Fotomontaje de Lluís Sans y Ada Colau con la 'boutique' Santa Eulàlia al fondo / METRÓPOLI ABIERTA

Fotomontaje de Lluís Sans y Ada Colau con la 'boutique' Santa Eulàlia al fondo / METRÓPOLI ABIERTA

¿Quién hace Barcelona?

Lluís Sans: “Colau debe cambiar sus prioridades o sufrirá mucha gente"

El propietario de la tienda Santa Eulalia dice que la alcaldesa de Barcelona está en fase negacionista

28 marzo, 2020 00:00

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Leo Messi y Amancio Ortega, el futbolista más mediático y el propietario de Inditex (Zara, Pull&Bear, Massimo Dutti…), comparten su gusto por la ropa más exclusiva. Cada uno con su estilo, son clientes de una lujosa tienda situada en el paseo de Gràcia: el comercio multimarca Santa Eulalia. Lluís Sans, también presidente de la Associació Amics del Passeig de Gràcia, preside este negocio con 177 años de historia. Su trayectoria ha sido premiada con la Medalla de Oro de Barcelona al mérito cívico y la Llave de Barcelona, entre otros reconocimientos. En pleno confinamiento por la propagación del coronavirus, Sans atiende a Metrópoli Abierta en conversación telefónica.

¿Cómo se encuentra?

Bien, estupendamente.

Santa Eulàlia, un comercio de referencia de Barcelona, ha vivido muchas crisis y épocas de bonanza desde su fundación en el siglo XIX.

Sí. Los orígenes se remontan a 1843, cuando Barcelona todavía estaba amurallada. Josep Taberner, el fundador del negocio, nació en la Cerdanya y se estableció en la calle Boqueria. En invierno, muchos habitantes que vivían en pueblos de montaña vendían tejidos en Barcelona. La mayoría eran vendedores ambulantes, pero algunos abrieron sus tiendas en la ciudad. El nieto de Josep, Domingo Taberner, construyó un gran establecimiento, un edificio del que se encargó Pere Falqués (autor de las farolas modernistas del paseo de Gràcia), en el Pla de la Boqueria. A finales de siglo fundó Almacenes de Santa Eulalia, en honor de la santa que allí fue martirizada por los romanos. Entonces, no existían rótulos ni marcas comerciales y las tiendas se conocían por el nombre de su propietario. Taberner fue innovador al poner un nombre comercial a su tienda.

¿Domingo Taberner era familiar suyo?

No. Era una persona que progresó comercial y económicamente, y buscó un socio, que fue mi bisabuelo: Lorenzo Sans Vidal. Él tenía una tienda que se dedicaba al textil. Cuando Taberner falleció, en 1915, su viuda vendió el resto de las acciones de la empresa a mi bisabuelo. Lorenzo falleció dos años después y le sucedió Lluís Sans Marcet, que se hizo cargo de la empresa con solo 22 años.

¿Cuándo adquirió notoriedad Santa Eulalia?

En 1926 hubo un acontecimiento que nos dio notoriedad y fue un desfile de alta costura en el que participó Santa Eulalia. Los años 30 fueron de expansión, con una tienda Art Déco, muy modernista, y en 1934 que contaba ya con un sistema de aire acondicionado.

Los años de progreso y expansión se cortaron con la Guerra Civil.

Durante la Guerra, la tienda se colectivizó y, para borrar cualquier referencia religiosa, pasó a llamarse Santeulalia. Mi abuelo recuperó la propiedad de la empresa en 1939 y en los años siguientes abrió dos tiendas, una para hombre y otra para mujer, en el paseo de Gràcia. Luego llegaron los años 50 y 60, de apogeo de la alta costura. Fueron los años dorados que explican que Santa Eulalia lanzara su primera colección de prêt-à-porter. El otro cambio importante se produce en los años 90 cuando Santa Eulalia entra en el mundo de las grandes marcas de diseñadores internacionales. En 2015 activamos la venta online y en 2018 celebramos el 175 aniversario.

Dígame el nombre de los clientes más ilustres que han pasado por Santa Eulalia.

En Santa Eulalia hemos vestido a personas famosas del mundo del espectáculo, del deporte, de la economía y de la política, por ejemplo. No me gusta dar nombres porque prefiero respetar su intimidad, pero es conocido que uno de nuestros clientes fue Juan Antonio Samaranch, el ex presidente del Comité Olímpico Internacional. Me enorgullece que Santa Eulalia le hiciera el traje que lució durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. También se ha publicado que el rey emérito Juan Carlos I era cliente nuestro y, más recientemente, Leo Messi. Pero no sólo él, sino casi todos los jugadores del Barcelona y muchos políticos con grandes responsabilidades.

