La multiplicación de los panes y los peces es uno de los milagros de Jesús quien, con una pequeñísima cantidad de alimento, fue capaz de dar de comer a toda una multitud. Tal relación queda subrayada por estas palabras: “Jesús tomó los panes y, después de dar gracias, los repartió a los que estaban sentados, e igualmente les dio cuantos peces quisieron”.

En el caso de nuestra ciudad, Barcelona, vivimos bajo el mando autoritario de una alcaldesa endiosada y que actúa como si su legitimación viniera de lo divino y no de lo humano. Colau toma los panes y los reparte entre aquellos que son sus afines y espera que le den las gracias, y que el resto le riamos las gracias.

Estas prácticas, referidas a la gestión de una administración pública como es un ayuntamiento, tiene varios adjetivos: nepotismo, amiguismo o enchufismo. Asociaciones y entidades que tienen un nexo común, han sido y son, la cantera del grupo municipal de Barcelona en Comú; así como los concejales de este partido y familiares directos. Es por ello, que en el próximo mes de marzo, por primera vez, una alcaldesa en activo de su ejercicio tendrá que declarar por estas supuestas malas prácticas, en este caso, por la manera como ha gestionado las subvenciones del Ayuntamiento.

La forma de gobernar de Colau, PSC y sus socios de ERC y Eva Parera consiste en mandar a sus discípulos, en forma de concejales a repartir los canastos que han sobrado entre la multitud, porque antes se lo san repartido todo entre ellos mismos, mientras la alcaldesa mira al cielo, los bendice y los reparte, consiguiendo que haya personas que tengan más panes y más peces de los debidos, mientras otros no tienen ninguno. Esta es la manera de aplicar y entender una política de justicia social de Colau y el PSC, aumentando las distancias entre las personas, creando ciudadanos de primera y otros de segunda, y aumentando las diferencias entre los barrios y los distritos de la ciudad.

A diferencia de Jesús, Colau ha intentado esquivar su castigo y su pena, poniendo un recurso para evitar entrar a declarar como investigada en el juzgado, sin conseguirlo. A diferencia de Poncio Pilatos, la justicia no se lava las manos, y si ve indicios de presuntas irregularidades, las investiga como corresponde. Este hecho hay que interpretarlo como que Colau actúa bajo sus propios designios divinos pero queriendo utilizar y retorcer las leyes de los humanos. Pero eso no siempre es posible, afortunadamente.

Al igual que Jesús, todos sabemos que dentro de sus apóstoles, existe un traidor, y no es otro que el PSC, lo sabe ella y lo sabemos todos. Pero en nuestro caso, la traición, en el fondo, no es a Colau, sino al conjunto de los barceloneses. Cada día que pasa sin que el PSC abandone el desgobierno con Colau, es una moneda de plata más que en este caso pagamos y sufrimos todos los barceloneses, con nuestros impuestos, con la falta de seguridad, con la falta de higiene o con proyectos faraónicos y absurdos.

El auténtico milagro de los panes y los peces debe ser dirigido a nuestros ciudadanos, aumentando la plantilla de nuestra Guardia Urbana con más agentes, acabando con el problema de los okupas, limpiando la suciedad de las calles mejorando la limpieza, creando riqueza y no dejar pasar las innumerables oportunidades que ya hemos dejado escapar, apoyando una política cultural abierta al mundo, apoyando a nuestros emprendedores, apoyando a nuestros comerciantes y restauradores, invirtiendo el dinero en aquellas necesidades reales de los barceloneses y no en aquellas que son más electoralistas, ideológicas y sectarias, y a tantos otros sectores que necesitan un Ayuntamiento que les apoye y les ofrezca soluciones y no más problemas. El auténtico milagro para Barcelona será tener un gobierno municipal que en lugar de crear más problemas, solucione los ya existentes.

Con el desgobierno actual, las únicas personas beneficiadas y que realmente están viviendo un milagro son aquellas que viven del colauismo. Para el resto de los barceloneses, todos estos años de colauismo son un auténtico vía crucis, pero hay una manera de evitar que continúe, y son con las elecciones municipales del año que viene. En esas elecciones tenemos que evitar que la decadencia y la degradación de Barcelona resucite al tercer día, y es apoyando a opciones que nunca han avalado las políticas nefastas de Colau y sus socios, apoyando a los únicos que nos hemos opuesto siempre a sus presupuestos, apoyando a la auténtica alternativa al colauismo.

Barcelona debe recuperar el “milagro” de la solidaridad entre todos los barceloneses y no únicamente de unos cuantos, y que en 2023 sea la “última cena” y el último acto de esta obra teatral y de esta Pasión que estamos padeciendo todos.