Escultura en la plaza de Sant Josep de Calassanç / INMA SANTOS HERRERA - METRÓPOLI

Escultura en la plaza de Sant Josep de Calassanç / INMA SANTOS HERRERA - METRÓPOLI

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La ‘Llar per a la tortuga dels vuit anells’

El pintor y escultor mallorquín Joan Bennàssar creó para la plaza de Sant Josep de Calassanç una escultura que recuerda las tres tortugas de piedra donde jugaban los niños en los años 60

14 octubre, 2022 00:00

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Chino, chano, chino, chano, calle Còrsega adelante, he ido a parar por azar a la plaza de Sant Josep de Calassanç. Y, aunque iba buscando otra cosa –un pasaje–, no he podido evitar ver a lo lejos algo que ha llamado mi atención, una figura extraña situada en una esquina de la plaza. La curiosidad tiene estas cosas. Foto por delante y por detrás, apunte de situación y anotación en la libreta: “pendiente de investigar”.  Y eso he hecho al llegar a casa.

Para explicar el origen de la curiosa obra hay que remontarse a los años 60. En la plaza de Sant Josep de Calassanç, donde hoy se ubica un parque infantil, había entonces no una, sino tres tortugas de piedra con la que los niños jugaban. Eran tan populares que los vecinos llegaron a bautizar este espacio como la plaza de las tortugas. Con los años, y tras verse implicadas en varios accidentes leves, que se salda con algún niño herido leve, el consistorio decidió prescindir de los tres quelonios por seguridad. 

A finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo pasado, tuvo lugar la última urbanización importante de la zona, que dio lugar a la plaza tal y como la conocemos ahora. Fue entonces cuando los arquitectos del Ayuntamiento encargaron al pintor y escultor mallorquín Joan Bennàssar una escultura pública que, más allá de decorar el espacio, sirviera para rememorar su pasado. 

Y Bennàsar creó para la ocasión la ‘Llar per a la tortuga dels vuit anells’, inaugurada en 1991. Sí, siento contradecir a aquellos que habían visto en esta obra algo así como un homenaje a la hormigonera. Nada más lejos de la realidad, pues esta escultura abstracta quiere ser un ejercicio de memoria y devolver a la plaza aquellas tres tortugas de piedra desaparecidas de la plaza y que dieron tanto juego a los niños. 

Esta original versión de una tortuga está compuesta por ocho planchas de acero: por la parte exterior, curvadas y una junto a la otra, imitan el caparazón de una tortuga; en el interior, pintadas de colores vivos, las placas se convierten en un espacio resguardado y totalmente seguro para los juegos infantiles.

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