Por un lado, está lo que pasa y, por otro, lo que te cuentan. Y así nos va, que vivimos en una realidad paralela contada por los demás. Llegados a este punto, uno debería preguntarse cuál es el verdadero motor económico de Barcelona, porque, que yo sepa, la ciudad condal ni tiene ministerios, ni congresos, ni senados, ni embajadas, ni las altas sedes corporativas del IBEX 35, ni tan siquiera, por no tener, no tiene ningún organismo europeo. Y claro, ante esa tesitura me planteo el fracaso político por cuanto nada que dependa de lo público ha sido generador de la economía productiva de nuestra ciudad.

Seamos claros: Barcelona se ha edificado a base de iniciativa privada. La política se ha esforzado por hacernos ver que lo público ha sido esencial para impulsar los motores económicos de Barcelona, pero la realidad se ha impuesto con tal dureza, que hoy por hoy, ante la desconexión completa de la economía real, batimos todos los récords en desequilibrios sociales en democracia. Si algo se debió cuidar fue el hábitat empresarial, y este lo han hecho saltar por los aires.

Puedo asegurar que de seguir en esta funesta senda de persecución económica y fiscal al mundo empresarial, tanto en Barcelona como en Catalunya, no quedará ni un solo empresario o emprendedor. Es tal la distancia impositiva que nos separa ahora mismo de otras regiones y otros países vecinos que si no corregimos de inmediato esta situación, Barcelona corre el riesgo de alcanzar la más absoluta irrelevancia económica. El daño ha sido de tal calado que hoy no tan solo tenemos empresarios que han decidido bajar la persiana, sino que ha desaparecido en ellos el espíritu empresarial que siempre les caracterizó. Nosotros hemos crecido con nuestro tejido productivo de Pymes y Autónomos: columna vertebral de la economía barcelonesa y, es a ese colectivo, al que se le debe poner toda la energía.

Es imperativo crear un nuevo hábitat empresarial. El consistorio deberá generar un espacio de emprendimiento y recuperación económica sin connotación ideológica que impulse de nuevo la creación de empresas y nuevos proyectos en distintos sectores. El futuro de Barcelona pasa inexorablemente por bajar los impuestos y centrarse en la facilidad y pragmatismo en los procesos administrativos. Asimismo, deberá liderar nuevos sectores emergentes y motivar para ello a sus profesionales: la inteligencia artificial, el metaverso o el big data. Pero también fortalecer sectores estratégicos como la sanidad, la farmacología y la biotecnología, donde Barcelona debe convertirse en el epicentro de su desarrollo.

Por otro lado, Barcelona es una ciudad de servicios y, por tanto, el turismo se erige como el actor principal: nuestros hoteles, restauradores y nuestra cultura anexada a toda esta dinámica debe ser asistida y protegida como uno de los principales motores de la ciudad. Este activo empresarial debe encontrar apoyo y confianza institucional en lugar de persecución y obstáculos, que no hacen más que dinamitar la ya mal trecha economía municipal.

Como motor económico debemos hablar de la imperiosa necesidad de construir vivienda y vivienda social masiva. Liberalizar suelo, aumentar densidades verticales, modificación en el plan de usos de locales a vivienda social y alcanzar grandes acuerdos con el sector de la promoción son las bases para impulsar el único modelo que funciona.

El próximo 28 de mayo Barcelona decidirá su futuro y el de posiblemente sus próximas generaciones. Es imperativo un cambio de gobierno que solamente esté centrado en la gestión con absoluto desprendimiento de cuestiones ideológicas, de lo contrario seguirá rigiendo el principio de la desconexión.