Una escena de 'Las siete muertes de Maria Callas', en el Liceu / LICEU

Una escena de 'Las siete muertes de Maria Callas', en el Liceu / LICEU

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Otro espectáculo sin sentido en el Liceu

La llamada performance 'Las siete muertes de Maria Callas' cuenta con imágenes de mal gusto, aunque las siete sopranos están muy bien

15 marzo, 2023 00:00

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Mientras en la Scala se representa La Bohème, en la Royal Opera House Turandot o en el Met ni más que menos que se alternan Lohegrim, la Traviata, Norma y Falstaff, en el Liceu de nuevo un espectáculo menor dentro de una decadente temporada de ópera. Y a un precio de oro, 263 euros la entrada más cara. Se trata de Las siete muertes de Maria Callas.

Algunos le llaman performance. La realidad es que se trata de un concierto de una hora de siete arias cantadas por siete sopranos correctas con un fondo en el que se proyectan escenas pseudoartísticas, algunas realmente desagradables, seguido de media hora de música contemporánea. Y todo eso en el Liceu, no en un auditorio o en una sala de exposiciones. De nuevo una falta de respeto al público y a la historia.

Lo mejor, sin duda, el director de orquesta, Antonio Méndez. De nuevo se demuestra que la orquesta del Liceu es capaz de interpretar con sensibilidad cuando la dirige alguien que también la tiene. La orquesta al servicio de las sopranos y encajando muy bien con la música enlatada. Excepcional el final donde la orquesta acompaña a una grabación de María Callas en un excelente ejercicio de afinación y sincronía. Antonio Méndez en un joven director con una excelente trayectoria y mejor proyección.

Una escena de 'Las siete muertes de Maria Callas' / LICEU 

Una escena de 'Las siete muertes de Maria Callas' / LICEU 

Las siete sopranos que interpretan las siete arias estuvieron francamente bien. Gilda Fiume como Violetta Valéry, Vanessa Goikoetxea como Floria Tosca, Benedetta Torre como Desdemona, Antonia Ahyoung Kim como Cio-Cio San, Rinat Shaham como Carmen, Leonor Bonilla como Lucia Ashton y Marta Mathéu como Norma realizan una interpretación de concierto más que notable. Lo lamentable es que lo hacen vestidas de mucama y teniendo como fondo siete proyecciones en las que se ensalza la muerte, sea natural, sea por suicidio, sea por violencia de género. En las performances se quiere provocar, no hay duda, pero ver a alguien desangrándose, siendo estrangulada por una serpiente, muriendo semidesnuda asfixiada en una atmósfera llena de gases tóxicos, siendo apuñalada por su amante o ver a un Willem Dafoe travestido caminando hacia una hoguera, roza lo desagradable por más que se use como efecto estético la cámara lenta y los primerísimos planos.

¿TRIBUTO A LA CALLAS?

Y tras la primera hora asimilable a una especie de concierto le sigue media hora con música contemporánea y una Marina Abramović que por fin se levanta de la cama para deambular por la habitación y tirar un jarrón al suelo, que luego es limpiado por las siete sopranos… estudiar canto para esto.

Desconozco si alguien vigila el legado de la sin par María Callas, pero si existe no entiendo cómo se permite usar su nombre para esto. La absoluta nunca cantó una ópera en el Liceu; solo dio un concierto en el Liceu el 5 de mayo de 1959. Sin duda se merece un tributo, más este año que hubiese cumplido 100 años. Esto no es un tributo, es mal usar su nombre.

Una imagen en el espéctaculo en el Liceu de 'Las siete muertes de Maria Callas' / LICEU

Una imagen en el espéctaculo en el Liceu de 'Las siete muertes de Maria Callas' / LICEU

Pero guste o no, a mi desde luego no me ha gustado nada, es, de nuevo, un espectáculo impropio de un teatro de ópera que un día fue primera categoría. Este espectáculo no se va a representar en ningún teatro de ópera que no haya participado en la perpetración de esta producción.

No puedo acabar esta crónica sin afear la actitud del Liceu para con los socios del Círculo del Liceu. Ambas instituciones, se supone que hermanas, están conectadas por una puerta en el Salón de los Espejos que solo se abre cuando hay funciones de abono. Parece que alguien se coló en el teatro y en lugar de perseguir al gorrón se ha colocado un control absolutamente ineficiente en el acceso al Salón de los Espejos gestionado por personas superadas por la situación.  Espero que el Presidente del Círculo haga lo propio con los gorrones que entran al Círculo sin ser socios, entre ellos distinguidos miembros del Patronato del Liceu quienes no tienen ningún derecho si no son socios del Círculo, como no otorga ningún derecho sobre el Liceu ser socio del Círculo.