Ana Maiques, CEO de Neuroelectrics, en la entrevista con Metrópoli  / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)

Ana Maiques, CEO de Neuroelectrics, en la entrevista con Metrópoli / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)

Startups Barcelona

Ana Maiques: “Barcelona tiene todas las condiciones para ser un centro de talento y de inversión"

La emprendedora, CEO de Neuroelectronics, asegura que "la guerra por el talento a nivel mundial es total” entre todas las empresas tecnológicas

1 mayo, 2022 00:00

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Ana Maiques (Valencia, 1972) habla con aplomo, producto de su experiencia. Sabe lo que quiere comunicar porque cree mucho en lo que hace y lo que le ha costado. Es economista, investigadora y una emprendedora convencida. Es la CEO de Neuroelectrics, empresa que cofundó junto con Giulio Ruffini. Todo comenzó en Barcelona, con Starlab, centrados en la investigación en neurociencia. Ahora, Neuroelectronics es una realidad con un enorme potencial. Y Maiques está instalada en Boston. Su empresa produce dispositivos para tratar y estimular el cerebro. Desde hace unos meses ha sido designada como presidenta de EsTech, una plataforma formada por nueve unicornios españoles que pretenden reivindicar el potencial económico y el tejido emprendedor del país, para ayudar a otras empresas a crecer rápido. Maiques, con una energía envidiable, llega a Metrópoli con un casco de electrodos, el dispositivo que podrían recetar en breve los médicos en Estados Unidos como terapia para regular los desequilibrios en el cerebro que provocan algunas enfermedades. Su posición es clara: “Hay una batalla por el talento en todo el mundo”. Y destaca que Barcelona “tiene todas las condiciones para ser ese gran centro del talento y de la inversión”. Pero también pide "más ambición" a todos los europeos, viendo las experiencias en Asia y en Estados Unidos.

Retrato de Ana Maiques en la entrevista con 'Metrópoli' / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)

Retrato de Ana Maiques en la entrevista con 'Metrópoli' / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)

 

Una de las cuestiones esenciales en el mundo tecnológico es la inversión. ¿Se puede decir que hay una falta de inversores en España? 

Creo que no. Si miramos en EsTech, muchos de los fondos que hay en España cada vez son más grandes. Es verdad que aquí no tenemos ni la trayectoria ni el volumen que muchos otros países tienen, pero no es un problema, por ejemplo, de mentalidad, sino de que hemos empezado más tarde. En España hay unos inversores que son la ‘bomba’, tal vez con un tamaño más pequeño, pero igual de sofisticados que en otros países. Si pensamos en Seaya, en Madrid, las inversiones son espectaculares. Yo vivo en Boston, una ciudad que acoge el hub mundial en life sciences, pero se ha producido tras 30 años de esfuerzos. Boston no se ha transformado de la noche a la mañana. Son tres décadas de recorrido. Sí es verdad que la ciudad contaba con el MIT, Harvard, importantes hospitales y empresas de biotecnología. Algunas de ellas se venden a gigantes como Sanofi, que dan pie a más empresas biotech, y que tienen éxito. Todo eso crea un círculo virtuoso y se generan más empresas. En Barcelona tenemos Wallapop y Glovo, para poner dos ejemplos. Estas dos empresas existen porque hace 20 años comenzaron unos emprendedores, tuvieron éxito y generaron un impacto determinado. Pero esto no pasa tan rápido. Es cuestión de tiempo y de mantener esfuerzos continuados.

¿Cree que con estos dos solistas de Barcelona se puede generar otros referentes?

En EsTech contamos con compañías extraordinarias, como Wallbox. Esta startup se creó hace seis años y estoy segura que de su éxito saldrán 15 más. Nos tenemos que despojar del complejo que arrastramos. Es evidente que aquí pasan cosas, pero empezamos más tarde que otros ecosistemas. Los éxitos consiguen que los inversores que previamente han inyectado dinero lo ganen, se levanten más fondos y se genere ese círculo positivo. 

¿Barcelona podría llegar a jugar la Champions en el ecosistema emprendedor mundial?

Es un tema cultural. Hay que ser suficientemente ambiciosos para llegar a ser líderes, ser capaces de internacionalizarse, salir fuera y atraer talento. Barcelona tiene todas las condiciones para ser un centro de talento y de inversión. Siempre he pensado, sin embargo, que los europeos no somos suficientemente ambiciosos. En España tener una empresa nunca ha sido algo socialmente bien visto y esto nos ha pesado de forma negativa. En Estados Unidos a los emprendedores se les reconoce la tarea. Cuando yo llegué a América me llamaron para asistir a un evento para lobbies en Washington. En ese momento mi empresa era pequeña y tenía pocos trabajadores. Aquí nadie me hubiese llamado porque sólo miran la plantilla y tu contribución en el PIB. Allí piensan en futuro, aquí no. En Estados Unidos pensaron que éramos una empresa de futuro y quisieron contar con nosotros. Esa es la diferencia.

