La concejal socialista Laia Bonet

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Laia Bonet

15 octubre, 2022 00:00

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Las reclamaciones, al maestro armero. Es la expresión militar que significa que toca fastidiarse porque no hay a quien reclamar, o porque la persona o entidad ante quien se pueda presentar la reclamación la ignorará por completo. Es lo que parece que practican el alcaldable Collboni, su ama Colau y la concejala socialista Laia Bonet. Segun ERC, tienen más de 2.400 expedientes de transparencia pendientes de resolver. Las cifras que ni decir tiene no cuadran ni en pintura con las que ofrece el gobierno, que rebaja a 200 o 300 los casos pendientes, un 10% del total. Los republicanos acusan a los socialistas de "desmantelar" la oficina de la transparencia.

Prometieron transparencia y crearon un área dedicada a aclarar posibles casos de corrupción y malas praxis en el ámbito municipal. Inventaron también un Comité de Ética que tampoco sirve para nada. Y ambos chiringos agonizan olvidados “por falta de recursos” para no decir por falta de voluntad política, porque socialistas y comuneras prefieren lavar la ropa sucia en casa o tirarla a un contenedor para los pobres ingenuos que creyeron en ellas y ellos.

Dotada de un inevitable consejo asesor para colocar amistades y filósofos orgánicos, el engendro fue llamado Oficina para la Transparencia y las Buenas Prácticas, y su responsabilidad recayó en la inevitable Dirección para la Transparencia y las Buenas Prácticas. Los republicanos culpan del fracaso de ambos chiringos a la concejala Laia Bonet, una jurista bien educada proveniente de Valls que no sirvió ni para frenar otra huelga salvaje de buses en TMB durante la Mercè, ahora ya en vías de solución.

Ocupada como tenienta de alcaldía de la Agenda 2030, Transición Digital, Deportes y Coordinación Territorial, lo que menos le interesa es aclarar y lavar asuntos sucios cuando su propio partido ostenta el caso más grande de corrupción, soborno, prevaricación urbanística, infidelidad en la custodia de documentos y falsedad documental visto, sentenciado y condenado por la justicia. Y sin pasar por la maestra armera.