El pilar que queda del antiguo viaducto del Guinardó / INMA SANTOS HERRERA

El pilar que queda del antiguo viaducto del Guinardó / INMA SANTOS HERRERA

Vivir en Barcelona

En memoria de la “autopista del cielo”

A la salida del túnel de la Rovira, sobrevive, convertido en arte urbano, el único pilar que queda del polémico viaducto del Guinardó construido en la época de Porcioles

15 septiembre, 2022 00:00

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A la salida del túnel de la Rovira, en mitad de una rotonda ajardinada, se abre paso entre los árboles una extraña figura de hormigón, una especie de tótem con los brazos extendidos con un agujero rectangular en el centro, un monstruoso cíclope abstracto que, pese a su tamaño, ha acabado fundiéndose en el paisaje hasta pasar desapercibido. Para algunos, al principio, incluso era molesto; ahora pocos se paran a pensar qué representa, de dónde salió o por qué está ahí. La ausencia de un cartel que lo explique tampoco ayuda mucho. 

No, no es obra de un conocido escultor. Es ni más ni menos que un pilar del antiguo viaducto, más conocido popularmente como "el scalextric” de la plaza de Alfons X el Savi o la “autopista del cielo”, que seguía la ronda del Guinardó a la altura del primer piso algunos de los edificios cercanos y que fue motivo de sonadas protestas vecinales en los años 70.  

UNA VÍA RÁPIDA

A principios del siglo XX se aprobó un plan que incluía una vía rápida para unir los antiguos pueblos anexionados como barrio a la ciudad. Pero cuando se materializó siete décadas después, en 1973, aquella “autopista del cielo” no tenía ningún sentido en una ciudad totalmente edificada, que había crecido trazando enlaces alternativos entre las diferentes poblaciones anexionadas y convertidas en barrios. Y así, una vez concluido el túnel de la Rovira en la segunda mitad de la década de los 80, fue cayendo el innecesario scalextric --primero el lado de mar, hacia 1985, y un par de años más tarde, el de montaña-- hasta desaparecer totalmente del paisaje. 

O casi totalmente. Ahí, presidiendo la zona ajardinada frente a la Casa de las Alturas, sede del distrito de Horta-Guinardó, queda la prueba de una monstruosa infraestructura a la que el tiempo y las reivindicaciones vecinales ganaron el pulso. Una auténtica escultura urbana del porciolismo.

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