El escritor Jordi Soler nació en la selva veracruzana después de que sus abuelos abandonaran Barcelona tras la Guerra Civil, ciudad en la que ahora vive y desde la que analiza la situación que atraviesa Catalunya: "He salido de la comarca y el mundo no es como lo pintan los independentistas".
Tras vivir en México, en Irlanda y en Canadá, además de en España, Soler asegura "tratar de reducirse a una comarca" en el siglo XXI y en Europa "es algo ridículo desde todos los puntos de vista". Soler siente vergüenza por la situación que atraviesa Catalunya. Ha habido una “absoluta incomprensión” por parte de los dos bandos, tanto los independentistas, que “no han sabido explicarse", como los no independentistas, "que no han sabido indagar en lo que ocurría”, opina el autor que este mes publica 'Usos rudimentarios de la selva' con la editorial Alfaguara con la editorial Alfaguara.
El título alude a la condición que sus abuelos, unos burgueses de Barcelona, tuvieron que asumir a su llegada a la plantación de café de La Portuguesa, en Veracruz, México, tras la Guerra Civil española. La familia española intenta salir adelante en un ambiente hostil, continuamente asediada por bandidos, guerrilleros, políticos corruptos o por los mismos otomíes, los habitantes originales de la región, que sienten a los habitantes de la finca como invasores de sus tierras.
Un mundo regido por las fuerzas elementales de la naturaleza que ha llegado hasta hoy intacto, como una fuerza sorda que absorbe toda la luz.
Allí se dieron cuenta, ha recordado Soler, de que lo que sabían no les servía para nada, que "eran inútiles" en la nueva realidad a la que se enfrentaban. El escritor hizo el viaje contrario: a los diez años salió de la plantación, se trasladó a la capital mexicana e inició su transformación en la persona cosmopolita que es hoy, ha indicado.
Varios de sus libros han reflejado su "batalla para conciliar ese niño de la selva con la persona que es en la actualidad", explica el escritor. El libro se compone de doce relatos autobiográficos de un realismo "puro y duro", ha indicado Soler, para quien "el único camino seguro a casa es la memoria", de la que ha tirado para volver a esa plantación que ya no existe: "Soy un nómada que ya no tiene lugar al que regresar", se lamenta