Fachada del Hotel Claris / INMA SANTOS

Fachada del Hotel Claris / INMA SANTOS

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El palacio Vedruna: una ventana al siglo XIX en un hotel de lujo

Un proyecto de los arquitectos Bohigas, Martorell consiguió preservar la residencia neoclásica de los condes de Vedruna integrándola en el edificio diseñado para acoger el Hotel Claris

23 abril, 2023 00:00

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Es uno de los mejores ejemplos de integración de una fachada antigua en una construcción moderna: el Hotel Claris. En 1883, en la esquina de la calle Valencia con Pau Claris, los condes de Vedruna vieron emerger el palacio que habían encargado, un impresionante edificio de estilo neoclásico y tres fachadas, con la entrada principal en la más más impactante de todas: la que preside el chaflán.

El edificio estaba construido en piedra y disponía de planta baja y dos alturas la planta baja, con aberturas arquitrabe, frontones sobre entablamentos y pilastras; en planta principal destacaba un balcón corrido en piedra con adornos superiores en forma triangular, y el primer piso ocupado por ventanas de terminación triangular superior. Una barandilla con adornos escultóricos heráldicos remataban la parte superior, y, en el centro del chaflán, dos leones alados flanqueaban un plafón triangular coronado en la parte más alta por la cabeza de un león. De hecho, la residencia señorial, una de las primeras en ocupar los chaflanes del Eixample, sigue ahí, aunque camuflada en el nuevo edificio que actualmente ocupa la esquina: el Hotel Claris, un cinco estrellas.

HOTEL CLARIS 

A final de la década de los 80, Jordi Clos, director general de la cadena Derby y propietario del edificio, contactó con los arquitectos Bohigas, Martorell, Mackay, para convertirlo en un hotel moderno. Solo puso dos condiciones: que se respetara la fachada del palacio Vedruna y que estuviera acabado para los Juegos Olímpicos de 1992.

Los dos objetivos se cumplieron. En marzo de 1992, el Hotel Claris abría sus puertas tal y como lo conocemos hoy, con la fachada del antiguo palacio Vedruna integrada en un acristalado muro-cortina, como una impactante ventana al siglo XIX. El contraste no deja indiferente, es más, otorga al hotel un carácter singular, recuerda la historia de este chaflán y, además, adapta el edificio a las proporciones de los edificios vecinos.

El dato curioso: La primera planta del hotel, que corresponde a la antigua planta principal del palacio Vedruna, alberga una sala-museo de egiptología propiedad de Jordi Clos.

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