La escritora y guionista Anna Manso, harta de llamar al Ayuntamiento de Barcelona y de personarse en el distrito de Gràcia, desde la ventana de su casa graba las ratas que campan, contentas, de noche y de día, en el solar de los bajos de su piso. Lo cuelga en twitter y pide ayuda a través de un chat de watsapp, que esta periodista comparte. La única solución para intentar que el consistorio reaccione ante la proliferación de roedores es oír el relato en la radio, contarlo en los periódicos y grabarlos con las cámaras en un primer plano mientras cruzan el solar a plena luz.

La historia se repite. El solar de la calle Jaén de Barcelona está okupado por varias familias (pobres), con niños. A su alrededor, encontramos una guardería y un centro escolar. El solar pertenecería a un fondo de inversión. Como la propiedad es privada, el Ayuntamiento se desentiende de lo que allí ocurre. El civismo y la salud llevan a nuestra escritora a llamar al 112 (Generalitat), al área de Sanidad del Ayuntamiento, a personarse en el Distrito (Pl. Lesseps) y a seguir todos los pasos, también a través de la web municipal, que le van indicando los funcionarios municipales. Le atienden muy amablemente, ella rellena formularios, redacta una “instancia” siguiendo sus instrucciones, pero la respuesta es siempre la misma: Si el solar es privado (y hay okupas), no actuamos. De todos modos, le vamos a dar hora para que dentro de tres semanas podamos hablar de ello con calma. Antes, le llamaremos por teléfono para ampliar la información.  Y es que, para las ratas no hay casilla en la web.

Pero en realidad, el Ayuntamiento Sí que podría solucionarlo legalmente. Después de confirmar que el foco se encuentra ubicado en el solar (y no se trata, por ejemplo, de una salida de las cloacas), debe requerir al propietario que desratice, y, si éste no lo hace en el tiempo solicitado, tiene que instar a que intervenga el juez para que el consistorio legalmente pueda acceder a la zona y desratizar de una vez. No parece muy eficiente el proceso, pero ha pasado tiempo suficiente desde que nuestra escritora les avisara, enviara vídeos, fotos, etc. para que pueda actuar. Solo se trata de que el ayuntamiento asuma su responsabilidad ante la salud pública.

Y en favor de las familias okupas que malviven entre suciedad y roedores, ¿el Ayuntamiento hace algo? Pues tampoco. Aquí el consistorio argumenta que no puede inscribir a estas personas en la “mesa de emergencia”, o sea, no puede ofrecerles ayuda social, por falta de documentación. Y uno se pregunta, ¿pero la ayuda humana no era prioritaria precisamente para las personas más vulnerables, que no tienen papeles?  No salgo de mi asombro.