El Hivernacle, situado en el parque de la Ciutadella, que el gobierno de Ada Colau quiere abrir hasta el mar / JORDI SUBIRANA

El Hivernacle, situado en el parque de la Ciutadella, que el gobierno de Ada Colau quiere abrir hasta el mar / JORDI SUBIRANA

El pulso de la ciudad

La Ciutadella, un parque en el olvido

El Hivernacle, el Umbracle, el Castell dels Tres Dragons y el Museu Martorell llevan años cerrados al público y de abandono arquitectónico

17 marzo, 2017 12:40

El parque de la Ciutadella languidece olvidado desde hace tiempo. Cuatro de sus monumentos y equipamientos más importantes, todos de gran valor patrimonial, -el Hivernacle, el Umbracle, el Castell dels Tres Dragons y el Museu Martorell- llevan años cerrados al público y nada hace presuponer que vayan a reabrir próximamente

Un recorrido por el bello paseo de los Til·lers, en la zona más próxima al Born, muestra los edificios, creados para la Exposición Universal de 1888, arquitectónicamente abandonados, con un deficiente mantenimiento y sin uso ciudadano, aunque curiosos y turistas los siguen fotografiando, quizá sorprendidos por lo que ven.

El Hivernacle, construido por Josep Amargós en 1884 para el cultivo y exposición de plantas tropicales, lleva más de una década clausurado. Presenta un estado bastante dejado, con numerosas ventanas sin cristales cerradas por oxidadas rejas. Algunas de las paredes están desconchadas, sin revestimientos y llenas de pintadas, y en su interior todavía se puede ver una parte de la colección de plantas.

Bajó la persiana en 2006 y sólo ha abierto en alguna ocasión puntual. Antes de su cierre, el Hivernacle funcionó como restaurante. Los últimos años, el Ayuntamiento ha llevado a cabo distintas obras y se ha gastado al menos un 1,8 millones de euros. Las últimas reformas que se anunciaron fueron a finales de 2015. Tenían que durar ocho meses y finalizar en verano de 2016 “para recuperar el esplendor de los últimos años”. Pero la realidad es que, a simple vista, no se ven mejoras.

Los edificios, creados para la Exposición Universal de 1888, arquitectónicamente abandonados, con un deficiente mantenimiento y sin uso ciudadano, aunque curiosos y turistas los siguen fotografiando, quizá sorprendidos por lo que ven.

El Castell dels Tres Dragons es una de las sedes del Museu de Ciències Naturals de Barcelona, aunque lleva años vallado y recubierto por una gran malla para evitar la caída de piedras. Hasta 2010, este edificio levantado por el arquitecto Lluís Domenech i Montaner entre 1887 y 1888, estuvo abierto al público. Ese año, una parte de la colección de zoología, con numerosos animales disecados y el esqueleto de una gran ballena, se trasladó al Fòrum y se rebautizó como Museu Blau.

CASTELL DELS TRES DRAGONS VALLADO / JS

CASTELL DELS TRES DRAGONS VALLADO / JS


Desde entonces, el Castell dels Tres Dragons no ha vuelto a tener un uso público, y por ahora únicamente funciona como sede científica, centro de documentación y laboratorio del Museu de Ciències Naturals de Barcelona.

En el Museu Martorell sucede más o menos lo mismo. Es la sede de las colecciones de geología y mineralogía del Museu de Ciències Naturals. Los trabajadores llevan a cabo tareas de mantenimiento y de investigación, la biblioteca abre para consultas profesionales, pero el museo, un edificio neoclásico de Antoni Rovira i Trias construido entre 1878 y 1882, lleva unos siete años cerrado al público y su entrada se ha convertido en refugio de personas sin techo.

Aunque de puertas para fuera no lo parece, con los edificios arquitectónicamente abandonados, el interior del Castell dels Tres Dragons y del Museu Martorell albergan millones de piezas que esperan ser mostradas de nuevo al público. Probablemente, la colección de mineralogía del Museu Martorell se acabará trasladando al Castell dels Tres Dragons, junto al personal que trabaja en ella.