Retrato de Ana Maiques junto al prototipo del casco neuronal / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)

Retrato de Ana Maiques junto al prototipo del casco neuronal / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)

 

¿Cree que eso puede cambiar en un cierto tiempo? 

En nuestra cultura no se mira tanto a largo plazo, en invertir asumiendo el riesgo. El fracaso en España se ve mal, tenemos unos ingredientes culturales que se deberían cambiar. Los que somos emprendedores no creamos empresas para forrarnos, levantamos empresas porque creemos que lo que hacemos es transformador para la sociedad y trabajamos como locos hasta que lo conseguimos. Y si lo hacemos bien ganamos mucho dinero, pero no estamos en esto por el dinero. Sin embargo, la idea del emprendedor y del empresario como vehículos para forrarse y explotar a todo el mundo está muy arraigada en nuestra cultura.

¿Se piensa más en la especulación?

Es verdad que en una empresa hay especulación, pero en otros muchos sectores también se puede ver. Hay quien se compra un piso con su dinero y yo, en cambio, lo invierto todo en mi empresa. ¿El que se compra una vivienda y la vende por el doble no especula y nosotros sí? Es evidente que la especulación financiera existe, pero tildar al emprendedor o a las ‘scaleups’ de hacerlo no es justo. Los que lo son acabarán desapareciendo. Puedes hacer un pico en el Nasdaq --segundo mercado de valores y bolsa de valores automatizada y electrónica más grande de Estados Unidos-- pero si no tienes contenido acabas bajando. ¿Esto es un pelotazo financiero? Al día siguiente están todos en la calle. Es cierto, por tanto, que existen los especuladores, pero los que aguantan muchos años y crean empresas de verdad lo hacen a largo plazo. Algunas empresas asociadas tienen una plantilla de 1.000 personas en España. ¿Eso es especulación? Eso es dar trabajo, pagar pensiones, y contribuir a la Seguridad Social. Si pienso en las empresas catalanas que han tardado muchos años en lograr los mil trabajadores y luego valoro las empresas asociadas que en cinco años han logrado una plantilla similar, entonces tengo claro que hay que ir a por ellas, apostar por estas ‘scaleups’. Con mano de obra cualificada, internacionales y sin fuga de talento.

¿Piensa que las administraciones no quieren ver esa realidad?

No es que no lo quieran ver, es que es un nuevo modelo económico. Es una nueva economía que a lo mejor no se ha explicado bien, o no se ha entendido bien. Es una nueva cultura que se debe explicar a la ciudadanía y a los políticos. Es todo muy reciente. Necesitamos todos algo de tiempo.

Ana Maiques responde a las preguntas de Sara Casas y Manel Manchón / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)

Ana Maiques responde a las preguntas de Sara Casas y Manel Manchón / LUIS MIGUEL AÑÓN (MA)

 

¿Por este motivo nace EsTech?

La plataforma nace para enseñar de qué va este nuevo modelo productivo, para explicar quiénes somos y que se nos escuche. Ya no somos tan pequeños, tenemos un impacto económico importante. Con 20 unicornios en España podemos generar el 1% del PIB y, en cambio, no estamos ni en conversaciones ni en la agenda política. Las empresas del IBEX, de la CEOE o las tradicionales son las que están llevando esa batuta y nosotros creemos que nuestras necesidades son diferentes. Tenemos que esforzarnos en atraer talento tecnológico e inversión, tenemos que esforzarnos en cosas que son inherentes a este modelo de 'scaleup' que crece muy rápido. Debemos estar en las conversaciones y que se nos consulte. Si hay que hacer una nueva ley de Formación Profesional, poner el foco en nosotros y no en Iberdrola, por ejemplo. ¿Qué tipo de fiscalidad necesitamos para atraer talento e inversores internacionales? EsTech nace para estar también en las conversaciones y liderar la agenda. 

¿El sector tecnológico va tarde? 

Europa va claramente por detrás de Estados Unidos y Asia en la creación de unicornios y empresas tecnológicas. Vamos tarde. Emmanuel Macron ha sido muy claro en que quiere generar 20 o 30 empresas unicornio en 10 años, porque sabe que en caso contrario no se podrá competir con América y con Asia. Europa parte con desventaja. La única manera es apostar por inyecciones de capital, lograr que estas empresas puedan competir y que generen, a su vez, más empresas.

