Se acercan una nueva edición del Mobile World Congress, una nueva oportunidad para la ciudad, para Catalunya y para España entera. Todo el planeta estará pendiente de lo que pasa en Barcelona del 25 al 28 de febrero. No solo se presentarán novedades tecnológicas a nivel mundial, sino lo que más nos interesa, buenas oportunidades de negocio para muchas empresas locales. ¿Es mucho pedir que nos comportemos como buenos anfitriones y pospongamos la discusión sobre nuestras miserias hasta el próximo día 1 de marzo? ¿A ver cuántos numeritos (huelgas, desplantes, escraches, plantones, manifestaciones, etc) organizamos este año?  ¿Vamos a seguir dando argumentos a nuestros competidores para tienten a la organización con un cambio de sede? Me consta que ciudades como Múnich hicieron ofertas muy atractivas para llevarse el congreso el año pasado. A ver si al final lo van a conseguir. En vez de jamón, paella y rioja, los congresistas se hincharán de cerveza alemana y salchichas de Frankfurt. Pasarán un poco de frío y no verán el sol, pero al final lo que importa en el evento son las reuniones y los negocios. También Lisboa está en ello, y estos sí que compiten con nosotros en gastronomía y clima.

Este año, empezamos mal, la entente analógica entre el Ayuntamiento populista tecnológico fóbico y la Generalitat romántico nacionalista se ha lucido con la prohibición de la geolocalización y de la contratación inmediata de vehículos VTC que ha provocado la salida de la ciudad de Uber y Cabify. Provocarán el asombro de miles de congresistas a los que les gustan este tipo de servicios. En vez de afrontar con inteligencia la transformación digital del sector del taxi y definir una estrategia de movilidad sostenible a medio plazo, se opta por lo más fácil prohibir y negar la innovación y no enfrentarse a quien presiona en la calle. Seguramente lo que hay detrás de esta ilógica postura, es un verdadero pánico a la transformación digital de ambas administraciones, cuyos actuales gestores están anclados en planteamientos ideológicos del siglo XIX. De hecho, toda la estructura del Estado está pendiente de una transformación digital. Se precisa un cambio de tercio.

Las tecnologías digitales, antes les llamábamos tecnologías de la información y las comunicaciones, como todas las innovaciones tecnológicas generan riqueza y prosperidad. Por esto Malthus fracasa tan estrepitosamente en sus proyecciones apocalípticas. Vivimos en el planeta 7.000 millones de personas, con las menores tasas de pobreza de la historia y esto es gracias a las mejoras tecnológicas. Nuestros dirigentes en vez de tenerles miedo tendrían que aplicarlas de forma inteligente como por ejemplo hizo Melbourne, reconocida como comunidad inteligente del año 2017 por el think tank Intelligent Community Forum, que distribuye smatphones de bajo coste entre las personas sin hogar de su comunidad para mejorar con ello su integración. Con una inversión baja, con un coste de explotación muy ajustado, el dispositivo tiene un uso limitado, se puede estar en contacto con estas personas, informándoles, por ejemplo, de situaciones climática extremas, mejorando la comunicación y la interrelación con ellas, facilitándoles un medio para pedir ayuda y soporte, etc. Es un caso de éxito de uso de la tecnología con sensibilidad social para ayudar a las personas más vulnerables y necesitadas. Nos hace falta más creatividad y menos perjuicios.

Las redes de telecomunicaciones están llevando la educación (e-learning) y la sanidad (telemedicina) a lugares remotos y requilibrando los territorios. Esto sí que es tener consciencia social y crear prosperidad. Por desgracia es más fácil desplegar telecomunicaciones que agua corriente, alcantarillado, o electricidad. Lideremos este proceso desde Barcelona no solo alojando a un congreso multitudinario, si no creando un ecosistema de empresas digitales, y para ello iría bien que las administraciones apoyaran (tema que merece otro artículo), o al menos que no molestaran.

Temer consciencia social y construir una sociedad más prospera e inteligente es invertir en telecomunicaciones e infraestructuras digitales de alta capacidad (banda ancha) 5G y fibra óptica y esto es lo que se hace en el Mobile World Congress, aunque algunos solo vean la estética de nuevo rico de algunas empresas, cada vez menos.  Desconocen o no quieren ver que en el congreso hay mucha start-up y mucho emprendedor buscándose la vida con imaginación, que viajan en low cost, usan el metro, se alojan dónde pueden, hacen verdaderos sacrificios para participar.

Esforcémonos para en ser unos buenos anfitriones, superemos la tentación de hacer numeritos en clave local, obsoleta y malthusiana, saldremos ganando.