Según el último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, la pobreza es uno de los principales problemas. Lo más peculiar es que, en España, ya existen unos nuevos pobres: los jóvenes académicamente preparados, normalmente de clase media.
Casi dos millones de pobres tienen una titulación superior y un nivel educativo medio o alto. Aunque solemos pensar que la pobreza afecta a personas procedentes de familias sin recursos o inmigrantes, la realidad es bien distinta. Los universitarios se están enfrentando a los retazos finales de la crisis económica y están viendo que una carrera universitaria no equivale a un puesto de trabajo. La pobreza es predominantemente femenina, en mujeres jóvenes (27,1%). En 2017 hubo 6,4 millones de mujeres en riesgo de pobreza y/o exclusión social, mientras que los hombres fueron 5,9 millones. Las oportunidades en el mercado laboral para los hombres se ha multiplicado y las de las mujeres no se han recuperado. No solo las mujeres jóvenes tienen más problemas para encontrar trabajo con buenas condiciones, sino que las mujeres más mayores ven mermadas sus posibilidades para salir de la pobreza.
Los expertos apuntan que hay una recuperación de la economía. A pesar de que hay menos pobres, aquellos pobres son más pobres aún. La cruda realidad a la que nos enfrentamos actualmente es que tener un título universitario no garantiza un futuro profesional ni estabilidad, sino pobreza.
¿Quién dijo que una carrera universitaria da de comer?