quien pretende enriquecerse con los bienes públicos, como debe ser. Ahora bien, una cosa es querer llevarse un sobresueldo a casa y otra muy diferente ¡y mucho más grave! es robar dinero de las arcas públicas para promover el quebrantamiento de las leyes y suprimir las libertades de los ciudadanos. Quien hiciere esto último, debería chupar calabozo durante años, es lo que pienso. Quizá piense mal, pero entonces díganme por qué.

El problema es que el pujolismo pervive y los de siempre se creen que la caja pública es suya y pueden hacer con ella lo que quieran. Y lo hacen, eso es lo triste. Seguimos con el 3% y las luchas intestinas del procesismo son peleas de comisionistas que no quieren perder su trozo del pastel.

Qué vergüenza siento ante nuestra izquierda cerrando los ojos bien fuerte ante todo esto, qué vergüenza.