Máxima expectación por el Mobile World Congress (MWC). Barcelona se convertirá, durante cuatro días, en la capital mundial del móvil. Epicentro de las nuevas tendencias comunicativas entre el 27 de febrero y el 2 de marzo, la capital catalana será examinada, una vez más, por su capacidad organizativa.

Barcelona es uno de los grandes destinos turísticos y el MWC es un certamen estratégico para la ciudad por su repercusión económica y mediática. En pleno auge mundial de las nuevas tecnologías, el mismo Ayuntamiento, en su página web, aboga por éstas como motor de transformación social e innovación pública. Un posicionamiento que choca con los recelos de algunas fuerzas políticas, silenciadas por la misma lógica.

Desde hace una década, Barcelona se posiciona como un referente en investigación y tecnología. La definición de smart city y la organización de eventos y congresos técnicos punteros a nivel mundial de diferentes disciplinas (de medicina, por ejemplo) confieren un valor añadido a una urbe en constante transformación que debe ampliar sus miras. Las nuevas tecnologías, el turismo y el diseño ya son señas identitarias de la capital catalana.

La Fira espera repetir el éxito de 2016 y superar, por segundo año consecutivo, los 100.000 visitantes. El impacto económico rondará los 500 millones de euros y la mejor noticia, antes de su inauguración, es la ausencia de conflictos (la edición de 2016 estuvo marcada por una huelga de los trabajadores del metro) que penalicen la imagen y la movilidad de la ciudad.

El MWC, con su enorme poder de atracción y su dimensión global, es uno de los mejores altavoces de Barcelona desde 2006, tras el Barça y Gaudí. La repercusión del salón equivale a una campaña publicitaria para la ciudad valorada en 36 millones de euros y el 51% de las noticias que genera cita a Barcelona. El 55% de los visitantes son altos cargos con un importante poder económico que revertirá en la capital catalana.

El Gremi d'Hotelers se prepara para una semana de alta intensidad, igual que la restauración, los taxistas y otros negocios. Durante una semana se producirán algunos abusos, pero las malas praxis no pueden servir de excusa para cuestionar los beneficios del MWC para la ciudad.

El MWC es un buen negocio, una ganancia mayúscula que potencia la marca Barcelona y genera un impacto económico muy significativo en tiempos de dudas e inestabilidad política.