Aunque los comunes de Ada Colau son muy buenos a la hora de alumbrar ideas de bombero, hay que reconocer que quienes se llevan el gato al agua en ese tema son las chicas de la CUP. Lo estamos volviendo a comprobar con su actual candidata a la alcaldía de Barcelona, Basharat Changuerra Canalejo (Nou Barris, 1984, padre guineano y madre cordobesa), que también se hace llamar -¿dependiendo de la ocasión?- Basha Changuerra o Basharat Changue y que se define como antirracista y afro feminista. Lo primero que hemos sabido de ella es que hay que poner orden en el racismo catalán porque parece que, aunque no seamos conscientes de ello, lo seguimos celebrando a través de asociaciones como la Red de Municipios Indianos y jolgorios como la Feria de Indianos de Begur. Por no hablar de las habaneras, que, según la señora Changuerra, se prestan a la reescritura o, directamente, a la cancelación, empezando por la más famosa de todas, El meu avi, compuesta en 1968 por el coronel José Luis Ortega Monasterio (Santoña, 1918 – Barcelona, 2004) y versionada gloriosamente por Los Manolos cuando los fastos olímpicos de 1992.

Tengo la impresión de que desde el punto de vista del antirracismo seguro que hay asuntos más urgentes que tratar que la existencia de la Red de Municipios Indianos y la Feria de Indianos de Begur (dos cosas de las que yo no había oído hablar en mi vida). Y detectar racismo en las habaneras – en su origen, unas cancioncillas con las que los pobres infelices enviados a la guerra de Cuba intentaban ligarse a las chicas locales, motivo por el que solían estar escritas en castellano, aunque el régimen lazi se apoderara ipso facto de ellas y se sacara de la manga un montón de habaneras en catalán- me parece una exageración. Preguntada en concreto por El meu avi, la señora Changuerra respondió, aproximadamente, que no acababa de aprobarla porque detectaba cierto paternalismo heteropatriarcal rayano en el racismo puro y duro que no le parecía nada bien. Insinuaba incluso, si no recuerdo mal, que igual habría que hacerle unos cambios a la célebre habanera del coronel para que resultara más adecuada para los tiempos que vivimos.

Sin darse cuenta aparentemente, la extrema izquierda (que es lo que cree ser la CUP) se suma al movimiento woke a la hora de embellecer teóricamente el pasado. Está sucediendo especialmente en el mundo anglosajón, donde se habla de reescribir ciertos libros para que no ofendan a nadie que los lea actualmente. Entre esos libros figuran los de Roald Dahl, Enid Blyton o Ian Fleming, cuyo estilo y tono hay quien considera inadecuados para este presente en el que se multiplican a diario los colectivos de ofendidos y ofendiditos. A dichos colectivos me gustaría decirles que no se pueden juzgar las cosas del pasado con la mentalidad del presente. Y sí, puede que James Bond fuese un cerdo machista, pero eso es precisamente lo que le ha convertido en un anacronismo entrañable. Por lo que respecta a Enid Blyton, no hace falta que se especifique que la niña que se hacía llamar Jorge en las aventuras de El club de los cinco era lesbiana, pues todos los que leímos de críos esas novelas no es que lo diéramos por hecho, pero algo nos olíamos.

Y en cuanto a la posible cancelación de El meu avi, se parece mucho a matar moscas a cañonazos. La habanera de Ortega Monasterio solo habla de unos chavales de Calella de Palafrugell que pringaron en la guerra de Cuba mientras se morían de nostalgia y soñaban con volver a casa y apretarse un buen cremat. No tengo nada en contra del antirracismo ni del afro feminismo, pero si lo primero que oigo de la candidata de la CUP a la alcaldía de mi ciudad es que hay que eliminar el término indiano y cancelar según qué habaneras, apaga y vámonos, Basharat. O Basha, depende, aunque no sé de qué, pues esta mujer que quiere ser alcaldesa parece que no se aclara ni con su propio nombre.