Nadine Sierra, en 'La  Traviata', en el Liceu

Nadine Sierra, en 'La Traviata', en el Liceu Sergi Panizo

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Una 'Traviata' para el recuerdo en el Liceu

La actuación de Nadine Sierra en el Liceu ha sido estelar, con todos los elementos de la ópera de Verdi en la mejor versión posible

Una Madama Butterfly a bajo volumen en el Liceu

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Dicen que el estreno en 1853 de la Traviata en la Fenice de Venecia fue un fracaso debido, entre otras cosas, a la escasa credibilidad de la soprano Fanny Salvini-Donatelli quien no supo, o pudo, encajar en el exigente papel de Violetta. Si Verdi hubiese tenido la oportunidad de conocer a Nadine Sierra probablemente el resultado hubiese sido otro, privándonos eso sí de los retoques que introdujo en el segundo y tercer acto para lograr el éxito al año siguiente. La actuación de la soprano norteamericana de sangre portuguesa, portoriqueña y napolitana es simplemente sublime.

El papel de Violetta es de los más exigentes del repertorio de las soprano. Arranca para sopranos ligeras, muta para líricas y termina en dramáticas, registros que, en general son la evolución propia de la voz con la edad y la experiencia. Sierra está sublime en los tres registros, encandilando en su “Èstrano, sempre libera” del primer acto, emocionando en “Ah, Gran Dio! Morir sì giovine” del tercero.

Su actuación, excepcionalmente subrayada por la orquesta magistralmente dirigida por Giacomo Sagripanti, arrastra a todo el elenco, en una cuidada producción, para componer uno de los mejores espectáculos que se han vivido en el Liceu en los últimos años.

Nos tenemos que remontar al mejor Juan Diego Flórez con la Cenerentola de Els Comediants de 2007 para encontrar algo comparable, si bien la fuerza de la obra de Verdi supera a la alegre composición de Rossini. Lo visto en el Liceu se trata de un espectáculo que debería conventirse en un betseller de la plataforma el Liceu+.

Patricia Calvache y Xavier Anduaga, en 'La traviata'

Patricia Calvache y Xavier Anduaga, en 'La traviata' Sergi Panizo

La Traviata es una de las óperas más vistas en nuestro teatro, 267 veces antes que este ciclo de 12 representaciones, y son varios los años en los que es la ópera que más se representa en el mundo, estando siempre entre las top5. A pesar de tratarse de una reposición, la producción David McMicar es muy convincente y esta vez los movimientos de los actores son casi perfectos, tal vez animados por el excelente trabajo teatral de la protagonista.

Puestos a pedir, la profusión de cortinas a veces absorbe demasiado la voz, pero sin duda la escenografía es tan bonita como adecuada. El vestuario, elegante y sin complicaciones, aporta y no distrae, manteniendo siempre una excelente armonía visual. Se nota que al director musical, Giacomo Sagripanti, le gusta la obra de Verdi, pues su lectura está llena de detalles, subrayando el papel de los, grandes, solistas.

Imagen y edad perfecta

Además, hace un año dirigió también a la protagonista en el mismo papel en la Ópera de París y eso contribuye a que orquesta y soprano se fundan en uno, subrayando la orquesta el gran trabajo de la soprano. La interpretación de la obertura del tercer acto es, simplemente, sublime, tanto que se escapó algún bravo al público, algo muy infrecuente tras la actuación de la orquesta.

Siendo todo el espectáculo completo, sin duda la interpretación de Nadine Sierra es excepcionalmente buena tanto en su faceta actoral como en la vocal. Tiene la imagen y la edad perfecta para el personaje y la voz es simplemente de otro planeta. No son pocas las críticas que ven a Nadine Sierra como la mejor Violetta de la actualidad y, probablemente, de todas las de la historia. Viajar en el tiempo siempre es injusto, pero la producción que se puede disfrutar en el Liceu está, como poco, a la altura de la mítica representación en el teatro San Carlos de Lisboa en 1958 protagonizada por Callas y Kraus.

Ruth Iniesta y Xavier Anduaga en 'La Traviata'

Ruth Iniesta y Xavier Anduaga en 'La Traviata' Sergi Panizo

La recepción del público es, como no puede ser de otra manera, excelente. El lleno es total en todas las funciones y cada aria hace explotar oleadas de aplausos y de bravos. Sirva como ejemplo que una obra que no dura más de dos horas en una grabación se alarga hasta las tres horas y media, con dos descansos eso sí. Y eso que el telón estuvo inusualmente rápido a la hora de cerrar.

Una 'Traviata' para el recuerdo

La deslumbrante soprano no eclipsa al resto, sino que tira del conjunto. Javier Camarena, relegado a un segundo plano tanto por el papel de Alfredo como por lo excepcional de la interpretación de Sierra, no se queda atrás. Juntos componen una pareja más que creíble, capaz de transmitir todos y cada uno de los sentimientos que Verdi y Piave pusieron en esta obra que gira desde la frivolidad al amor y la tragedia.  Su mejor actuación tal vez esté en el aria “De’ miei bollenti spiriti”, destacando los dos en el final del segundo acto.

Nadine Sierra, en 'La Traviata', en el Liceu

Nadine Sierra, en 'La Traviata', en el Liceu Sergi Panizo

Cuando el director, la producción y los protagonistas lo hacen muy bien, el resto suele también brillar y eso sucede en este caso. Apetece escuchar, pero también apetece ver. La ópera es un espectáculo total, y esta Traviata lo es. La orquesta y el coro suenan mejor que nunca y el resto de papeles son igual de creíbles que los protagonistas, especialmente el imponente barítono Artur Ruciński en el papel de Giorgio Germont, el padre de Alfredo. Gemma Coma-Alabert como Flora y Patricia Calvache como Annina, cumplen a la perfección, sin olvidar el trabajo de Josep Ramon Olivé, Pau Armengol, Albert Casals y Gerard Farreras.

Estamos ante una Traviata para hacer afición y para el recuerdo que, ojalá, no sea flor de un día. De momento está anunciado el regreso de Sierra al Liceu en abril con la Sonnámbula, haciendo pareja con Anduaga, precisamente Alfredo en el segundo reparto, cuya actuación nada tiene que envidiar a la de Camarena.