La crisis de 2008 fue letal para muchas empresas. ¿Cuál fue la receta que aplicó Santa Eulalia para sobrevivir?

Como dijo Séneca, no hay viento favorable para quien no sabe hacia donde va. En los momentos más delicados, cuando la coyuntura económica es muy delicada, no se puede perder el rumbo ni cambiar las estrategias. Es importante que se mantengan los objetivos de manera clara, aunque las circunstancias obliguen a ajustar el día a día. Con 177 años de historia, Santa Eulalia prioriza una buena atención al cliente, una calidad impecable y un local confortable, bonito y céntrico.

¿Puede desplazarse diariamente hasta el paseo de Gràcia para atender su negocio?

La tienda, obviamente, está cerrada, y casi todo el personal, con un ERTE. Yo estoy en mi despacho y algunos departamentos trabajan desde casa.

¿Qué simboliza para usted el paseo de Gràcia?

Para mí es una de las mejores cosas, tal vez la mejor que tiene Barcelona. El paseo de Gràcia tiene la mejor oferta comercial de Barcelona, pero no solo eso. A diferencia de otras grandes ciudades, también tiene una amplia oferta cultural, gastronómica, hotelera, etcétera. Y tiene edificios que son patrimonio de la humanidad. Los Champs-Élysées, por ejemplo, no es la calle más comercial de París, que tiene zonas más exclusivas. El paseo de Gràcia se puede recorrer en 15 minutos, cosa que no pasa en París y mucho menos en Nueva York con la Quinta Avenida.

¿El paseo de Gràcia es sinónimo de lujo?

No. Es sinónimo de mestizaje. Es el retrato de Barcelona, una ciudad humana, poliédrica y agradable de recorrer a pie. En el paseo de Gràcia el lujo convive con las grandes cadenas. Y este fenómeno de mezclar las dos cosas es muy barcelonés.

Lluís Sans posa en la tienda Santa Eulalia, situada en el paseo de Gràcia de Barcelona

Lluís Sans posa en la tienda Santa Eulalia, situada en el paseo de Gràcia de Barcelona


¿Le da pena ver el paseo de Gràcia tan vacío por el confinamiento?

Me da pena ver los hospitales llenos, con gente sufriendo, porque no podemos perder de vista la magnitud de esta tragedia. Hay gente que muere sola y otra que no puede despedir a sus familiares más próximos. Hay muchas personas angustiadas. Vivimos una situación atípica que no es fácil de gestionar.

El coronavirus cambiará nuestras vidas. ¿Qué respuesta espera de las administraciones públicas y, especialmente, del Ayuntamiento de Barcelona?

Todas las administraciones y las empresas privadas hemos de entender que nada será como hasta ahora. Los presupuestos aprobados para 2020 no sirven para nada. Cambiarán los ingresos, las provisiones de gasto… Todo. Muchas empresas lo pasarán mal y deben entender que 2020 será un año muy duro. Durísimo.

¿Qué acciones debería priorizar el Ayuntamiento de Barcelona para paliar los efectos del coronavirus y evitar un colapso económico?

En primer lugar debería retirar la tasa de terrazas durante todo el año, no solo mientras dure el confinamiento. También debería aplicar descuentos a la subida del IBI de 2020. Éste no es un buen año para subir los impuestos. Sinceramente, ¿usted cree que ahora toca remodelar la via Laietana o ayudar a las familias y las empresas? El Ayuntamiento debe cambiar sus prioridades y replantearse totalmente su presupuesto.

¿La clase económica tiene dudas del compromiso del actual gobierno municipal que lidera Ada Colau?

La resistencia al cambio es muy negativa y Colau deberá revisar las prioridades o sufrira mucha gente. De momento, la alcaldesa no tiene esta mentalidad. No ha asumido la magnitud de lo que está pasando. Colau está en una fase negacionista.

Usted también es muy pesimista y crítico.

Colau, insisto, no entiende que debe cambiar sus prioridades. Ahora debe gestionar el corto plazo y luego la emergencia económica. Si no apoya la actividad económica, sufrirá mucha gente, tanto empresarios como trabajadores.

¿Qué sectores sufrirán más?

Desgraciadamente todos los sectores relacionados con el turismo, pero también el comercio tradicional de Barcelona y la restauración. Mucha gente no sobrevivirá.