A juzgar por la expresión de su cara durante la intervención de Yolanda Díaz, es más que probable que a Pedro Sánchez le asaltara la duda de si había hecho bien dándole tanto protagonismo en el debate de la moción de censura.

La idea era buena para sus intereses porque todo lo que sea ayudar a la imagen de la vicepresidenta segunda equivale a reducir el peso del partido de Pablo Iglesias: solo había que ver el semblante de Irene Montero durante la larga intervención de su compañera. Díaz sorprendió porque, aun y desempeñando el papel que se le había atribuido en el teatrillo de ayer, estuvo a la altura de una primera ministra.

Le reprochó a Ramón Tamames no haber presentado un programa de gobierno, pero ella sí lo hizo. No exactamente un programa, sino un balance de la gestión del Gobierno de coalición de los últimos tres años citando y defendiendo como suyos los logros del Consejo de Ministros capítulo por capítulo y aludiendo uno a uno a todos sus miembros.

Es curioso, pero las citas a José Luis Escrivá y a Nadia Calviño –a la que su socia catalana, Ada Colau, dirigió hace unos días unas cuantas descalificaciones personales-- fueron las más recurrentes y llamativas, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de los ministros más liberales del equipo y con los que la ministra de Trabajo choca más a menudo.

Yolanda Díaz tiene previsto presentar su proyecto Sumar el 2 de abril, junto antes de Semana Santa. Ayer supo aprovechar la tribuna del Congreso para presentarse a sí misma como defensora de la coalición de izquierdas y como candidata a la Moncloa en las elecciones generales de diciembre.

Podemos exigía que Díaz lanzara su proyecto antes de las municipales y las autonómicas para concurrir a ambas, luego pidió que al menos lo hiciera después de hacer cerrado un acuerdo entre las dos formaciones. No será ni una cosa ni la otra. La moción de censura de Vox, destinada a laminar al PP de Alberto Núñez Feijóo, ha terminado por brindar una gran oportunidad a la nueva líder de la izquierda del PSOE.