¿Es un tema de mercado, de que Europa tiene un mercado fragmentado como ha apuntado el inversor Martín Cabiedes?

No lo creo. Considero que muchas de las empresas que nacen en Europa tienen una vocación claramente internacional. El mercado principal de Neuroelectrics es americano, el de Wallbox igual y el de Red Points cada vez más, para poner tres ejemplos. No es tanto un tema de fragmentación, es que las empresas que nacen en Europa deben tener las condiciones adecuadas para convertirse en scaleups a la misma velocidad y ritmo que lo hacen las americanas y asiáticas para poder competir a nivel mundial. Es lo que se ha planteado en el European Innovation Council, en el que participo, como miembro del consejo. O lo que señala Macron con su iniciativa, en la que también he participado, y que tiene claro que se deben generar entre 20 y 30 unicornios en diez años, porque sabe que, en caso contrario, no podremos competir con Estados Unidos y Asia.

¿Hay una lucha por el talento?

Es la gran guerra. Google y Amazon están fichando a ingenieros europeos para trabajar en remoto. Por mucho dinero que yo tenga, las empresas europeas tienen menos, siempre hay guerra por el talento.

¿Quién recluta a ese talento?

España tiene una gran oportunidad porque cuenta con las condiciones sociales para atraer a este talento. Si le preguntas a alguien que está en Boston si quiere trasladarse aquí con el mismo proyecto y salario, muchísima gente vendría, en Barcelona, por ejemplo. Hay que crear las condiciones idóneas, esa atracción de talento y de inversión para pagar salarios altos, contar con proyectos de dimensión global y que la gente no tenga que irse a Estados Unidos o Asia a trabajar. 

¿Dónde está el dinero?

Es un tema de tamaño de fondos. Hay dinero, pero aquí las rondas no son tan grandes como en Estados Unidos o Asia, aunque esto está cambiando. Recientemente Jobandtalent levantó 250 millones de euros, Paack una cantidad similar, la salida a bolsa del Nasdaq de Wallbox fue histórica. Hace seis años eso era impensable aquí. Lo que cada vez importa más es el tamaño de esas rondas. Y no nos podemos olvidar de que la inversión de Venture Capital en Estados Unidos es cuatro veces más alta que la europea. En Boston hay mucha influencia asiática. Por Europa pasan de largo salvo con Londres, porque el mercado inglés es muy cercano al americano. Sin embargo, cada vez más fondos americanos están realizando operaciones en Europa. Por eso hay que gritar un poco y hacer ruido, para atraer esta inversión. 

Usted habla de capital inteligente, ¿A qué se refiere?

Hay dos tipos de capital: el capital y el capital inteligente. Cuando hablamos de paciente nos referimos a Dip-Tech y a salud, capital para desarrollar nueva tecnología que necesita años. Considero que Europa se está posicionando y es una gran oportunidad. Sin embargo, uno de los problemas que tenemos es que somos fatales en transformar los conocimientos en dinero y esto lo hacen muy bien en Estados Unidos. Transformar dinero en conocimiento se nos da bien, pero no al revés. Este es el capital paciente. Luego está el capital inteligente, el que uno necesita para hacer una scaleup rápida. Una de las cosas que me ha impresionado de Boston no solo es el interés por la ciencia, los datos y la rigurosidad, sino la experiencia en crear, escalar y hacer empresas. Cuando hablo con algunos de mis inversores me comentan que esto lo han hecho 300 veces. Aquí no es que seamos más tontos, es que solo lo hemos hecho dos veces. Para mí, esto es el capital inteligente, es gente que ya lo ha hecho, que sabe cómo hacerlo. Por eso hay que atraer a inversores que tengan mucha experiencia en crear empresas de éxito y que inviertan en las nuestras. 

¿Y EsTech nace para atraer a este capital inteligente? 

EsTech no es una asociación de todo tipo de empresas tecnológicas, nosotros somos una asociación de un tipo específico, de las que escalan rápido, que han levantado una serie B y que están internacionalizadas. 

¿Cómo han seleccionado a estas empresas?

