Cineasta, poeta, novelista, ensayista, homosexual, católico, marxista, pensador, transgresor y lúcido, Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922 –Ostia,1975) escribió el ensayo Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas. Afirmaba que el capitalismo había falsificado la libertad sexual y advertía: “Quiero comenzar de cero, hacer películas donde continúe presente el problema sexual, pero no entendido como pura libertad, porque el consumismo ha adaptado y falsificado esto, sino de una forma más problemática y dramática”. Lo asesinaron.

Enemigo implacable de la sociedad de consumo, lamentaba: “Esa libertad sexual por la que yo he peleado tanto, hela aquí, la tenemos a nuestro alrededor, todos los días, es algo espantoso”. Lo que no podía imaginar es que lo que la sociedad capitalista convirtió en gran negocio, los actuales supuestos antisistema y las podemitas harían crecer otro negocio aún mayor. Consiste en ministerios, chiringuitos, asesorías, enchufismos, educadores y reeducadoras, leyes y leguleyas, psiquiatras y psicólogos, reglamentos, demagogia y manipulaciones. Así como propagandas al más puro estilo de la inquisición católica, el talibanismo mahometano y un puritanismo laico y sectario que no comporta más que incongruencias, extravíos, confrontaciones y traiciones ideológicas.

Pasolini tampoco pudo imaginar que se crearían otros negocios expansivos como la enseñanza de la masturbación en los parvularios y de sexo oral a los preadolescentes. O las expertas en mil y un asuntos vaginales auto-satisfactorios sin penetraciones. Ni la publicidad de compresas, tampones y copas menstruales a las horas de comer y estos regalos en los institutos, además de bragas reciclables. Sin olvidar las redes de locales y centros subvencionados para elegetebeimáscu. Es decir, algo semejante a lo que el intelectual italiano consideraba: “una falsa tolerancia concedida desde arriba, por ese nuevo modo de producción que quiere que el sexo sea libre porque donde hay libertad sexual hay un consumo mayor. Es así como han nacido los guetos pornográficos en Copenhague”. En definitiva, el retro-progresismo más reaccionario disfrazado de revolucionario.

Sin nada nuevo que aportar desde la sopa de ajo, salvo un aumento de delitos sexuales de mayores y menores, una reducción de penas a los violadores, la indefensión y el terror de sus víctimas, los cambios de sexo a la carta y otros inventos dignos de acabar en los juzgados de guardia o en un frenopático, las feministas podemitas también se han sacado de la manga conceptos como nuevas sexualidades, y su ministro del interior se dedica a enseñar a las fuerzas de seguridad palabros como antrosexual, birromántico, grisexual, homorromántico, pangénero o panromántico. Algo que aterroriza a filólogos y a la Real Academia.

Constituida en una nueva iglesia laica, represora y pasada de moda, la falsa nueva izquierda, con su puritanismo patético y su histérica policía moral, predica su catecismo patético y destructivo. Pasolini filmó una extraordinaria película como es El Evangelio según San Mateo (1964), y cuando lo mataron la derecha italiana se alegró. La casta española de ahora lo remata y profana su tumba y su legado intelectual y anticapitalista.