Como ya es tradición, este año no nos ha tocado el Gordo. Perdón, quería decir que no nos ha tocado el premio de complexión no normativa, que es el primer premio de la Lotería Nacional, en su versión extra de Navidad. ¡Y mira que hemos puesto ilusión! El 22 de diciembre suena la musiquita de los niños de San Ildefonso cantando números y premios. Eñemilñocientooosventitaaantooos… Miiiil eurooos… Aunque la antigua musiquilla de las ciento venticincomiiiiil peeeseetaaas… tenía su encanto, pero somos cada vez menos los que todavía la recordamos. También son tradicionales esas imágenes de botellas de champán… de cava, perdón, destapadas frente a un puesto de venta de lotería y la gente excitada gritando que les ha caído el Gordo del mismo cielo, tan feliz. Quiero decir el premio de complexión no normativa, ya me entienden.

Cuando no había ni primitivas ni euromillones ni nada de eso, que te tocara el Gordo era un acontecimiento capaz de cambiarte la vida. Eran tiempos en los que el Gordo era realmente gordo, y no de complexión no normativa. Los ganadores se compraban un Mercedes, un piso y se despedían del laburo para siempre más. Ese ahí te quedas pone en evidencia que el trabajo, realmente, no nos proporciona la felicidad. También es verdad que, años más tarde, ocho de cada diez acertantes tenía problemas para pagar a Hacienda; se habían cepillado esa fortuna a velocidad de vértigo.

Algo parecido ocurre en otros ámbitos de la vida. Un día te disfrazas de supermán y al día siguiente eres la primera de una candidatura a la alcaldía de Barcelona. Vienes aupada por una especie de confederación de partidos y asociaciones de izquierdas, unos de toda la vida y otras más «alternativas», sea lo que sea que signifique «alternativo» en este contexto. El 15-M está fresco y el movimiento es un magma confuso, pero emocionante.

Llega el día de la rifa, se vota y ocurre que ganas y te toca ser alcaldesa. Muchos gritan ¡sorpresa! Pero ¿realmente lo fue? A ver, que lo que había antes era tresporcentismo y carcundia, y otras opciones estaban ya muy vistas. Consiguió ser la lista más votada, pero llevándose apenas once de cuarenta y un concejales, ciento setenta y pico mil votos de un censo de un millón ciento sesenta y tantos mil. No nos vamos a detener a analizar el contexto de esa victoria ni cómo se gestionó al detalle, porque no acabaríamos nunca y porque en ella se dieron muchos factores sociales, económicos y políticos. Pero sí que parece a todas luces que fue, ha sido y sigue siendo una victoria desperdiciada.

Con un manual de peronismo en una mano y un voto que respondía, al menos en parte, a un hartazgo de una manera de proceder ajena a los problemas de la gente de la calle, ejerció el mando con su camarilla de amigotes. El contacto con el poder y la dura realidad dejó su huella. También un ambiente político chusco y barriobajero, de poco nivel intelectual, mucho sentimentalismo y demasiada cursilería, propia y ajena. Un hábitat natural del peronismo, al que permanece fiel porque es lo único que le funciona. Si no resuelve los problemas de la gente y crea de nuevos se debe, sin duda, así lo dice siempre que le preguntan, a que le tienen manía.

Es muy cierto que algunos sienten una manía enfermiza por nuestra alcaldesa, más allá de lo razonable, pero también es verdad que algunos otros comienzan a desesperarse de lo mal que ha gestionado su oportunidad. Soy de los que cree que su mandato pesará como una losa a cualquiera que pretenda defender una opción de izquierdas, pero igual me equivoco y eso lo dejo a su criterio, a discreción. Lo digo porque no siempre te toca la lotería y si cuando te toca haces tonterías… Ha habido chapuzas y ha habido frustraciones. Eso es inevitable, mande quien mande, pero quizá hayan sido demasiadas chapuzas y frustraciones. Sus promesas han quedado en nada y los vaivenes de su populismo, que ahora dice sí, ahora dice no y ahora, todo lo contrario, han provocado más de una vez algo de vergüenza ajena.

Estamos a las puertas de un nuevo sorteo. Medio año tenemos por delante para que los candidatos se hagan con los números de la rifa para el día del sorteo. Visto el percal, nos va a tocar el Gordo a todos, otra vez, no sé si pillan el sarcasmo.