Todos hemos soñado con ese sabor infinito, ese chicle que por más que mastiques y saborées, nunca se va acabar ese placentero sabor. Ahora ya es una realidad gracias al científico japonés Naoshi Ooba.
Tras liderar un proyecto durante meses en la Universidad de Meiji (Japón), el científico ha encontrado la receta mágica para que el chicle conserve durante horas y horas su sabor, y que por más que mastiques no se vaya. El secreto es gracias a unas descargas eléctricas que provoca este chicle en la lengua, totalmente indoloras que engañan a las papilas gustativas para que el saber permanezca.
La energía pizoeléctrica es la responsable de esta gran invento. Al parecer, algunos materiales producen pequeñas descargas eléctricas cuando los comprimen así que el científico japones quiso probarlo e incorporarlo en el chicle.
Este dulce ya ha sido bautizado como chicle eléctrico infinito y ha sido todo un éxito en todas las conferencias que se ha presentado. Por el momento, solo hay dos sabores: salado y amargo, pero ya están investigando la forma de añadir otros.