El Primavera Sound desdoblará su sede el próximo año. Continuará en Barcelona y abrirá un nuevo escenario en Madrid. ¿Es una buena noticia? De entrada, tengo que reconocer que me sorprendió y lo vi todo muy sombrío. Volvíamos a perder “pistonada” y un festival “made in Barcelona” nos abandonaba. A medida que han pasado los días veo más luces que sombras, pero convendría no bajar la guardia.

Parafraseando al director adjunto de La Vanguardia, Miquel Molina, que se comparta el Primavera Sound es una oportunidad o una decadencia. No es decadencia porque exportar la marca Barcelona a otras ubicaciones mantiene el tono de la marca de la ciudad y el festival mantiene una presencia en el tiempo sin que los vecinos de los barrios adyacentes al Fòrum tengan que sufrirlo. O sea, que el Primavera Sound no se va, sino que añade una nueva sede, la ciudad del Rock de Arganda del Rey, y mantiene su aroma ligado a Barcelona y al mar.

El Primavera no va tampoco exactamente a Madrid, al centro de la capital. Se va a Arganda y eso que se les ofreció a los organizadores Montmeló como alternativa, pero no parece que lo tuvieran en cuenta. Arganda no es el centro neurálgico de la capital mientras que el Fòrum sí es el corazón de Barcelona y eso le aporta valor a la marca original. Un detalle añadido, en el centro de Madrid no se hacen conciertos de estas características. Los que se hacen se trasladan a Valdebebas, en el recinto Mad Cool, lo más parecido a un erial, nada que ver con el Fòrum sin lugar a dudas.

Hace dos meses saltaron todas las alarmas cuando desde los organizadores del festival enseñaron los dientes por el maltrato que recibían, según ellos, del consistorio. El amago de retirada parece que se ha reconducido y que la sangre no llegara al río, pero el Ayuntamiento tiene que tomar conciencia de que la oportunidad no puede degenerar en decadencia, y eso sería perder un festival que nos pone en el mundo. El empeño no es evitar que haya nuevas sedes, eso siempre ayuda, el empeño es evitar que acabe abandonándonos.

Ciertamente, los organizadores del evento no son una ONG, son una empresa que busca, legítimamente, el negocio. El modelo de 2022 de dos semanas seguidos les iba como anillo al dedo y querían repetir, pero quizá Barcelona, y en eso el consistorio parece que ha sido acertado, no se lo puede permitir, porque insisto el Fòrum es el corazón de la ciudad lo que comporta problemas de movilidad, como si tuviéramos poco lío en esta cuestión, y, porque no decirlo, de convivencia, seguridad y sociabilidad.

Eso sí, el consistorio se debe esmerar para garantizar que el Primavera Sound siga asociado a Barcelona. No estamos para perder más plumas. Ya estamos perdiendo bastantes. Demasiadas. Con el Mobile hubo algunos movimientos desafortunados de la alcaldesa y de algún lumbreras de los Comunes, pero el cierre de filas del mundo empresarial, y del PSC, obligó a las instituciones a tomárselo en serio. Este fin de semana se ha inaugurado y el impacto económico en la ciudad, sobre todo, en los sectores más perjudicados por la pandemia es todo un balón de oxígeno, como lo es también el Primavera Sound. Visto lo visto tengo que concluir que si el festival se va a Madrid, Arganda dixit, para expandir la marca Barcelona es una buena noticia, no es una debacle aunque al principio, como a muchos ciudadanos, nos pareció una nueva derrota. Y llevamos muchas. Esta vez, el Ayuntamiento ha hecho los deberes.