Detalle de la placa de la calle Notariat / PABLO MIRANZO

Detalle de la placa de la calle Notariat / PABLO MIRANZO

Vivir en Barcelona

Calle Notariat

Sus edificios aún conservan un aroma burgués decimonónico; en uno de ellos residió Ramón y Cajal

13 marzo, 2021 00:00

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Situado en el corazón del barrio del Raval, la calle Notariat es una vía con un trazado corto que comunica la calle d’Elisabets con la del Pintor Fortuny. Sus edificios aún conservan un aroma burgués decimonónico. En uno de ellos residió, entre 1887 y 1890, el premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal durante su época de docente en la Facultad de Medicina de la Universitat de Barcelona.

Calle Notariat / PABLO MIRANZO

Calle Notariat / PABLO MIRANZO


 

El origen de la calle lo encontramos en los derribos de los conventos del Carme (1874) y d’Elisabets (1880) dentro del plan de ensanche del Raval que supuso el nacimiento de la calle Notariat, como las del Pintor Fortuny, Doctor Dou o Montjuïc del Carme. Desde su apertura hasta 1884 llevó el nombre de pasaje de Fortuny, para luego llevar el del Notariat al instalarse en 1882 en el número 4 de la calle la sede de los notarios de la ciudad.

Un hombre camina por la calle Notariat / PABLO MIRANZO

Un hombre camina por la calle Notariat / PABLO MIRANZO


El Colegio de Notarios de Barcelona fue creado en 1395 por el privilegio concedido por el rey Juan I, fruto de la necesidad de pautar y reglar una profesión que se desarrollaba en muchas ocasiones por el apetito o capricho del profesional. En la actualidad la corporación de derecho público no solo sirve para ejercer la representación de los notarios en Cataluña, ya que además custodia uno de los archivos notariales más importantes del mundo, con más de 180.000 volúmenes y escritos que se remontan al año 1142. En el fondo podemos hallar toda clase de protocolos históricos como el testamento de Jacint Verdaguer o documentos de compraventa de terrenos como el del solar de la Sagrada Família. La historia de la ciudad palpita en este extraordinario archivo.

Fachada del colegio de notarios / PABLO MIRANZO

Fachada del colegio de notarios / PABLO MIRANZO