Por fin es San Valentín, una fecha señalada para todos los enamorados. Durante este día nos atrevemos a expresar nuestros sentimientos, a abrir nuestro corazón y a ser un poco más cariñosos y detallistas. Hacemos planes con la persona que más queremos y le regalamos un ratito de atención y dedicación en el que apartamos todas nuestras ocupaciones para estar con él o con ella.
Aunque sea una festividad totalmente comercial tiene una bonita historia detrás. Su origen se remonta a la época del Imperio Romano, concretamente al siglo III cuando el emperador Claudio II Gótico (214-270 d.C.), que había llegado al trono, en septiembre o en octubre de 268, tras la muerte del emperador Galieno como resultado de una conspiración, gobernaba.
Este durante su mandato decidió acabar con los matrimonios para los jóvenes, consideraba que los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras. Y aunque era un gobernador duro, hubo alguien que le llevó la contraria en este aspecto.
San Valentín, un obispo de Terni (Italia) decidió saltarse las normas establecidas y casar a los jóvenes enamorados que tenían el deseo de prometerse para siempre. El emperador, al darse cuenta de que el sacerdote había desafiado sus órdenes lo encarceló. En la cárcel un oficial quiso ponerlo a prueba, se decía que Valentín también hacia milagros, y por eso le pidió que devolviese la vista a su hija julia. El sacerdote aceptó y consiguió que la joven consiguiera ver.
Su poder milagroso no le salvó de la condena y fue lapidado y decapitado el 14 de febrero del año 270. La víspera de su ejecución, le envió una nota de despedida a la chica firmada con las palabras (de tu Valentín). Se cree que ese sería el origen de la expresión anglosajona From Your Valentine que aparece al final de las cartas de amor y poemas que se envían los enamorados en la actualidad.
La joven Julia, agradecida al santo y enamorada de él, plantó un almendro de flores rosadas junto a su tumba. De ahí que el almendro sea símbolo de amor y amistad duraderos.
Pero no fue hasta que el papa Gelasio designó el 14 de febrero de 494 el primer día oficial de San Valentín. La festividad fue incluida en el calendario litúrgico tradicional y celebrada por la iglesia católica durante 15 siglos.
En 1969, bajo el pontificado de Pablo IV y después del Concilio Vaticano II, fue eliminado del calendario. Así pasó a ser una fecha con santo pero sin celebración. Y aunque esa fue la intención de la iglesia la fiesta ya había echado raíces en muchas sociedades.
En el siglo XX se convirtió en un gran negocio, cuando la revolución industrial permitió la producción en cadena de tarjetas de felicitación, uno de los regalos más frecuentes del día de San Valentín.