Santuario del Carmel / INMA SANTOS

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Santuario del Carmel: el poder de las cosas pequeñas

Una pequeña ermita de 1860 con capacidad para apenas 30 personas y dedicada a la virgen del Carmen es el origen de un templo que conquistó el Carmel

19 enero, 2023 00:00

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En lo alto de la calle Santuarios, la vista se pierde irremediablemente en un punto elevado coronado por un edificio de diseño contemporáneo de forma triangular. Es la nueva iglesia de la Mare de Déu del Mont Carmel, construida por Francesc de Paula Daumal i Domènech y Miquel Campos Pascual, entre 1985 y 1988. Llama la atención por el inconfundible por el color rojo del ladrillo visto y por la forma tubular de sus paredes laterales, sin duda. Pero también por el pequeño edificio adosado a su parte trasera, redondo y blanquecino, como un pequeño champiñón.

Más vale no dejarse engañar por su tamaño, pues en él reside el origen de la moderna y enorme iglesia que ahora le da sombra. Corría el año 1860 cuando, con la promoción del ermitaño Miquel Viladoms, empezó la construcción de una ermita dedicada a Nuestra Señora del Carmen --origen del actual santuario y ese pequeño apéndice de la nueva iglesia--, en la ladera occidental de lo que entonces se conocía como el Turó d’en Móra (hoy, el Carmel). Cuatro años después, se abrió al culto, pero los servicios se vieron interrumpidos tras el asesinato de Viladoms, en 1877. El párroco Jaume Moré reemprendió en 1890 la labor de su antecesor y convirtió el santuario en un lugar de peregrinaje y de encuentros de jóvenes católicos.

Tras otro periodo de abandono de 1913 a 1930, volvió la actividad, pero al inicio de la Guerra Civil, la ermita fue quemada y el padre Moré asesinado. Tras su reconstrucción, el santuario de la Mare de Déu del Mont Carmel fue ganando en importancia gracias al aumento de sus feligreses, debido a la fuerte inmigración asentada en la zona en los años de posguerra, y en 1962 fue elevada a parroquia. Y la gestión pasó a los carmelitas. Empezó una nueva vida para la parroquia, que se implicó profundamente en la vida del barrio y en sus reivindicaciones.

FALTA DE ESPACIO

¿Habéis visto la capilla? ¡Apenas podía acoger a 30 personas! La situación era insostenible, así que, en 1964, se instaló un anexo en un barracón de obra y madera cubierto de uralita para desarrollar los servicios complementarios a la liturgia (catequesis, reuniones sociales, sesiones de cine…) mientras en la explanada exterior se celebraban actividades al aire libre. Con el tiempo, volvió a quedarse pequeña hasta que, por fin, se hizo realidad la construcción de la nueva iglesia.

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