Emilio Tello y Mauro Gentile han llegado a Barcelona para contagiar su música. Uno desde la provincia de Salta y otro de Córdoba vienen empapados del más tradicional folclore argentino pero no se quedan cómodos allí. Se niegan a encasillarse en un solo estilo porque dicen que “un artista busca siempre mezclarse con su entorno, y más si ha viajado mucho”.
Este miércoles a las 19 horas se presentan en la sala Islas Malvinas del Consulado argentino en Barcelona, y esperan que su público “no sean sólo argentinos”, sino de cualquier parte del mundo, “eso sería lo mejor, que nos conozca la gente de aquí y de otros países también”, acuerdan los artistas. La entrada es gratuita.
¿La propuesta para este concierto es mostrar el folclore argentino?
Mauro: No necesariamente, o no del todo. Yo personalmente, además del folclore vengo de la música clásica, soy chelista y vengo trabajando en los últimos años con canciones propias. Me gusta que se comunique lo propio y fusionarlo también con el cancionero popular. En este concierto rondará el aire folclórico, pero eso se abre a diferentes músicas, no sólo folclore argentino.
Milo: Vamos a cantar canciones nuestras, que sí que son de raíz folclórica, pero también contamos experiencias y sensaciones de viajes propios. Mis canciones tienen ritmo de bailecito, de tinku (un ritmo propio del norte de Argentina y Bolivia), voy adaptando la realidad de lo que vivo a mi música.
¿Hay un núcleo del folclore en todas sus canciones?
Mauro: Claro que tenemos un núcleo, porque cuando uno nace en un lugar se ve muy influenciado por su música. Pero ahora uno tiene acceso a escuchar tantos tipo diferentes de propuestas, que es imposible no modificar e integrar todo eso. Yo encontré en la canción un espacio más lúdico, que se dispara a muchos lugares.
¿Cuál es el objetivo de este encuentro en el Consulado de Argentina?
Milo: Queremos abrir este encuentro a más cantautores, porque tenemos muchas cosas para contar que tienen que ver con la idiosincracia del pueblo argentino, pero también hay muchas sensaciones que vivimos aquí. Yo por ejemplo, antes nunca pensaba escribir algo que nombre una playa o el mar, y ahora que vivo aquí, esos paisajes se ven reflejados en mis canciones.
Entonces, ¿venís dispuestos a empaparse de nuevos estilos musicales?
Mauro: Seguro. Cuando agarramos un instrumento, eso late. Me encanta escuchar un cantaor, por ejemplo, porque lo que transmite no lo podría hacer nadie en otro lugar del mundo. A nosotros también nos pasa con la zamba, que con la guitarra se hace un chasquido que es muy difícil de imitar para alguien que no es de allí. Esas son cosas que se llevan en la sangre. Sin embargo ese sentimiento no me define, lo que yo intento comunicar viene de muchísimos lugares.
Milo: La movida iberoamericana es muy fuerte. De hecho Rally Barrionuevo vino aquí tres veces, yo fui el productor de sus conciertos, y él hace folclore pero también mezcla rock, hace música de cantautor, hace una chacarera que se llama Hijos del agua, y el canal conductor es una letra más universal con un ritmo latinoamericano. Creo que eso es un buen ejemplo de tener un ADN marcado pero con mensajes mucho más integradores.
¿Cómo es la vida profesional en Barcelona a diferencia de Argentina?
Milo: Yo encontré un circuito en Barcelona. Hay espacios, hay eventos. Por ejemplo querés tocar en la apertura del Cinema a fresca de Montjuïc, y podés hacerlo y es un gran escenario. Hay además pequeños colectivos como el Open Mic, la Caja fuerte, y otras plataformas que hacen conciertos íntimos en terrazas o en pisos. Hay realmente un gran trabajo musical y hay una estabilidad con eso. Económicamente uno se organiza mejor y está más incentivado para poder disfrutar de esto. Lo que sí es verdad es que los tiempos son diferentes acá, hay que planificarlo todo con mucha antelación.
Mauro: Como yo acabo de llegar, tengo la memoria fresca de lo que está pasando en Córdoba. Y la verdad es que ahí se está en un momento muy bonito en cuanto a la gran cantidad de artistas que están surgiendo. Pero al llegar a Barcelona me sorprendió la gran cantidad de espacios que hay para tocar música. También es verdad que allí el nivel artístico tiene que subir mucho para tener un lugar, pero no es justificativo, siempre está bien que haya más espacios.