Son compañías que han levantado una Serie B, que están internacionalizadas y escalando muy rápido. Hay unos criterios por los cuales puedes entrar y ser miembro de EsTech, y ya tenemos identificadas 11 empresas más. Creo que seremos 20 a muy a corto plazo e iremos añadiendo otras poco a poco. Hemos identificado 400 potenciales scaleups en España, pero para entrar deben cumplir los criterios. Al principio seremos más restrictivos, pero con esta veintena de negocios el impacto económico y de empleo es brutal. Algunos medios hablaron de nosotros como lobby, es un término extraño, pero al final es estar presente en las conversaciones importantes. 

¿Se han puesto en contacto desde las administraciones públicas? 

Hemos tenido buena interlocución con el gabinete de Nadia Calviño. En las iniciativas en las que he estado presente, España ha sido de los primeros países que ha inyectado dinero en scaleups europeas. Por primera vez en el país contamos con un delegado de startups. Ahora habrá que ver si estas acciones son o no suficientes y si se ejecutan a la velocidad que necesitamos, para eso está EsTech, para tener esa interlocución con el Gobierno. 

¿Qué puede explicar desde Boston, teniendo en cuenta que su proyecto nace en Barcelona?

Tengo claro que el talento no tiene ni geografía, ni color, ni orientación sexual ni nada. El talento es talento y está en todas partes y creo que eso es la belleza. En Barcelona, Estonia o África hay gente extraordinaria y si ofreces condiciones el jardín florece. Personas como Andreu Mas-Colell o Maravillas Rojo nos apoyaron desde el primer momento, y hemos tenido mucho apoyo local. Nunca me olvido de que nací y crecí aquí. Europa siempre nos apoyó en la investigación. Hemos tenido un ecosistema que nos ha apoyado pese a que lo que hacíamos era un poco raro en aquel momento.

¿Viajar a Boston era necesario?

Llega un momento en el que creces. El talento no tiene geografía, pero una vez tienes tu modelo y una tecnología, hay que buscar las oportunidades allá donde estén. Llega un momento en el que debes salir para poder ser más ambicioso, ir donde esté el dinero, el talento y la marca. Hay que ir ‘a saco’, si se me permite la expresión.

¿Y qué es "ir a saco"?

Quiere decir ‘el mundo’. Para mi estar en Boston era el siguiente paso, era un tema de reputación. Quería probar con la FDA –la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos, que puede regular el casco de electrodos que fabrica Neuroelectrics—y quería pasar unos estudios clínicos y tenía sentido empresarial escalar en Boston. Para otros será otro sitio, como Barcelona. Muchas de nuestras empresas sienten esa necesidad de mercado, de reputación, de ver dónde está el cliente. Y si ves que está en otro sitio, hay que saber coger las maletas e irse.

En ese caso, ¿qué deben hacer las administraciones?

La administración tiene que dejar a un lado los bloqueos. Debe quitar los obstáculos del camino, dedicarse a sacar piedras. A la administración solo le pido que nos saque las piedras para que podamos competir en igualdad de condiciones con los franceses, ingleses o los americanos. 

¿Qué obstáculos hay?

Hay un montón. La fiscalidad, la inversión y la facilidad de atraer talento, son tres bloques muy importantes. 

¿Es malo vender? 

Lo que sería ideal sería crear empresas de largo recorrido. Pero hay muchos emprendedores, como Iker Marcaide, que son capaces de generar un impacto muy positivo después de haber vendido. Él, por ejemplo, estudió en el MIT, montó una compañía, la sacó a bolsa, la vendió y regresó a España. Ahora está asentado en Valencia y ha creado un fondo de inversión, una escuela y un barrio ecosostenible. Hay muchos ejemplos de emprendedores españoles que han tenido éxito y que están reinvirtiendo en el país. ¿Eso es malo? El problema es que no se habla de ellos. Muchos de estos emprendedores de éxito después invierten su dinero en otros emprendedores y  eso tiene un valor extraordinario. Lanzadera sería otro ejemplo. Tu coges a Juan Roig o a Marcaide y Valencia en cinco años ha cambiado radicalmente; y son dos o tres personas, dos o tres iniciativas. Se necesita muy poco. Pero hay que crear más referentes. 

¿Qué papel juega la prensa en el ecosistema emprendedor? 