El Umbracle es el último de los equipamientos de la Ciutadella que lleva tiempo clausurado y sólo ha abierto en contadas ocasiones. Proyectado por Josep Fontserè y construido entre los años 1883-1887 por Josep Amargós, forma parte, junto al Hivernacle, el Castell dels Tres Dragons y el Museu Martorell, del proyecto científico y museístico integrado dentro de la ordenación global de la Ciutadella que diseñó el mismo Fontserè en 1872. El estado lamentable en que se encuentra queda patente en algunas de las plantas, impropias de un Umbracle, que están reventando el techo de madera, paredes rotas y sin revestimientos y pintadas.

La Ciutadella, una nueva centralidad

Algunos expertos consultados por Metrópoli Abierta -como la exconcejal de Ciutat Vella y arquitecta, Itziar González, y el escritor, gestor cultural y exgerente de museos con el alcalde Pasqual Maragall, Jordi Carrió- lamentan la situación y proponen que se tienen que ir dando los pasos, con el liderazgo del Ayuntamiento de Barcelona y la participación de todas las instituciones y entidades que se encuentran en el parque o en los aledaños, para recuperar los equipamientos y convertir la Ciutadella en una nueva centralidad de Barcelona. Se trata, dicen, de hacer de la Ciutadella un eje urbano, abierto a su entorno inmediato y al mar, y un polo integrador de ciencia y cultura.

A finales de enero, González, Carrió y representantes de algunas de las instituciones relacionadas con el parque hicieron llegar una carta a la alcaldesa, Ada Colau, para concienciarla de la importancia que la Ciutadella tiene para la ciudad y el país.

La carta la firman también el rector y el gerente de la Universitat Pompeu Fabra, Jaume Casals y Jaume Badia, respectivamente; el científico y exdirector del Museu de Zoologia, Francesc Uribe; el director del Institut de Ciències del Mar, Albert Palanques; el responsable de desarrollo corporativo del Institut de Ciències del Mar, Miquel Àngel Rodríguez Arias; el director general del Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona, Jordi Camí, y el presidente del Institut d’Estudis Catalans, Joan Domènec Ros.

Los firmantes recuerdan que hace un siglo, durante la Mancomunidad, la ciudad fue capaz de poner en marcha en la Ciutadella un parque de la ciencia de gran importancia histórica -con los cuatro equipamientos en funcionamiento- y que, en su opinión, no sería tan difícil de recuperar.

La reunión está prevista para abril -con los tenientes de alcaldía, Janet Sanz y Jaume Collboni,- y Carrió espera que sirva para dar los primeros pasos para buscar una solución global al conjunto del parque, no pieza a pieza, tomando también como ejemplo lo que se hace en otras ciudades extranjeras, como París y Copenhague.

VENTANAS CON REJAS OXIDADAS DEL HIVERNACLE / JS

VENTANAS CON REJAS OXIDADAS DEL HIVERNACLE / JS


Pero, de momento, los planes del consistorio ofrecen pocas novedades sobre los equipamientos. Fuentes municipales se limitan a decir que en 2016 se acabó la primera fase de rehabilitación del Hivernacle y que, en este momento, se está redactando el proyecto ejecutivo para llevar a cabo el resto de la obra en 2018. Sobre el Umbracle, las mismas fuentes aseguran que no se ha tomado ninguna decisión. Tampoco hay ninguna actuación prevista para el Castell dels Tres Dragons ni para el Museu Martorell. O, al menos, eso dicen.

Itziar González define la situación de estos edificios como “una enfermedad institucional, la desconexión de la maquinaria de la administración de los deseos de la ciudadanía”. La arquitecta asegura que el parque es un espacio con un enorme potencial. “Tiene que ser una nueva centralidad de la ciudad, más permeable, y que funcione como un polo integrador de ciencia y cultura”.

