Janet Sanz pasa por ser la mano derecha de la alcaldesa. Básicamente porque no le quedaban. Unos fueron al Congreso, otros no quisieron volver a presentarse. Y otros fueron, simplemente, relegados. Con este escenario, Janet Sanz pasó a ser la sombra de Colau. La concejal atesora una gran capacidad para meter la pata. Lo ha hecho pidiendo -¿en serio?- la lapidación del sector del automóvil. "Es ahora o nunca. Hay que evitar que todo eso se reactive, por lo que necesitamos un plan estatal para que esa industria y esos trabajadores se puedan trasladar a sectores más limpios", aseguró sin despeinarse. Vuelvo a decirlo, ¿en serio? quiere la señora Sanz que este sector cambie en unos días, como si fuera así de sencillo, y que miles de trabajadores se queden al pairo cuando el sector de la automoción está tocado, muy tocado. Nissan ha tocado fondo y la crisis es apremiante, y SEAT no está en su mejor momento.

Pues nada, por si esto fuera poco, Sanz apunta que ahora es el momento de cerrarla. Y que no abra hasta que no cambie. Si tiene tanto cuajo espero ver más pronto que tarde a Janet Sanz explicando su propuesta en la SEAT y en la NISSAN. No me lo pierdo, se lo aseguro. Y me ofrezco a llevar a la regidora, porque dudo que sepa realmente dónde están estas empresas y las centenares -miles- que trabajan en el sector auxiliar.

Suerte ha tenido Ada Colau que se ha comprado un coche oficial híbrido de Peugeot, como si en SEAT o Nissan no se hicieran coches de este formato, aunque quizás no de la categoría que desea la alcaldesa. ¿Se acuerdan cuando iba en metro? ¡Qué días aquellos de pijo-progres que se dignaban a ir junto a la plebe. Ahora quiere coche, buen coche, pero pasando olímpicamente del sector automovilístico de Barcelona. ¿No hay que dar ejemplo? Visto lo visto, parece que no.

Janet Sanz, la líder pijo progre, dio la solución. Usar el transporte público y la bicicleta. No debe saber que tras la reapertura del confinamiento, los ciudadanos utilizarán más el coche para evitar el contacto. No lo digo yo, lo dicen diferentes informes porque el coronavirus cambiará la forma de actuar, todavía más si cabe. Podrían utilizar la bicicleta, cierto, pero creo que la señora Sanz no debe vivir ni en el Guinardó, ni en el Carmelo, ni cerca del Parque Güell, ni en la parte alta de Gràcia o Sagrada Família, o al final de Balmes. Bajar desde allí es la caña. Subir es una “putada” si tienes más de 50 años y alguna afección. No todos tenemos ni 20, ni 30 ni 40 años para ir en bici arriba y abajo. Y menos para ir para arriba.

Sanz no es la primera vez que da la nota. Minusvaloró la crisis de seguridad del pasado verano. Ella nos dijo sin ruborizarse, lo que ya tiene mérito, que la gente estaba más preocupada por otros temas más prioritarios como “la emergencia climática”. Nos quedamos pasmaos. También las asociaciones de vecinos que tratan de hablar con la regidora. Ella decía que quería hablar, pero solo para oír lo que le gustaba. Cuando esto no sucedía, las más de las veces, hacía “mutis por el foro”. En aquellos días, Tsunami Vecinal dijo que “si Janet Sanz no es capaz de ver los problemas de seguridad en Barcelona, será incapaz de resolverlos". No les faltó razón. Tuvo que asir las riendas el concejal Albert Batlle. Sanz pasó a segundo plano.

Otro de los éxitos, entiendan la guasa, de Sanz es el túnel de las Glòries que va camino de quitar el récord a la Sagrada Família. Ahí sigue, ahí está, es ya parte del paisaje. El top manta, también está aunque ahora ha desaparecido. La pregunta es dónde está aquella fórmula de Sanz que decía que había que “luchar contra el top manta desde una perspectiva social”.

El pijo-progre a veces incide en sus propias contradicciones. Sanz, siempre. ¿Hay que ir en bici?, pues nos cargamos el automóvil. ¿Debemos potenciar el transporte público?, pues hacemos un desaguisado con las tarjetas que se tiene que cambiar ante el “pollo” que se monta. Dijeron que era una revolución. Seguramente sí, de esas que tienen arranque de caballo y parada de burro. ¿Hay que ir contra el turismo?, pues se va. Eso sí desde su puesto en el Consejo de Puerto silencio. Ni una palabra contra el aumento de los atraques de cruceros. Y si hay que votar contra los cruceros en Venecia, te vas a Venecia, cuelgas el estelar momento en Twitter para decir que estás en contra. Otra incógnita. ¿Qué hacía la regidora en Venecia, ciudad asediada por el malvado turismo? Hay que respetar la libertad de expresión y hacer compatible la movilidad con la protesta. Nos lo contó varias veces ante la ocupación de la Plaza Universitat que quedó como un estercolero. Al final, fueron desalojados. No había otra opción porque aquello, ¿en serio, que era una protesta, señora Sanz?

Las últimas afirmaciones de la regidora, más bien su última metedura de pata pijo-progre, es motivo más que suficiente para su cese. Es ahora o nunca, como diría Sanz. Colau no lo hará, como no ha cesado a Eloi Badia porque los comunes tienen las fuerzas un poco mermadas. No lo hará porque Sanz y Badia son su guardia pretoriana. Y una última pregunta, ¿dónde están el PSC de Jaume Collboni y la ERC de Ernest Maragall? ¿Dónde está la izquierda de la ciudad? ¿Cuál es la respuesta ante las declaraciones del cierre del sector del automóvil? ¿No van a decir nada?