Respeto a mis nueve fundadores de EsTech incondicionalmente porque sé el esfuerzo, el trabajo y la dedicación que requiere levantar una empresa desde cero a ese nivel. Yo también lo vivo con la mía. Y luego lo que se percibe es que en los medios aparece todo lo que va mal. Creo que hay una responsabilidad de los medios para enseñar las historias de éxito, para explicarlas. ¿Por qué he aceptado ser presidenta de EsTech? Para animar a las mujeres jóvenes a estudiar tecnología, para que entiendan que en España se puede hacer tecnología. Está muy bien tener abogados y economistas, pero esto no nos va a hacer competitivos. Desde Boston todavía no se conecta España con la tecnología. No se relacionan las dos cosas, cuando hay grandes empresas. Si sacáramos un poco más de pecho y explicáramos mejor lo que hacemos, quizás atraeríamos más inversión, más talento, y quizás cambiaría más el modelo. Los ejemplos existen, otra cosa es que no se hable de ellos. Los medios aquí han tenido un papel determinante en el mal sentido. ¿Y las cosas buenas que han hecho Glovo o Wallbox? ¿La cantidad de gente que está pagando las nóminas? Eso hay que explicarlo más. 

¿Qué salto puede dar su empresa con el casco de electrodos?  

Una de las cosas más bonitas de esta tecnología es que esto se empezó a gestar en el Observatori Fabra en 2006 y esta tecnología te permite medir y estimular el cerebro de manera inalámbrica. Lo que es realmente revolucionario es que estamos en un estudio clínico con la FDA y nos queremos convertir en la primera empresa del mundo que tenga esta tecnología probada como nueva terapia. Es el primer ejemplo que hemos llevado a la FDA donde lo estamos aplicando a 190 pacientes en 25 hospitales norteamericanos. Demostramos que si inyectas corrientes en el cerebro de un niño que tiene epilepsia le podemos reducir las crisis cuando no responden a la medicación. Y somos 'made in Barcelona'. Ayudamos a pacientes con epilepsia, y también hacemos estudios con depresión y estamos empezando a trabajar sobre el Alzheimer. Podemos imaginar un futuro donde en vez de tomarte un fármaco te prescriban estimulación eléctrica y además en casa. Se podrá mejorar en esas enfermedades. Todo es ‘Made in Barcelona’, pero con crecimiento en Boston, donde hemos conseguido casi 20 millones de dólares en Serie A. Nuestra fábrica está en la Avenida Tibidabo, donde realizamos los dispositivos. El año pasado facturamos más de cinco millones de dólares en 45 países enviando estos dispositivos a universidades y hospitales de todo el mundo para probarlo y hacer desarrollos tecnológicos y creo que eso nos ha dado una disciplina para ser realmente operativos en el mercado. Tenemos 20 millones de inversión, pero al mismo tiempo hay un negocio que fabrica, que envía productos, que tiene agente comercial. Es decir, es un negocio de verdad. Lo que creo es que en todo el sector lo importante es el liderazgo y ahora pienso en situaciones que no se aprovechan como se debería. Cuando se casó el hermano de Elon Musk en Empúries, vino la gente más influyente del mundo y a nadie se le ocurrió irlos a buscar, enseñarles Barcelona y las empresas más importantes. Vinieron los más influyentes en tecnología y no vieron nada. Es la prueba de que falta liderazgo.   

¿Está a favor de la ampliación del aeropuerto de Barcelona? ¿Puede ser decisivo?

Lo veo como algo muy estratégico. Durante la pandemia no he parado de viajar y he tenido que hacer escala en Londres, en París y en muchas partes. Eso es agotador. Si tienes que ir cada dos o tres semanas a Estados Unidos y no tienes un vuelo directo vas menos. Si vas menos dejas de ir a charlas, si dejas de ir a charlas dejas de hacer networking, si dejas de tener networking haces menos contactos, es una rueda. Hay gente de Estados Unidos que viene aquí para estar 24 horas y si no hay vuelo directo no viene. Que venga un americano con un fondo de dos millones a Barcelona está bien, así que creo que las conexiones son muy importantes. 

¿No cree que la ampliación va a fomentar más turismo, pero no esas conexiones, como señalan los críticos al proyecto?

No nos viene mal. Tampoco entiendo esa crítica. Hay que subir el nivel de la economía de este país. Si el turismo y la tecnología nos ayudan, bienvenidos. 

¿Cree que hay mucha diferencia entre Madrid y Barcelona? 

Barcelona siempre ha tenido una cultura emprendedora, es algo que siempre ha estado aquí, nuestra cultura catalana es favorable al emprendimiento, pero en los últimos años se ha visto mucha energía en Madrid. Barcelona debería ponerse las pilas, hemos vivido muchos años de renta, nos falta un poco de hambre. Todos los países del este de Europa son brillantes, hay una fuerza en el sector tecnológico increíble, con gente muy joven y con hambre. Si comparo Italia, Francia y España con los países del este no hay color, son el futuro. Y pienso que en España hay regiones donde la gente tiene más hambre y van más a saco.

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Entrevista completa en vídeo: