El humor es hoy el protagonista de varios documentales presentados en el festival Docs Barcelona, como es el caso de Hasta mañana, si Dios quiere, de la española Ainara Vera, o El espanto, de los argentinos Pablo Aparo y Martín Benchimol.
El espanto, se centra en un recóndito pueblo de Argentina, donde las curas caseras han reemplazado a la medicina tradicional. Toda dolencia es tratada por los propios vecinos excepto 'el espanto', "una rara enfermedad que sufren las mujeres y que sólo se puede curar gracias a las habilidades misteriosas de un peculiar anciano de las afueras del pueblo, a quien ningún marido quiere que visite a su mujer", señalan los directores.
Este pueblo constituye, según Benchimol y Aparo, "un extraño microclima poblado de personajes excéntricos" que introducen al espectador de manera espontánea en situaciones cómicas y humanas que se combinan con creencias religiosas y el esoterismo”.
Martin Benchimol y Pablo Aparo forman un dúo de dirección desde hace años. Desde 2008, ambos dirigen proyectos de publicidad y videoclips con su propia productora Bunda. En 2012 finalizaron su primer largometraje, La gente del río, que se estrenó en DOK Leipzig 2012 y participó en numerosos festivales internacionales. Premiado en el DOCSDF con la mención al mejor documental latinoamericano; también obtuvo la mención del jurado al mejor documental en el Festival de cine latinoamericano de Flandes. En 2013, fue nominado mejor documental 2013 del Cine Tropical Awards.
La cineasta navarra Ainara Vera quería contar "una historia alegre" sobre cómo viven diecisiete mujeres en un convento de hermanas octogenarias franciscanas. La película enseña cómo se preparan las hermanas para celebrar el centenario de una de ellas, y después de una larga vida de aventura espiritual y entrega, hacen balance de sus vidas".
A pesar de las dificultades de que las monjas se abstrayeran de la presencia de la cámara, "no huyen de reflexiones sobre su estilo de vida o sobre la posibilidad que con su muerte acabe la comunidad, ante el difícil relevo por la falta de vocaciones en España suplido, en parte, por la llegada de novicias de Filipinas o China".
Vera ofrece un retrato del día a día de esta comunidad religiosa y sus tareas cotidianas: barrer el suelo, planchar, rezar, mirar por la ventana, charlar. Los pasillos que "combinan de manera natural lo espiritual y lo terrenal, lo trascendental y lo más banal".
"Lo sorprendente es que esas hermanas, que han llegado a 80, 90 o 100 años, mantienen las mismas ganas de vivir y demuestran que se puede ser feliz obviando muchas cosas que pasan en la vida y dedicando tu vida a ayudar a otras personas”. Sin embargo, ”el humor las salva a menudo, hasta el punto de que hacen humor incluso de las incongruencias de la Biblia".