Los partidos políticos piden coherencia a sus adversarios. Les reclaman que tomen decisiones a partir de prácticas anteriores, de una cierta cohesión ideológica, y siempre teniendo en cuenta que el momento, la coyuntura, es muy importante. Es cierto que los mismos ciudadanos pecan de incoherencia. Depende de quién les pida el voto, de sus experiencias vitales, de lo que hayan escuchado por parte de un familiar o un amigo. Son partidarios de la recogida selectiva de basura, por ejemplo, pero se cansan de reciclar en casa, y acaban colocándolo todo en una bolsa. ¡Que reciclen otros!, llegan a decir.

Pero el caso de ERC es realmente curioso. ¿Se sabe qué defienden los republicanos en Barcelona o en el conjunto de Catalunya? Hubo un tiempo en el que quisieron ser liberales, dejar atrás la cansina canción de que los ricos se lo llevan todo. Con Joan Puigcercós, hace muchos años (¿tantos?), apostaron por reducir el impuesto de Sucesiones, para favorecer a las amplias clases medias. Más tarde reclamaron subirlo, y también instaurar, y con fuerza, el impuesto de Patrimonio. Hablan ahora de clases populares, pero maldicen a los socialistas, que –se diga lo que se quiera—concentran su voto una y otra vez en los barrios más humildes de la ciudad. ¿No cuentan los votantes de Nou Barris como clases populares, no son objeto del deseo para ‘ampliar la base’ del independentismo, como pretendía Oriol Junqueras no hace tanto tiempo?

Señalan que no quieren saber nada de los convergentes –a los de Junts per Catalunya les siguen llamando así, con el objetivo de fondo de acabar con ellos de una vez—pero ahora se prestan para dar su apoyo a Xavier Trias, adalid de todo lo que ha representado Convergència en Barcelona y en Catalunya. Y lo hace ¡atención!, un veterano político que ha vivido siempre gracias al PSC, partido al que ayudó –tampoco hay que olvidarlo—pero que desde hace unos años dice que es de ERC: Ernest Maragall.

Es la posición de los republicanos. Y no hay nada que objetar. Tienen toda la legitimidad para llegar a los acuerdos que consideren para asegurar la gobernabilidad en Barcelona –aunque el acuerdo con Trias no serviría de mucho, porque solo aportaría cinco concejales a los once de Junts per Catalunya, lejos de los 21 concejales que marca la mayoría absoluta.

El caso es saber dónde tiene la mano derecha Esquerra Republicana. ¿Nacionalista y de izquierdas? Y eso, ¿qué quiere decir exactamente hoy, en 2023? Ernest Maragall criticó con dureza al socialista Jaume Collboni durante la campaña electoral, al señalar –y es una crítica que puede tener una base sólida—que el modelo del PSC es anticuado, porque propone un crecimiento económico clásico, “de buscar la cantidad, él más en todo”. Pero resulta que en esos mismos días de la campaña electoral Trias definía su modelo económico como prácticamente calcado al del socialista Collboni.

Entonces, ¿será la cuestión nacionalista, porque ERC ve en Trias un gran estratega para que Barcelona se convierta en la punta de lanza del independentismo en los próximos años? ¿Será que Oriol Junqueras ve ahora en Carles Puigdemont el gran faro que iluminará a todos los catalanes hacia la independencia?

Los republicanos no saben dónde tienen su mano derecha, ni la izquierda. Dicen cosas, --como diría Rajoy—y se mueven. Pero es complicado definir qué modelo tiene ERC, para Barcelona o para Catalunya, más allá de la retórica cansina de Junqueras.

Lo que ha resultado, lo tangible en el último mandato municipal, es que ERC ha apoyado la mayoría de medidas del gobierno de coalición entre los comunes y los socialistas, con los presupuestos incluidos. A veces a disgusto de Maragall, pero obligado a secundar las cuentas municipales tras la orden de Pere Aragonès.

Hay una cosa curiosa en todos los partidos. No le sucede únicamente a ERC. Pero nos centramos en Barcelona y en los republicanos. Si Esquerra ha perdido cinco de los diez concejales que obtuvo en 2019, ¿en qué votantes se debe fijar, en los que ha perdido o en los que mantienen la fidelidad de voto? Porque si atendiera a los cinco obtenidos, se podría llegar a la conclusión de que han votado a ERC porque han avalado su actuación en la ciudad en los últimos cuatro años. Si esos votantes han visto bien que Ernest Maragall blindara el gobierno municipal de Colau y Collboni, ¿por qué ahora quieren hacer alcalde a Xavier Trias?

¿Dónde está la mano derecha de ERC? Maragall, Junqueras y Aragonès todavía la buscan.