El Museu Nacional de Ciències Naturals de Catalunya, en el parque

Carrió, vecino de la Ciutadella, plantea que el parque sea la sede central del Museu Nacional de Ciències Naturals de Catalunya, recuperando para ello los cuatro equipamientos, el Castell dels Tres Dragons, el Museu Martorell, el Hivernacle y el Umbracle. La sede institucional sería el Castell, pero la historia de las ciencias naturales se explicaría también a través del resto de equipamientos de la Ciutadella, a los que se sumarían el Jardí Botànic de Montjuïc, el Museu Blau del Fòrum y las secciones existentes en otros puntos de Catalunya.

Itziar González define la situación de estos edificios como “una enfermedad institucional, la desconexión de la maquinaria de la administración de los deseos de la ciudadanía”

Carrió también defiende que para ampliar el museo (ahora no tiene suficiente espacio para ubicar todas sus colecciones), se podría levantar una nueva construcción en el solar del edificio de los viejos juzgados más próximo al Castell. “Para ello es necesario que se pongan de acuerdo Generalitat y Ayuntamiento. El edificio tiene aluminosis, lo que, a la práctica, lo convierte en un solar”, opina.

A caballo entre los distritos del Eixample, Ciutat Vella y Sant Martí, el parque de la Ciutadella ocupa un lugar privilegiado, céntrico y estratégico de la ciudad. Pero a diferencia de otras ciudades, como Copenhague o París, donde hay parques similares a la Ciutadella, el parque barcelonés es cerrado y da la espalda a los barrios del entorno.

Ahora, el paseo de la Circumvalació y las vías de la estación de França impiden llegar al Mar desde la Ciutadella. El parque también está cerrado a Sant Martí y a la Universitat Pompeu Fabra por el largo muro del zoo de la calle de Wellington, que va desde la calle de Pujades al paseo de la Circumvalació.

El gerente de la Universitat Pompeu Fabra, Jaume Badia, reclama la necesidad de hacer permeable este muro para conectar el Distrito de Sant Martí con la Ribera, a través de la Ciutadella. “Este muro, de unos 500 metros aproximadamente, no tendría que ser un obstáculo”, dice Badia. La comunidad universitaria en esta zona de la ciudad es de unas 8.000 personas que, en caso de la obertura del muro, haría un uso ciudadano y cívico al parque.

Badia, que hace unos días ya expuso sus puntos de vista al teniente de alcaldía Jaume Collboni, también defiende el uso científico que se quiere dar al parque y sostiene que la presencia de la universidad serviría para “contaminar positivamente” los equipamientos culturales y museísticos de la Ciutadella.

La exconcejala de Ciutat Vella opina que el parque se tiene que poder atravesar y defiende replantear sus usos y su relación con el entorno más inmediato. Y es necesario hacerlo escuchando y colaborando con las instituciones presentes en el parque y en las inmediaciones, como la Universitat Pompeu Fabra, el parque de Recerca Biomèdica, el zoo -cuyos usos se tienen que redefinir- y el Institut de Ciències del Mar, entre otras.

Uno de los proyectos es un eje de montaña a mar, conectando el paseo de Sant Joan, el paseo de Lluís Companys, el parque de la Ciutadella, el parque de la Barceloneta, la playa y el mar. González recuerda que ya existe un plan director, realizado por los arquitectos Roig-Batlle, para abrir el parque hasta el mar, reorganizando el zoo y superando las vías de las estación de França.

Otra idea, que se proyectó y paralizó el anterior mandato, con Xavier Trias de alcalde, es un paso que permita unir el parque con la calle de Wellington. Carrió sueña con un paseo abierto desde Santa Maria del Mar, en el Born, hasta la Universidad Pompeu Fabra. El proyecto, explica, permitiría acercar a las instituciones y a las entidades de la zona, y conectar barrios y distritos ahora aislados, como Ciutat Vella y Sant Martí.