La Catedral se tiñe de blanco por la paz en Colombia
Cientos de asistentes participan en la performance 'Me pongo en sus zapatos'
8 agosto, 2018 12:28Noticias relacionadas
Un par de zapatos, algo de ropa blanca y ganas de cambiar el mundo. Estos tres ingredientes fueron suficientes para reunir a cientos de ciudadanos indignados con las injusticias en Colombia. Así, al unísono, han alzado la voz este martes por la noche: “¡El pueblo no se rinde, carajo”.
Desde la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en noviembre de 2016, han sido asesinados 435 líderes y lideresas sociales. Eder Mangones, pequeño minero; Nhora Alba Cuicué Viquis, comunera indígena; Oriana Nicoll Martínez, líder LGBTI. Son solo tres de los tantos nombres. Son tres vidas arrebatadas.
Con el fin de visibilizar esta cruda realidad, 30 ciudades del mundo han llevado a cabo la performance Me pongo sus zapatos. En Barcelona, frente a la Catedral, 140 asistentes han cedido un par de zapatos y han puesto su buena energía para exigir al Gobierno de Iván Duque que siga con el proceso de negociación de paz.
PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO
Los organizadores han otorgado un número a cada uno de los participantes y ellos han cogido un par de zapatos amontonados en el centro y se han colocado frente a los nombres de los asesinados, que estaban repartidos por el suelo. Ha sido entonces cuando –metafóricamente– se han puesto en sus zapatos, en su lugar. Una vez situados, han hecho el recuento de asistentes en voz alta. Cuando decían en número asignado a la persona, esta debía tirarse al suelo. Así hasta llegar al final, cuando los 140 cuerpos tumbados han llenado las puertas de la Catedral.
Los turistas se fijaban en el acto. Algunos no entendían nada pero sacaban fotos: algo está pasando, se imaginaban. Mientras, la música en directo sonaba. Tambores, maracas. Y luego, una decena de bailarines han conquistado la plaza moviéndose de forma exagerada, sintiendo cada detalle, cada prolongación de la acción. Una colombiana situada al lado de la bandera miraba a su compañera y le enseñaba la piel: estaba emocionada, erizada.
UNA REALIDAD DESGARRADORA
“Con los cuerpos que hay ahora tumbados no llegamos ni a la mitad de los muertos que ha habido en Colombia”, ha confesado una de las organizadoras. Silencio sepulcral. La realidad enmudece a los espectadores. La toma de conciencia es, en ocasiones, desgarradora.
“Cada persona que está vestida de blanco representa esa vida que cae con cada muerte, pero también el despertar de un pueblo”, ha zanjado una de las organizadoras. Tras un minuto de reflexión, el acto ha concluido con abrazos, bailes y los zapatos en alto, recordando una vez más que “el pueblo no se rinde, carajo”.