Imagino que Janet Sanz estará contenta. La planta de Nissan de Barcelona puede ser historia en los próximos meses si se confirman -y desgraciadamente parece que se confirmarán- los rumores que vienen el país del Sol Naciente. La concejal nos obsequió hace unas semanas con un “análisis” de la situación y afirmó: "Una medida estratégica es la reconversión industrial del sector automovilístico de nuestro país. Es ahora o nunca, han quedado muchas empresas afectadas con ERTE y con mucho excedente de producto sin vender, hay que evitar que se vuelva a colocar al mercado y hay que evitar que esto se vuelva a reactivar”.

Pues bien, parece que Nissan no se va a reactivar. Seguro que la señora Sanz tiene grandes ideas sobre esa “reconversión industrial” necesaria en el sector del automóvil. Quisiera oírlas, pero seguro que tendrán más interés los trabajadores de la empresa, muchos vecinos de la Ciudad Condal.

La tormenta se avecinaba. El centro de Barcelona no tenía buenos datos. Sus datos eran los peores del grupo. Los resultados financieros cayeron un 38%, apenas se fabricaron 55.000 vehículos, muy lejos de los 200.000 que puede producir. La crisis industrial será evidente en la ciudad si esto se produce, pero también la crisis social. Nissan Barcelona tiene 3.000 empleados, más los empleos indirectos que genera, y eso que aún no se sabe cuál será el futuro del centro de Montcada i Reixac. O sea, llueve sobre mojada y a la crisis social que se avecina por la pandemia, miles de familias sufrirán el cierre ansiado por Janet Sanz porque “hay que evitar que esto se vuelva a reactivar”. Pues bien, parece que sus palabras se han oído allende de los mares.

Nissan, ciertamente, tenía un problema de números, pero puede ser sólo la primera pieza de un puzzle. Está en el aire la alianza Nissan-Renault. Y si se produce una ruptura el futuro de Nissan en Europa está en juego. Tras Barcelona, la fábrica de Reino Unido tiene muchos puntos porque sus resultados tampoco son para tirar cohetes.

En esta tormenta perfecta, se esperan con impaciencia los análisis de la concejal Sanz. Si tan convencida estaba hace unos días, seguro que tiene en su cabeza un plan perfectamente detallado para poner soluciones sobre la mesa. Y si no lo tiene, estaría bien que diera explicaciones a los trabajadores y a sus familias. Y si no quiere hacerlo, en política hay un verbo que se puede conjugar en primera persona: dimitir. Para Janet Sanz, su sueño se puede convertir en pesadilla.