La actual vía Laietana, tal como la conocemos, es producto de una gran operación de renovación urbana originaria de Ildelfonso Cerdá que no se llevó a término hasta que el arquitecto Ángel Baixeras proyectara, en 1878, la apertura de las calles A, B y C como ejes de comunicación en el casco antiguo de la ciudad. La Gran Vía A era precisamente la actual vía Laietana. Una intervención de cirugía urbana en la que se derribaron 300 edificios y palacetes, afectando a más de 10.000 personas para poder abrir una brecha de 80 metros de ancho por encima de los edificios que existían, y de esta forma ejecutar el actual trazado de la calle.

La apertura de la actual Vía Laietana, denominada entonces como Gran Via A, estaba pensada como un eje vertical de comunicación que tenía por objeto la recuperación de una parte del casco antiguo de la ciudad. Un proyecto que fue aprobado definitivamente por el Ayuntamiento de Barcelona en el año 1902. Un Ayuntamiento gobernado por la burguesía catalana financiera que gracias a la aprobación de la ley de expropiación forzosa pudo llegar a realizar, sin tener que dar ninguna compensación económica a los inquilinos de las fincas afectadas, una actuación urbanística traumática para muchos ciudadanos. La apertura de la calle contribuyó a una importante mejora para la ciudad, y para el desarrollo de la misma. Según consta en el proyecto redactado en su día, la describía como un proceso que llevaría a producir una potenciación del tráfico y del comercio, que día a día era más creciente. La apertura de esta vía representó un alto coste social y económico en su tiempo, pero fue determinante al ser una de las principales arterias de desarrollo urbano de la zona y de la ciudad. Dejó atrás un entresijo de pequeñas calles que no permitían un planeamiento urbanístico acorde con lo que tenía que ser una ciudad moderna.

Estos días hemos visto como, desde el Ayuntamiento, han empezado las obras de remodelación de la calle. Unas obras que se han iniciado este mes de marzo y que se prolongarán 26 meses con un coste de más de 32 millones de euros. Un proyecto que pretende su transformación, entre otras cosas, vetando el tráfico de subida a la ciudad a los automóviles, además de proponer la extraña convivencia de autobuses y ciclistas en un único carril.

Después de más de 100 años, observamos que la necesidad que hizo en su día abrir la vía Laietana a la ciudad no ha cambiado. Cualquier transformación de la misma puede provocar consecuencias no deseadas que no solo repercutirán en la ciudad, sino en el comercio y en el desarrollo de la zona.

Todo lo contrario de lo que fue el espíritu que hizo posible su apertura, es decir, el contribuir con una conectividad viaria más eficiente y con una potenciación del comercio y desarrollo de la zona. La vía Laietana es una de las principales arterias que interrelacionan la ciudad con la fachada marítima, y cualquier remodelación que no lo tenga presente puede alterar de manera importante el buen funcionamiento de la conexión con el centro de la ciudad y el enlace con la Ronda Litoral. Una propuesta que puede dar como resultado un colapso en el tráfico, así como una afectación en el engranaje viario que puede incidir negativamente en el medio ambiente, al ser peor el remedio que la enfermedad. Si se establecen necesariamente unos recorridos alternativos con mayor índice en los tiempos de circulación, esto derivará en una alteración sobre el medio ambiente. Una circunstancia que será peor de lo que se pretende mejorar. Un proyecto que conllevará que se realicen unos recorridos circulatorios más largos y complicados, y que supondrán una afectación en los comercios, los hoteles y las oficinas por la falta de accesibilidad al barrio.

La decisión del equipo municipal de remodelar esta importante calle ha provocado una lluvia de críticas desde muchos sectores de la sociedad. Diversos partidos políticos, 22 entidades, colectivos profesionales, asociaciones y el Colegio de Ingenieros han presentado alegaciones en contra de esta reforma urbanística, mostrando un rechazo al planteamiento municipal. Otras entidades, entre las que se encuentran Foment del Treball y Barcelona Oberta, han decidido optar por la vía judicial para parar la reforma. Una iniciativa, la judicial, que surge como consecuencia del rechazo de las alegaciones sin explicaciones por parte del Ayuntamiento, un comportamiento nada extraño de este consistorio.

La propuesta tiene todos los números de colapsar el tráfico de la ciudad, aumentando ya de por sí el existente. Un cambió que originará el fenómeno no deseado de la gentrificación, y que puede venir dado por el aumento de turismo que se afinque en la zona. Volvemos a ver como se ejecutan diversos planteamientos urbanísticos en la ciudad sin el análisis, los estudios e informes necesarios que justifiquen y avalen según que actuaciones.

Muchos sectores alertan de que la transformación prevista para la vía Laietana tendrá graves secuelas en la movilidad de toda la ciudad, y que repercutirá negativamente en la zona. En definitiva, será una alteración urbanística que sigue la tónica de la guerra al coche iniciada por el Ayuntamiento, y que posiblemente está promovida por aspectos más ideológicos que por conceptos técnicos.