Ada Colau ha destinado más de 7,5 millones de euros de los fondos Next Generation a dos entidades madrileñas para atender a 175 personas sin techo. Pero no ha dedicado ni un euro a la Fundació Arrels de Barcelona, que ayuda a miles de personas que malviven en las calles y pasa su peor situación económica desde que fue creada en 1987. El motivo de semejante discriminación es la fobia de la alcaldesa por la inspiración y orígenes cristianos de la entidad. Además de su resentimiento, porque Arrels siempre ha mantenido su independencia a la hora de criticar y denunciar las políticas municipales en asuntos de vivienda y servicios sociales. Considerada pionera y modélica en la ayuda a personas menesterosas, Arrels es muy apreciada en Barcelona y su labor es ejemplar. Sin embargo, ha anunciado que no puede atender a más personas sin hogar a causa de las subidas de precios.

Aprovechando esta situación límite para estrangularla económicamente, Colau ha firmado el convenio multimillonario con las entidades Hogar Sí y Provivienda. En una figura la exdirectora general del Ministerio de Diversidad Familiar y Derechos Sociales, cuya superiora es la ministra de Igualdad, Irene Montero. En la otra, el concejal de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid. El crecimiento de ambas es gracias a contratos oficiales. El 87% de los ingresos de Hogar Sí provienen de fondos públicos. Y Provivienda tiene su sede central en Madrid, que no ofrece atención directa. Sus sucursales en Barcelona son dos bajos y un llamado observatorio que huele a turbio Observatorio Desc, del que surgió Colau. Todo indica que son entramados podemitas de empresas, cooperativas y negocios disfrazados de asociaciones benéficas y oenegés. 

Acostumbrada a regar chiringuitos, asociaciones y fundaciones amigas, cosa que le ha costado ser acusada de presuntos delitos de prevaricación, fraude, malversación, negociaciones prohibidas a funcionarios y tráfico de influencias, la alcaldesa reincide al destinar fondos públicos a tramas políticas y empresariales de sus jefes y jefas de Podemos en Madrid. De paso, persiste en su intento de acabar con Arrels, que pide ayuda a la ciudadanía para que colabore con su labor humanitaria en una ciudad donde mueren en la calle más de ochenta personas cada año. Y cuando el aumento de personas atendidas ha sido de un 87%, pasando de 658 del 2021, a las 1.231 de junio de este año. Además, Arrels ha concienciado a la sociedad sobre la falta de viviendas asequibles desde mucho antes de la aparición de Colau disfrazada de abeja.

Para la alcaldesa y lideresa de su Inquisición Laica y su causa general contra el catolicismo, los pecados de Arrels son asistir a personas sin hogar, mejorar su situación, proporcionarles alojamientos, atención social, sanitaria y cubrir sus necesidades básicas. Trabajos que no pueden acometer los servicios sociales de Colau por su falta de medios. Hay en catalán la palabra escanyapobres, que en castellano viene a significar: “Persona que usa o abusa económicamente de los pobres, en especial usurero”. Y: “Persona que obtiene un beneficio muy alto de cualquier negocio”. Algunos sinónimos son: avaro, garrapo, prestamista, rata… Suelen cobijarse y lucrarse en chiringos que se presentan sin afán de lucro. Disfrazan sus negocios con letra y música de supuesta nueva izquierda y se aprovechan de un público que cree a los que mienten. Como Colau, por ejemplo.