Con ocasión del reciente centenario del supuesto primer autobús de Barcelona, los servicios editoriales del Ayuntamiento y TMB lanzaron un libro para darse autobombo. Titulado Els autobusos a Barcelona, 100 anys fent xarxa (1922-2022), olvidaron o no les interesó citar que el primer ómnibus de la ciudad rodó veinte años antes, en 1900, y ya era eléctrico. Lo compró el Hotel Oriente de las Ramblas para trasladar a sus clientes hasta la Estación de Francia. Lo fabricó una sociedad privada fundada por tres empresarios: el valenciano Emilio de La Cuadra, el leridano Joaquim Lamolla y el suizo Carlos Vellino. Y la firma La Cuadra fabricó acumuladores, baterías eléctricas y fue la primera factoría de automóviles eléctricos de España.

Aquel primer bus eléctrico salió por primera vez de la sede de la firma ubicada en Paseo de San Juan con Diputación. Medía 5,5 metros de largo, 2,2 metros de ancho y 3 metros de altura. Tenía capacidad para veinte personas y contaba con alumbrado eléctrico exterior e interior. Lucía cortinillas en los cristales de las ventanillas, redes para alojar paquetes pequeños y un espacio cubierto para cargar 500 kilogramos de equipaje. Era un mastodonte de 7.000 kilogramos impulsado por dos motores eléctricos de 15 kW cada uno, alcanzaba los 20 kilómetros por hora, y debía superar pendientes de hasta el 12%. Costaba 30.000 pesetas y dejaba un importante margen de beneficio para la empresa.

 

En agosto de 1900, se convocó a la prensa para hacer la presentación oficial del ómnibus. El plan era enseñar el vehículo en el exterior de la fábrica y hacer un viaje de demostración en la carretera de Vic. Aunque el vehículo arrancó y salió de las instalaciones, recorrió unos metros, se paró, no volvió a arrancar y hubo que remolcarlo para regresar a la factoría. Después, se estrenó saliendo del Hotel Oriente en dirección a la Estación de Francia, pero al cabo de 500 metros falló para siempre. Fue el fin del ómnibus y La Cuadra renunció a seguir trabajando en modelos eléctricos para dedicarse a los vehículos con motor térmico. El desdichado ómnibus acabó quemado en un incendio en el barco que lo transportaba a Valencia.

Es de justicia reivindicar su memoria antes de que el adanismo de Colau y su corte se atribuyan el invento y la introducción del autobús en Barcelona. Máxime cuando llegan a la ciudad las vías del tranvía que destruirá la Diagonal y aledaños, en contra de las ventajas y precios que ofrecen los autobuses eléctricos. Así se comprueba en Madrid, donde los buses eléctricos de las populares líneas 01 y 02 son gratuitas para los usuarios. Por el contrario, los comunes borran de la memoria histórica aquel primer autobús eléctrico. Fruto de la empresa privada y de la sociedad civil de la época, a pesar de su fracaso inicial, fue el primer paso hacia la evolución y el progreso de los actuales modelos eléctricos. Como casi siempre, suerte ha habido de ciudadanos como Albert Callejo (en su foro sobre coches eléctricos) y Jordi Lamolla (en un ensayo sobre su saga familiar), que han investigado y salvado una página perdida o arrancada, por ignorancia, malicia o ambas cosas, de cuando Barcelona era la Ciudad de los prodigios.