Y si, hace ya 25 años que soy autónomo y gerente de una pyme. No existe un colectivo laboral y social más castigado y vilipendiado que éste, por eso seguramente estamos a  la cola de todo en materia de empleo y creación de empresas.  

Han sido tantos los palos y la dejación, hemos caído tan abajo que ya no ha quedado más remedio que promover un movimiento social y económico que devuelva al equilibrio un colectivo que, de manera inequívoca, sigue tirando del carro en beneficio de todos. Los autónomos y las pymes son la columna vertebral de nuestro tejido productivo, pero al contrario de otras legislaciones vecinas, carecemos de una simple ley que delimite nuestra responsabilidad, jugando con nuestro patrimonio personal al yugo de un sistema bancario que nos colapsa con sus garantías.  

Se requiere de una efectiva ley que normalice la segunda oportunidad, haciéndola ágil y eficaz y no un festín de demagogia como hasta ahora. Una legislación donde no seamos el blanco de todo sino un espejo de admiración para la sociedad y especialmente para nuestros jóvenes.  

Barcelona se levantó al amparo de la iniciativa privada, desde el modernismo, hasta la gastronomía y la investigación, todo un mundo de gente que se la juega cada día para seguir adelante.  

Por eso hoy, ante este ataque flagrante del populismo a todo lo que representa nuestro modo de vida, los autónomos y las pymes levantamos un frente común, un movimiento político, social y económico basado exclusivamente en la gestión donde se sitúe de nuevo en el centro de mando los principios de la meritocracia, el esfuerzo y la igualdad de oportunidades. El sector público debe volver a brillar con la misma fuerza e intensidad que el privado para que, juntos y entre todos, pongamos de nuevo los motores de Barcelona a pleno rendimiento.  

Afirmamos con rotundidad que el populismo de Colau ha sido la mayor maquinaria de generar pobreza y desigualdad desde la recuperación de la democracia. Mas de un 30% de los barceloneses está en el umbral de la pobreza. Ese dato solo certifica el fracaso total de la política y especialmente del populismo. Este sistema de imposición ideológica ha destrozado la ciudad, los datos sociales son tan funestos que serán recordados como los peores en décadas. Por primera vez nuestra generación actual será más pobre que la que la precede.  

Por eso, es imperativo activar todos los motores con objeto de corregir los tiempos y armonizarlos con los de la vida real. Es inadmisible que se tarde más en entregar las llaves de una vivienda desde la colocación del primer tocho que en obtener la correspondiente licencia, que para abrir una parada cerrada en un mercado se tarden entre seis meses y un año para obtener el permiso... y así un largo etcétera.

Posiblemente seamos la única ciudad del mundo que despreciemos proyectos empresariales como el Hermitage, el Four Seasons o la irrenunciable ampliación de nuestro aeropuerto. Es demencial, por eso los tiempos son claves en este cambio, y empezaremos por novar los silencios, de negativo a positivo y con una clara derivación de confianza sobre los técnicos privados para promover, en plazos normalizados, las correspondientes licencias administrativas.  

Si somos capaces de que los dos sectores, público y privado, avancen en paralelo no tendremos ni limite ni frontera para situarnos de nuevo a la vanguardia de las grandes metropolis europeas. 

En siete meses decidiremos nuestro futuro, si continuamos con la senda del populismo o promovemos un cambio basado en la gestión y en el progreso. Ahora si, toda la responsabilidad es de los barceloneses.  

Entre la ciudad que tenemos y la que podríamos tener hay simplemente un mundo. Somos BCN ETS TU.